Amar a la Virgen

Conocí el Opus Dei hace muchos años, podría decir que desde que nací, ya que mi madre pertenece a la Obra. Ésta me ha ayudado y formado a través de sus enseñanzas a tener una perspectiva diferente ante la vida, me ha enseñado a ser devota de la Santísima Virgen María, tener espíritu de servicio, a moderar mi carácter. Me ha inculcado también a amar el trabajo bien. Actualmente asisto a un centro de la Obra, donde sigo aprendiendo, conociendo y amando Dios

María Asunción Mala Una familia que vive el espíritu del Opus Dei

Crecer en una familia que vive el espíritu del Opus Dei ha trascendido mi vida completamente. He visto con el pasar de los años que se lucha día a día por vivir en un hogar luminoso y alegre, a pesar de los años que lucha día a día por vivir en un hogar luminoso y alegre, a pesar de todas las dificultades que se presentan. Por medio de la doctrina, los sacramentos, medios de formación y sobre todo, el amor a Dios; mis padres siempre han salido adelante a pesar de todo. El ejemplo que he recibido de ellos me ha impulsado a buscar lo mismo.

Annie Giselle Martínez González Amor a Dios

Crecí entre mi familia y el Opus Dei, estudié en el Colegio Chapultepec. La Obra desde niña me ha ido llevando a vivir en Dios y con Dios, a ir comprendiendo la grandeza de la vida por encima de la adversidad. El Señor me bendice de muchas maneras, al haber nacido en una familia grande, con mi esposo, con muchos hijos y valiosos amigos.

Gozar de ellos, gozar del diario vivir, se lo debo a ir aprendiendo a descubrir “ese algo santo y divino que hay detrás de cada cosa”, con palabras de san Josemaría, que va iluminando la existencia de cualquiera que trata a Dios.

El asombro de llevar al Señor dentro de uno mismo es algo que no se deja contener, se escapa constantemente, a lo que vas haciendo y con quienes vas conviviendo, con mi esposo, los hijos y todas las personas, a lo largo de tu día y de tu vida.

Carmen Lucía Gallardo de Villarreal El apostolado

Los medios de formación del Opus Dei me han enseñado a tratar de manera personal a Dios en la oración, el valor de los sacramentos, de la lucha diaria por ir quitando poco a poco lo que estorba para llegar al cielo, la importancia del apostolado, que otras personas descubran el gran amor que Dios nos tiene. Porque el sabernos amados por Él a pesar de nuestras debilidades o errores cambia el sentido de nuestra vida, nos hace querer ser mejores personas cada día. Soy muy feliz porque he descubierto la grandeza de la misericordia y el amor de Dios.

Ingrid E. de Betancurt