“Queremos que la santidad se ponga de moda”

Entrevista con Alfonso Porras, supernumerario del Opus Dei, quien formó parte de la Comisión Central para la Canonización. Nos cuenta su experiencia a un mes de la subida a los altares de la Madre Carmen Rendiles y el doctor José Gregorio Hernández

¿Cómo se conformó la Comisión Central para la canonización y cuál era su objetivo?

Alfonso Porras: La Comisión Central para la Canonización de José Gregorio Hernández y Madre Carmen Rendiles se formó como una iniciativa de la Arquidiócesis de Caracas, que delegó en el ingeniero Alejandro Marius la potestad de ensamblar un equipo de laicos que ayudara a la Arquidiócesis a organizar todos los eventos y campañas para honrar la fiesta de los primeros santos venezolanos. Era la primera vez en la historia reciente que un grupo tan amplio de profesionales en las distintas áreas de estrategia, de relaciones institucionales, de finanzas, de publicidad, de comunicaciones, se integraba con el clero venezolano para lograr un mayor alcance y una ejecución muy profesional de lo que la Comisión se había planteado.

¿Cómo influyó tu formación como supernumerario en tu trabajo dentro de la Comisión?

Tanto para mí como para Francisco Díaz, que era el otro supernumerario que nos acompañaba, fue muy especial constatar que la línea central del mensaje de San Josemaría es de naturaleza universal. La formación en la Obra nos recuerda que, como hijos de Dios, estamos llamados a la santidad en la vida cotidiana, en nuestros quehaceres diarios, en los distintos aspectos de su vida personal y profesional. Para nosotros fue maravilloso ver que eso que tenemos tantos años escuchando y luchando por vivir, es un mensaje que trasciende.

En el viaje a Roma aprovechamos para visitar al Padre, monseñor Fernando Ocáriz

¿Qué iniciativas impulsaron para dar a conocer la vida y el legado de José Gregorio Hernández y Madre Carmen Rendiles?

El equipo trabajó inspirado en tres “E”: encuentro, esperanza y ejemplo, que son atributos de los nuevos santos. Desarrollamos una campaña de educación sobre la vida de Madre Carmen y José Gregorio, con una serie animada llamada Camino a la Santidad, que ha llegado a millones de personas. A través de pequeñas cápsulas de un minuto y medio, se cuenta la vida y el legado de cada uno. Se publicaron en el Instagram y Youtube Santos para Todos y en la cuenta de la Arquidiócesis de Caracas.

También se hizo un concierto en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, a casa llena, para contar la vida de José Gregorio y fue el primer evento de la Ruta Cultural.

Más recientemente se lanzó una campaña de valores, llamada “Es de Santos”, que busca resaltar las virtudes humanas que los santos vivían heroicamente y que nos pueden inspirar a todos para vivir una vida más cercana a Dios y más atenta al bien común. Es una gran campaña sociociudadana que ha tenido mucha acogida a nivel corporativo y entre todas las personas. Además se hizo una serie de testimonios, “Rostros de fe”, para divulgar la devoción que Madre Carmen y José Gregorio Hernández han generado en Venezuela y en el exterior. Es una campaña que intenta tocar el alma de cada persona, para que inspirados en el ejemplo de los santos, pudiésemos tener un lugar de encuentro y una fuente de esperanza.

¿Cómo aprovechaste esta oportunidad para vivir más profundamente tu vocación?

Ha sido una experiencia que nos ha ayudado a los supernumerarios que formamos parte de esta comisión a afianzar nuestra vocación. Nos recordó que la llamada a la santidad es universal. Las campañas Camino a la Santidad, Rostros de Fe, También es de Santos, el propio eslogan de la comisión Santos para Todos y el eslogan secundario Servir es el Camino, eran un recordatorio tanto para nosotros como para todas las demás personas de la comisión y todos los venezolanos, que Dios nos llama a ser santos y eso se logra luchando día a día por ganarnos el cielo y llevarnos a mucha gente más al cielo con nosotros. Queremos que la santidad se ponga de moda, que ese anhelo de ser santo le llegue no solo a todos los venezolanos, sino a todo el mundo. Como nos dijo el cardenal Pietro Parolin, cuando los cristianos nos tomemos decididamente en serio ser santos, ahí en ese momento se salvará el mundo.

Miembros de la Comisión Central para la Canonización en Venezuela

¿Cómo viviste la misa de canonización en Roma y qué momento te impactó más?

