“Has de ir al paso de Dios; no al tuyo”

Me dices que sí, que estás firmemente decidido a seguir a Cristo. –¡Pues has de ir al paso de Dios; no al tuyo! (Forja, 531)

¿Que cuál es el fundamento de nuestra fidelidad?

–Te diría, a grandes rasgos, que se basa en el amor de Dios, que hace vencer todos los obstáculos: el egoísmo, la soberbia, el cansancio, la impaciencia...

–Un hombre que ama se pisotea a sí mismo; le consta que, aun amando con toda su alma, todavía no sabe amar bastante. (Forja, 532)

En la vida interior, como en el amor humano, es preciso ser perseverante.

Sí, has de meditar muchas veces los mismos argumentos, insistiendo hasta descubrir un nuevo Mediterráneo.

–¿Y cómo no habré visto antes esto así de claro?, te preguntarás sorprendido. –Sencillamente, porque a veces somos como las piedras, que dejan resbalar el agua, sin absorber ni una gota.

–Por eso, es necesario volver a discurrir sobre lo mismo, ¡que no es lo mismo!, para empaparnos de las bendiciones de Dios. (Forja, 540)

Dios no se deja ganar en generosidad, y –¡tenlo por bien cierto!– concede la fidelidad a quien se le rinde. (Forja, 623)

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