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Estar cerca, incluso sin decir nada

Cuando un amigo está pasando por un momento difícil, haz todo lo posible por demostrarle que estás a su lado y que la razón que le hace sufrir también te toca a ti. “He visto el poder de la cercanía en el sufrimiento", cuenta Elisabetta, “cuando murió la hermana de una amiga cercana. No fue fácil para mí: tenía diecisiete años y nunca había estado tan cerca de la muerte. Tenía miedo. Pero me dije a mí misma que debía estar cerca de mi amiga, aunque no supiera qué decir. El sufrimiento estaba allí, yo no fui capaz de decir nada ni a ella ni a su familia en el funeral, ni siquiera en los días siguientes, pero creo que mi presencia le mostró que no era indiferente y que ella no estaba sola.


Conceder el espacio de la escucha

Escuchar es una característica de aquellas amistades que saben llegar al alma de las personas y ayudar de formas diversas. Si queremos ser instrumentos para que un afecto verdadero y desinteresado llegue a alguien, debemos conceder el espacio de la escucha. “Tengo un amigo que se toma muy en serio cualquier conversación que tengamos”, cuenta Francesco. “Esto es algo poderoso, porque cuando llegan los momentos difíciles, sé que tengo un oído que sabe quedarse en silencio sin dar de inmediato una opinión. Sé que él no es el tipo de persona que tiene una respuesta rápida. Sabe dejar que mi corazón explore, durante el diálogo; en resumen, permite que yo profundice en las situaciones que me afectan y, de hecho, hablar con él me ayuda a ver las cosas con una mirada crítica.”

Qué maravilloso es no ser personas con respuestas rápidas; no nos dejemos intimidar por aquello que no comprendemos: ¡escuchemos!


¿Rezar ayuda a un amigo que sufre?

Podríamos pasar horas reflexionando, pero no estamos aquí para eso. Cuando se trata de relaciones, la teoría sirve hasta cierto punto, hay que actuar, hay que ser pragmático. Aquí tienes una herramienta efectiva y fundamental para ayudar de verdad a un amigo: la oración.

“Hace algunos años tuve un período de hospitalización”, cuenta Enrico. “Amigos y familiares estuvieron muy cerca de mí, también vinieron a visitarme, pero sobre todo estuvieron presentes en la oración. Siempre recordaré cuando me dijeron que habían pedido oraciones incluso a personas que no conocía. Sentía como si todo un ejército estuviera rezando por mí. En los días siguientes no me sentí solo ni un momento; esto me dio una fuerza increíble y poco después sané. Solo después conecté ambas cosas.”

“Otro episodio en el cual pude percibir el poder y la utilidad de la oración fue hace algunos veranos. Con un grupo de amigos estábamos de vacaciones en el extranjero y recibimos la noticia de que una chica de nuestra ciudad, debido a una rara enfermedad, estaba en coma y ya no había esperanzas de que despertara. En una situación como esta sería normal sentirse impotente e inútil. Sin embargo, con la ayuda de la oración, fue como si estuviéramos allí constantemente con ella. Como si hubiéramos dado un apoyo concreto a ella y a su familia. Ahora está bien y saludable. Creerlo o no depende de nuestra libertad, pero si quieren un consejo, empiecen a rezar y no podrán dejar de hacerlo”.