La misa de canonización la guardo con el mayor de los cariños. Me impresionó especialmente la devoción y la piedad con la cual la feligresía vivió la misa. Desde que repicaron las campanas cinco minutos antes del inicio de la eucaristía, hasta la última bendición, la gente lo vivió con piedad, con fervor, con alegría, con una espiritualidad muy grande. Uno de los amigos de la comisión decía que así debía parecer el cielo. Nosotros estábamos sentados en la primera fila frente al Papa y la verdad es que tenerlo tan cerca es como un pequeño reflejo de la eternidad. Fue como si se suspendiera todo por un instante y estuviéramos ahí presentes en el mismísimo cielo, al lado de los santos y con el Papa tan cercano a nuestro Señor Jesucristo.

Con el Papa León XIV

¿Cómo describirías los encuentros con el Papa en Roma?

Los miembros de la Comisión Central de la Canonización en Roma tuvimos la oportunidad de saludar al Papa León XIV y de tener una audiencia con el cardenal Pietro Parolin. Además del gran agradecimiento por ese privilegio de estar con ellos, pienso que ambos transmiten en su mirada y en su atención el amor de Cristo. Nos escuchaban con atención, nos miraban con cariño. Al Papa le pudimos decir que los venezolanos lo queremos mucho y pedirle también que rezara por el país. Y el cardenal Parolin, que quiere tanto a Venezuela por haber sido nuncio aquí, nos dio un saludo muy afectuoso y nos pidió que se lo extendiéramos a todos los venezolanos.

Audiencia con el cardenal Pietro Parolin

La Fiesta de la Santidad se extendió a las parroquias de todo el país. ¿Cómo fue ese proceso y qué frutos ha dejado?

La Fiesta de la Santidad, que consistió en 202 misas para agradecer la canonización, fue de las experiencias más bellas que tuvimos. Cuando nos vimos forzados por las dificultades de atender a miles de personas que querían asistir al Estadio Monumental, desde la Comisión nos preocupó cómo se asumiría el cambio a las parroquias, pero la acogida de los párrocos fue excelente. Recibieron con alegría los materiales que habíamos preparado para la misa, se repartieron 60.000 hojas Domingo y miles de botellas de agua; se entregaron las estolas de los sacerdotes, los copones, hostias sin consagrar para que alcanzaran para toda la feligresía, estampitas de los nuevos santos que venían de Roma con la bendición papal, gorras, abanicos. Todo lo que habíamos preparado para el Estadio Monumental se repartió entre las parroquias. Y lo que iba a ser una eucaristía con 50.000 personas, calculamos que entre el sábado y el domingo pueden haber asistido más de 250.000 personas a las parroquias. Se transformó en una celebración verdaderamente monumental y para la Comisión fue una gran alegría ver cómo la Providencia y nuestros nuevos santos nos ayudaron a que en 48 horas, los párrocos pudieran organizarse y crear una experiencia y un recuerdo memorable para cada uno de sus feligreses.

A nivel personal, ¿cómo te transformó en tu relación con la Iglesia?

Ha sido un tesoro incalculable. Tuve la oportunidad de compartir junto con amigos que son de la Obra, pero hacer nuevos amigos cercanos a otras instituciones como la Compañía de Jesús, Comunión y Liberación y a otras organizaciones de la Iglesia es enriquecedor. Trabajamos junto a ellos y, por supuesto, con nuestros sacerdotes diocesanos, la Arquidiócesis de Caracas, la Conferencia Episcopal. Me llevo una riqueza muy grande de ver lo universal que es nuestra Iglesia, de cómo cada uno de nosotros desde nuestra vocación y desde nuestro espacio de acción estamos unidos por ese vínculo tan profundo de la fe, de la caridad.

¿Qué significó para ti conocer más de cerca la vida de los nuevos santos?

Los nuevos santos me inspiraron. Conocerlos ha sido como conocer a una persona de la cual te vas enamorando poco a poco. De José Gregorio me impresiona no solo que era buena persona y cómo la gente lo quería porque encontraba en él una fuente grandísima de caridad, sino que era un médico extraordinario, con formación de primer nivel y de avanzada. Él es un reflejo muy importante de lo que nosotros, como cristianos, estamos llamados a ser y hacer: impregnar, como hizo San José Gregorio, de amor todo su trabajo y, con eso, ser un faro que iluminaba. Y de Santa Madre Carmen, su liderazgo, que incluso teniendo dificultades físicas por la discapacidad en uno de los brazos, pudo empujar toda una labor educativa y fundar escuelas y liderar instituciones con una fortaleza extraordinaria. Ella me enseñó que las circunstancias no determinan a las personas, sino que con la gracia de Dios y con amor se pueden llevar a cabo grandes cosas, si uno corresponde, así sea un poquito.

No pude evitar lanzar un recuerdo tricolor al Santo Padre en su recorrido