FERNANDO GRANADOS Un sí rotundo y definitivo
Fernando Granados Flores (Monterrey, 1948) es el séptimo de una familia de ocho hermanos. Conoció el Opus Dei a los 23 años y pidió la admisión como Agregado un año más tarde, el último día del año 1972: “vi claro que era un sí rotundo, definitivo, a Dios, al trabajo, a la familia, a todo lo que tenía, procurando vivir con amor lo normal del día a día”.
Se licenció en Ingeniería Mecánica y Electrónica por la Universidad Autónoma de Nueva León, donde obtuvo el Master en Administración y Recursos Humanos. Tras varios años dedicados a la fabricación y producción de maquinaria, orientó su vida profesional a la formación de la juventud, y entró a formar parte del equipo directivo y promotor de la Ciudad de los Niños, en Monterrey, que cuenta con un millar de alumnos.
Posteriormente se doctoró en Teología Moral con una tesis sobre Concepción Cabrera de Armida, inspiradora de la Fundación de las Obras de la Cruz.
“Mi objetivo y mi ilusión –explica el nuevo sacerdote tras su ordenación en el santuario de Torreciudad- es trabajar con todas mis fuerzas, sirviendo a mis hermanos desde mi vocación sacerdotal, estando abierto a todas las personas, que ojalá encuentren en mi a un servidor. Quiero estar muy cerca de la gente para llevarles la luz de Cristo, sirviendo a la Iglesia en México y a la sociedad, desde mi trabajo sacerdotal en el Opus Dei”.
“El Prelado del Opus Dei me ha recordado –cuenta- que me ordeno sacerdote para servir y estar disponible a todos. Me ha dicho que las personas, una a una, esperan mucho de los sacerdotes, y me ha ayudado a considerar la gran confianza que Dios tiene en cada uno”.
Para el nuevo sacerdote “la Eucaristía es la fuente de toda actividad y la clave para ser útil a los demás. Por eso, la eficacia real de todo lo que hacemos debe nacer de la piedad, del con Jesús”.
La noticia de su ordenación sacerdotal ha conmovido a muchos amigos y colegas: “me han dicho que rezan por esta nueva etapa de mi vida y que quieren hablar despacio conmigo, porque la noticia les ha llegado hondo”.
JESÚS MARÍA IZAGUIRRE
De la enseñanza al sacerdocio
Jesús María Izaguirre Ronda (Barakaldo, 1961) es sacerdote desde el pasado 10 de septiembre, cuando recibió el sacramento del orden de manos del prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, en una ceremonia celebrada en el santuario de Torreciudad.
Izaguirre, apasionado por la lectura y la montaña, es filósofo y autor de una tesis doctoral sobre “Una antropología trascendental para la educación según Leonardo Polo”. Conoció el Opus Dei en Baracaldo. “Fue en el Club Eretza, y noté en la gente una alegría honda, que me llamó mucho la atención, y pensé enseguida: esto es lo mío”.
Enmarca el perfil del sacerdote actual en estas dos palabras clave: “amar y comprender”. “Me parece que debemos esforzarnos por entender el corazón del hombre, conocer sus sentimientos, ser uno más, querer a cada persona y ver el sacerdocio como una paternidad espiritual. Comprender no supone rebajar la exigencia de los compromisos cristianos, porque cuando a una persona le hablas con palabras de verdad, acaba entendiendo”.
Este nuevo sacerdote, agregado de la prelatura del Opus Dei, considera que “el reto del sacerdote es mostrar a Cristo y hacer visible que el seguimiento de Cristo sigue siendo atractivo en la sociedad actual, en la que aparentemente se goza de tantas cosas”.
Izaguirre, que cuenta con una larga experiencia educativa en el colegio Gaztelueta, entiende que también hoy “mucha gente busca lo sagrado, aunque a veces no sabe llamarlo por su nombre”.
CASIMIRO JIMÉNEZ MEJÍA
Vivir en cristiano es entusiasmante
La vida de Casimiro Jiménez Mejía está unida al Colegio Tajamar de Madrid, donde estudió, fue profesor y ahora vuelve como capellán.
Casimiro Jiménez Mejía ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza. Tras licenciarse en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid, trabajó durante veintidós años en el mismo centro educativo donde se educó: Tajamar.
“Mi familia me dio una buena formación humana y cristiana, que se completó en Tajamar, el colegio donde me llevaron. Allí conocí el mensaje del Opus Dei y descubrí que “vivir en cristiano” era algo mucho más profundo y entusiasmante de lo que pensaba. Yo lo reducía a un conjunto de obligaciones que había que “cumplir” como ir a Misa “todos los domingos y fiestas de guardar”, y es mucho más: es concebir la vida entera como una misión, al servicio de Dios y de los demás.
Estoy profundamente agradecido a mis padres a los que les debo en gran medida mi vocación al Opus Dei, y ahora, mi entrega en el sacerdocio. Me educaron desde pequeño en casa con un gran sentido de la libertad, respetaron siempre mis decisiones personales, me llevaron a un colegio donde pude desarrollar mi personalidad... Mi madre comenzó a acudir a medios de formación cristiana del Opus Dei, y luego, cada uno por su cuenta, lo fue haciendo el resto de la familia.
Casimiro fue ordenado sacerdote por el Prelado del Opus Dei en el Santuario de Torreciudadel pasado 10 de septiembre. “Mis amigos me preguntan: pero, si ahora vuelves a Tajamar, ¿en qué ha cambiado tu vida? Evidentemente, se desenvuelve en el mismo marco educativo que antes y tiene una unidad de sentido en lo esencial. Ha cambiado sólo en que es una forma distinta de servir: ahora, como sacerdote.
Cuando llegué a Tajamar me atrajo la personalidad de mis amigos del Opus Dei: personas alegres, que me escuchaban, que se preocupaban por mis problemas que rezaban… Como capellán del colegio, me gustaría seguir ese camino, que nos enseñó san Josemaría, y procuraré acercar a Dios de la sonrisa, de la amistad, del trato personal. Este ejemplo lo he aprendido también del Prelado del Opus Dei, al que he tratado personalmente durante mi preparación al sacerdocio.