Argentina: un programa de desarrollo social en Santo Tomé

Un grupo de voluntarias lleva a cabo desde hace dieciséis años diversos programas de nutrición, higiene y alfabetización en Santo Tomé, una ciudad argentina de 43. 000 habitantes, de los que el 65% vive por debajo del umbral de pobreza.

3.000 niños se han beneficiado de varias campañas de información sobre temas sanitarios y educativos.

La ciudad de Santo Tomé, en la provincia de Corrientes, Argentina, tiene un nivel de vida bastante inferior al de la media del país. En los últimos años la situación ha cambiado un poco, pero en la década de los ’80 el 43% de la población joven se veía obligada a marcharse de la ciudad para estudiar o buscar trabajo. Menos de un tercio regresaba después. En 1987, ante la situación de extrema pobreza que atravesaba la ciudad, algunas estudiantes universitarias, decidieron ofrecer ayuda. “Queríamos aportar algo, y organizamos unos campamentos de promoción social”, recuerda Cecilia Coimbra, una de las promotoras.

El sentido cristiano de la vida y, más en concreto, las enseñanzas de san Josemaría, fundador del Opus Dei, sobre el valor del trabajo como medio de unión con Dios y como instrumento para mejorar el mundo, han alentado a lo largo de estos años a las más de 1.000 jóvenes –profesionales y estudiantes- que, a partir de aquel grupo inicial, han participado en diversas iniciativas de desarrollo social promovidas en Santo Tomé: sobre todo, campañas de higiene y vacunación y programas de alfabetización y primeros auxilios.

Los objetivos, claros

Al comenzar, uno de los objetivos que las primeras voluntarias se marcaron fue llegar a las familias más necesitadas, para ofrecerles asistencia médica y sanitaria. También invirtieron mucho tiempo en informar a todo tipo de personas –vecinos, colegas, amigos...- de los problemas que habían detectado en Santo Tomé, y en explicar las soluciones que pretendían poner en práctica. Gracias a este esfuerzo, en pocos meses consiguieron donativos en metálico, ropa, medicamentos, material escolar y libros, que fueron de gran utilidad.

Más de 1.000 jóvenes han sido voluntarios en Santo Tomé.

Sin embargo, al visitar a las familias, las voluntarias comprendieron que lo que hacían no era suficiente, sobre todo porque el trabajo que realizaban no tenía continuidad. “Nos dimos cuenta de que era necesario afrontar los programas de ayuda con una visión más profesional”, explica Cecilia Coimbra, “porque nuestra buena voluntad no bastaba para aplicar a fondo las soluciones”. De hecho, trabajaban sólo durante algunas temporadas, en las vacaciones de verano e invierno, con programas de diez a quince días de duración. De este modo era imposible proseguir la evolución y la eficacia de los proyectos comenzados. Por eso, decidieron buscar la tutela de alguna ONG. Consiguieron el apoyo de una asociación civil sin ánimo de lucro, el Instituto de Capacitación Integral de Estudios Domésticos (ICIED), y con su ayuda se lanzaron a instruir voluntarias y a diseñar programas de acción social, que se desarrollarían en un marco más amplio y continuado de cooperación universitaria.

Programas para niños y adultos

Algunas universitarias organizaron entonces una comisión permanente que atendiera más eficazmente las necesidades primarias de la población: nutrición, atención sanitaria y alfabetización. Como primera medida, decidieron poner en marcha varias campañas de información sobre temas sanitarios y educativos. A lo largo de estos 16 años, 3.000 niños y 8.000 adultos han participado en esas campañas. Para llevar a cabo esta y otras tareas fue necesario el apoyo del gobierno nacional, así como de empresas públicas y estatales. Tampoco faltó la colaboración generosa de particulares.

“Uno de los resultados del que más orgullosas nos sentimos al principio –señala Cecilia- fue la campaña de vacunación que realizamos el año que hubo epidemia nacional de sarampión. Fue todo un logro conseguir que en Santo Tomé se registrara sólo un caso”.

Gracias al Instituto de Capacitación Integral de Estudios Domésticos (ICIED), que se lanzó a instruir voluntarias, pudieron diseñarse ambiciosos programas de acción social.

Por su parte, el P. José Alarcón, el párroco, recuerda los inicios del jardín de infancia: “Uno de los primeros trabajos que se abordaron en Santo Tomé fue un jardín de infancia, que funciona desde hace casi diez años. Cuando empezó, acudieron sólo cinco chicos, porque las madres, un poco escépticas, decían: ¿y después qué? En cambio, gracias al esfuerzo y al refuerzo de voluntarias provenientes de otras zonas del país, ese jardín se transformó pronto en un colegio, al que asisten ahora más de trescientos chicos”. El desarrollo de la escuela, que en un par de años se estima que alcanzará los quinientos alumnos, ha sido posible gracias al apoyo de un grupo de benefactores.

De manera espontánea, con la intención de dar continuidad a la labor realizada en el colegio, un grupo de madres fundó también un club juvenil, Los Lapachos, que toma el nombre del famoso árbol que se encuentra en muchas plazas y parques de Jujuy, Salta o Tucumán, y se caracteriza por sus flores vistosas y por su temprana floración. Al Club acuden un buen número de niñas que todas las semanas participan, entre otras actividades, en talleres de pintura sobre tela, cocina y manualidades y, además, reciben formación humana y espiritual.

El programa más ambicioso

Entre todos los programas que se desarrollan en Santo Tomé, destaca de modo particular el “Curso de alfabetización de mayores”. Para Florencia Daura, María Aguilar y Carolina Montero, autoras del Manual del alfabetizador contextualizado y responsables del curso, es el programa más ambicioso y gratificante.

Entre las veteranas de Santo Tomé se recuerda siempre que las clases de alfabetización se han dictado en los lugares más variados: bajo los focos de un anfiteatro, o bajo la sombra de un árbol, por ejemplo. De año en año se repite la experiencia confortante de que los resultados llegan a todas las edades. Elena, una mujer de 75 años, ha empezado a escribir sus primeras cartas después de cursar el programa de alfabetización. Lo importante es no faltar a clase y no perder nunca el entusiasmo por aprender porque, para crecer como personas, nunca es demasiado tarde.

Si desea más información o quiere colaborar económicamente con ICIED Asociación puede dirigirse a:

Dirección: Reconquista 661 - 7 B C1003ABM Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

E-mail: iciedasoc@house.com.ar