Centenario del nacimiento de don Pedro Casciaro (1915-2015)

El 16 de abril se cumplen 100 años del nacimiento de Pedro Casciaro, uno de los primeros fieles del Opus Dei, quien desarrolló la labor apostólica especialmente en México.

Infográfico con la vida de don Pedro Casciaro (link aquí abajo).

Vea un infográfico con la vida de don Pedro.

Los padres de Pedro Casciaro se casaron en Torrevieja, provincia de Alicante, y él nació en Murcia. En septiembre de 1925, la familia se trasladó a Albacete. Su abuelo era de ascendencia italiana y tenía la nacionalidad inglesa, porque había nacido en Gibraltar.

Cuando llegó a la edad de elegir una carrera universitaria, en octubre de 1931, Pedro se trasladó a Madrid para tomar unos cursos previos en diversas academias de dibujo, pintura, grabados, historia del arte, etcétera, orientados a inscribirse en la carrera de arquitectura. En 1935, comenzó a frecuentar −en compañía de otros amigos suyos− los medios espirituales de formación en “Ferraz", la primera residencia universitaria de la Obra, y de modo natural, fue haciendo amistad y llevaba dirección espiritual con monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei −canonizado por san Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002−. Poco tiempo después, pidió su admisión como numerario.

Monseñor Escrivá, al darse cuenta de sus buenas disposiciones y sus destacadas cualidades, se apoyó mucho en él para difundir −junto con otros miembros de la Obra− la espiritualidad laical y secular de esta institución de la Iglesia e impulsar intensamente las labores apostólicas en diversas ciudades de España. Fue entonces cuando el joven Pedro –actuando con notable generosidad, porque tenía una particular sensibilidad por lo artístico y lo arquitectónico– decidió seguir la carrera de ciencias exactas, que requería menos años de estudio, pues se percataba de la urgente necesidad de apoyar a monseñor Escrivá de Balaguer para dedicar el mayor tiempo posible en los encargos que le fuera pidiendo y, en definitiva, para poder sacar adelante el Opus Dei.

Sin embargo, al poco tiempo, estalló la Guerra Civil en España que asoló al país desde julio de 1936 hasta abril de 1939. Durante la conflagración, san Josemaría insistió a sus hijos espirituales que, como la Obra era de Dios, saldría adelante a pesar de esa tremenda contradicción y el doloroso enfrentamiento bélico. Y les repetía frases llenas de fe sobrenatural, como: “¡Dios y audacia!"; “Soñad y os quedaréis cortos"; los apostolados de la Obra son “como un mar sin orillas", para hacerles comprender la grandeza de la misión a la que estaban llamados como cristianos en medio del mundo que se esfuerzan por santificar y santificarse en el trabajo, en la familia y en la sociedad a la que pertenecen.

Después de la Guerra, en septiembre de 1940, monseñor Escrivá de Balaguer le encargó la dirección e instalación material de la primera residencia universitaria en Valencia. En 1946, en Madrid, Pedro Casciaro fue ordenado sacerdote.

El 18 de enero de 1949, don Pedro –como solía llamarse a los sacerdotes en España y como se le conoció siempre− llegó a México, como primer consiliario y, con la ayuda de otros miembros laicos, inició la labor apostólica en la República Mexicana. Al año siguiente, en marzo de 1950, arribaron las primeras mujeres de la Obra, y don Pedro se encargó personalmente de la instalación de su primer centro en la colonia Juárez y de animarles espiritual y apostólicamente. El trabajo que impulsó en esa primera fase fue verdaderamente colosal: en la Ciudad de México, en Culiacán, en Monterrey y en la edificación de una casa de retiros a partir de las ruinas de la ex Hacienda de Montefalco (Jonacatepec, Morelos).

En octubre de 1958, san Josemaría llamó a don Pedro a Roma para nombrarlo procurador general y confiarle importantes encargos e iniciativas apostólicas. Don Pedro, siempre siguiendo las indicaciones de Mons. Escrivá de Balaguer, colaboró también en los inicios de la labor en Kenia y en la puesta en marcha de un par de colegios interraciales (uno para chicas y otro para chicos), para lo cual fue preciso vencer la abierta oposición y resistencia de las autoridades civiles, ya que en ese país existía una marcada discriminación racial. Pero la interracialidad de esas labores era una condición indispensable, pues la espiritualidad del Opus Dei, como parte que es de la Iglesia, es universal y se dirige a personas de todas las razas, lenguas, nacionalidades y condiciones sociales.

Posteriormente, en mayo de 1966, regresó definitivamente a nuestro país, nuevamente como consiliario, hasta octubre de 1971. En este mismo año, comienza a ser capellán del IPADE. De 1972 a 1973, hace un paréntesis para concluir su tesis doctoral en derecho canónico en la Universidad de Navarra (España). Regresó, con una enorme ilusión, por continuar con su mismo trabajo en dicho Instituto, encargo que desempeñó con gran celo pastoral casi hasta su muerte, acaecida el 23 de marzo de 1995.

Raúl Espinoza