Centro Médico Monkole

En la selva del Congo crece, lleno de lozanía, un árbol esbelto, de madera dura y abundantes ramas, cuyas hojas pasan a lo largo del año del rojo al naranja, y del naranja al verde esmeralda. Lo llaman monkole.

"Cuando en 1987 empezamos a estudiar la posibilidad de un centro médico en la periferia sur de Kinshasa -recuerda el Dr. Echarri- pensamos que Monkole podría ser el nombre adecuado, porque nos proponíamos llevar a cabo una acción múltiple, de varios colores, para la promoción de la salud".

El Centro médico Monkole abrió sus puertas en abril de 1991. En estos pocos años son ya decenas de millares los pacientes que han pasado por el centro, y muchos también los que se han beneficiado de su acción de educación sanitaria.

"Papá, no te has limpiado las manos antes de comer". Luzolo miró fijamente a su hijo pequeño. "Sí, papá, Dr. Monkole nos ha dicho que siempre tenemos que limpiarnos las manos antes y después de comer", prosiguió el pequeño Trésor, de ocho años. "¿Y quién es el Dr. Monkole?", preguntó su padre, un tanto intrigado. "Es el joven médico que nos ha construido una cisterna de agua en el colegio, y nos dice lo que tenemos que hacer para no caer enfermos".

Desde aquella conversación con su hijo, Luzolo se interesó más por "Monkole". Cuando cayó en la cuenta de que se trataba, en realidad, de un centro médico, recordó que ya había pasado alguna vez por delante de él, y comentó: "Lo tenéis tan bien cuidado que yo creía que era sólo para "ricos"". Este comentario de Luzolo da a entender muy bien el reto que se ha propuesto Monkole, desde sus comienzos: ¿Cómo hacer accesible a todos una medicina de calidad, y elevar el nivel de higiene y prevención de enfermedades de la población?

La confusión de Trésor tiene su explicación. De 1997 a 1999, desde el Centro médico Monkole, y gracias a la colaboración de una ONG belga, se ha hecho una amplia labor de educación sanitaria en las escuelas. En 2 fases, se ha procedido al dépistage, es decir, a un reconocimiento médico de base de más de 10.000 niños, y se ha formado a 400 maestros de 34 escuelas de Mont Ngafula, la zona urbana donde está ubicado Monkole. En 14 de esas escuelas, además, se ha construido una cisterna que recoge el agua de lluvia, para responder a las necesidades de higiene, habida cuenta de las dificultades de suministro de agua. Por eso, a los doctores Aissi y Bagula, que se encargaron de este programa, los niños los llaman indistintamente Monkole. El Programa, llamado Santé scolaire, ha hecho crecer aún más la estima de la población hacia el Centro médico, e ilustra muy bien la dimensión social de todo el proyecto.

Monkole nació como una sencilla consulta sanitaria, en uno de los barrios periféricos de Kinshasa. Actualmente ofrece tanto consulta médica como hospitalización y promueve la educación sanitaria, especialmente en relación con el VIH/SIDA, la drepanocitosis, el paludismo y la tuberculosis. Monkole atiende las 24 horas del día. Ofrece consultas de ginecología y obstetricia, cirugía, medicina interna y pediatría. Tres pequeños dispensarios dependientes del hospital, Eliba, Kimbondo y Moluka ofrecen asistencia médica en barriadas pobres. Con Monkole están también asociados una escuela de enfermeras (ISSI), que cada año forma 50 nuevas enfermeras, y un centro de formación continua para médicos (CEFA). Se atienden más de 50.000 consultas al año. La tasa de ocupación hospitalaria en 2010 fue del 90,1%. Se ofrece trabajo a más de 280 personas.

Tras dos décadas de funcionamiento, junto al primer edificio, se está construyendo otro nuevo de 6 plantas, que albergará el Centro Hospitalario Mère et Enfant.

En agosto de 2011, durante su viaje pastoral al Congo, el Prelado del Opus Dei bendijo los edificios, todavía en construcción. En la ceremonia de Bendición del nuevo hospital hizo referencia a aquellos sueños de san Josemaría y Don Álvaro: “San Josemaría sabía que la semilla de la voluntad divina de hacer el Opus Dei daría, también en África, muchos frutos. Y su hijo más fiel, Don Álvaro, envió los primeros fieles del Opus Dei, a Costa de Marfil y al Congo. Durante su viaje a Kinshasa, hace ya más de veinte años, Mons. del Portillo animó sus hijos a poner en marcha, para servir y amar mejor a los congoleses, un hospital de calidad y accesible a todo el mundo. Hoy, tengo la alegría de contemplar el trabajo realizado y de repetir, como él nos decía, in laetitia! ¡Con alegría!”. Y en la placa del acto conmemorativo se dejo escrito que Monkole nació “por el impulso del Siervo de Dios Álvaro del Portillo”.

www.monkole.cd