Ambos tienen 40 años y nacieron con doce horas de diferencia. Él es un masajista muy reconocido, y cooperador del Opus Dei. Ha sacado adelante a más de un deportista con graves lesiones, incluida a su mujer. Después de un grave accidente de coche, Magda acudió a su consulta y hoy trabajan juntos. Ella es graduada de psicología y se ocupa de psicosomática.
La devoción a la Virgen está hondamente afianzada en el matrimonio. Los padres de Marek ayudaron a construir la parroquia de Nuestra Señora de Częstochowa en Powiśle, su ciudad natal, durante el dominio comunista. Debajo de la campana hay una inscripción que dejaron allí Jan Flis y su hijo. Marek recuerda los detalles de la imagen de la Virgen.
Lejos de resentirse, Marek vio detrás de todo la mano de Dios y de la Virgen
Su ceguera tuvo dos momentos. El primero fue con 4 años durante un juego en el colegio. Los doctores no pudieron hacer nada para salvar su retina desprendida. Diecisiete años después, un corcho de botella le golpeó en el otro ojo. Marek tenía entonces 21 años. Recuerda bien la fecha, porque era el 26 de agosto de 1999, la fiesta de Nuestra Señora de Częstochowa.
Lejos de resentirse, Marek vio detrás de todo la mano de Dios y de la Virgen. “El Señor Dios concede favores aún mayores”, y agrega que está agradecido por las personas que el Señor pone en su camino.
Antes de sus respectivos accidentes, Marek y Magda habían sido muy deportistas. Él montaba en bicicleta y ella a caballo. Después de su boda compraron un tándem para dos. “Fue interesante, porque fue vendido por una pareja que afirmó que no podía montarlo porque estaban discutiendo constantemente. Y para nosotros, esta bicicleta es la terapia más hermosa —ríe Magda—. Porque en un tándem no se puede ir por cuenta propia, ir por tu lado. Y no puedes pedalear a un ritmo desigual. Tienes que escuchar al otro”.
Magda ha sido y es para él sus ojos para el mundo. Y es la que le conducirá para encontrar a la Virgen en Częstochowa y pedirle, entre otras cosas, el don de la paternidad.Cuando se enteraron de la peregrinación a Jasna Góra se pusieron en movimiento. Cogieron el tándem y se pusieron a pedalear los trescientos kilómetros que les separan de su destino