En el tradicional discurso de recepción del doctorado honoris causa, Mons. Fernando Ocáriz se ha referido a varios temas que fueron objeto de interés del teólogo antes de que, en 1994, fuera llamado a una dedicación exclusiva a las tareas propias del gobierno del Opus Dei. En primer lugar, ha hablado del misterio de Jesucristo y la dimensión metafísica de la teología; a continuación, de la dimensión creyente y eclesial de la teología; por último, de la confrontación de la teología con la cultura post-cristiana.
Las consideraciones de monseñor Ocáriz sobre la necesidad de un sustento metafísico para una teología que ponga a Cristo en el centro de sus reflexiones han arrancado con la evocación de las precisiones que poco a poco fueron delimitando, en los primeros siglos del cristianismo, los perfiles del misterio de Jesucristo.
El prelado del Opus Dei se ha referido a aquella primera elaboración teológica del cristianismo, subrayando su fundamentación metafísica: ya entonces hubo conceptos clave como "persona" o "acto de ser" sin los que no hubieran sido posibles las sucesivas definiciones dogmáticas de la fe cristiana. En este contexto, ha señalado que “la filosofía, y más concretamente la metafísica, entendida en sentido realista, como filosofía del ser, es necesaria, sobre todo, para la reflexión especulativa sobre la Revelación”.
El teólogo, ha continuado Fernando Ocáriz, hace teología desde la fe, no desde fuera de ella, y esto tiene consecuencias. Sobre todo, su responsabilidad debe llevarle a no alejarse de la comunión con el Magisterio y a poner su labor de investigación, sin perjuicio de una legítima independencia, al servicio de la misión de la Iglesia.
En continuidad con lo anterior se presenta la dimensión apologética de la teología que, en un mundo como el actual, lastrado por una difusa cultura post-cristiana, adquiere connotaciones particulares. “En este sentido -ha dicho- me parece interesante que, en el ámbito de las Facultades Teológicas, haya una adecuada atención a los fenómenos culturales post-cristianos, ante los que muchas veces ha de enfrentarse la misión de transmitir el Evangelio”.
Entre las manifestaciones de esa cultura post-cristiana, el nuevo doctor honoris causa se ha detenido, en particular, en el llamado “nuevo ateísmo” que han propugnado científicos racionalistas como Richard Dawkins. Ante este cuadro, su propuesta es, por una parte, el reforzamiento de la formación de sacerdotes y laicos en algunas cuestiones que son fundamentales para la fe cristiana, como los principios teológicos y filosóficos de la existencia de Dios y de la creación, y por otra un mayor conocimiento del estado actual de las ciencias de la naturaleza.
“El conocimiento de la naturaleza -ha afirmado- no nos aleja de la comprensión que la fe nos proporciona de la relación entre la creatura y el Creador. Al contrario, nos mueve a reconocer la presencia de Dios en las obras de la creación y en nuestra capacidad de buscarle en ellas con un sentimiento de gratitud, reverencia y amor”.
En la tierra de san Juan Pablo II, el texto de monseñor Ocáriz, dirigido fundamentalmente a especialistas en teología, contiene variadas citas del santo pontífice polaco.