Alejandro Rodulfo es de Tucupita, capital del estado Delta Amacuro. Su esposa Beatriz, es llanera de Valle La Pascua. Tienen cinco hijos.
Por su determinación al hablar, por su porte y por la llaneza de su discurso, recuerda a ese personaje de Rómulo Gallegos, Hilario Guanipa. Aunque cursó estudios en el exterior, el llano lo ha marcado. "Tengo un alma ruda, como la de la gente del campo”, dice.
Alejandro, pertenece a una de muchas generaciones de hacendados; estudió Ingeniería Agrónoma en Caracas e hizo un Master. Es egresado del décimo Curso de Seguridad y Defensa, con un PhD en el exterior. Dirige su oficina de ingeniería en Caracas.
¿Qué encontró en el Opus Dei?
El Opus Dei me cambió la vida, y la de mi familia… No quiero entrar en detalles, pero yo era muy parrandero, y cuando le digo muy parrandero es que llegaba a mi casa cuando estaba amaneciendo. Hice sufrir mucho a mi mujer y a mis hijos, eso me duele.
Mi mujer me llevó a hablar con un sacerdote del Opus Dei que me presentó a otras personas de la Obra. Te confieso que yo tenía una idea del Opus Dei muy distinta de la que descubrí allí: encontré mucha franqueza, encontré amigos de verdad, gente que me ayudó desinteresadamente, que me haló las orejas también porque lo necesitaba. Eso era lo que, en el fondo, yo estaba buscando.
¿No parece fácil mantener un cambio de vida así…?
Cuando llegué al Opus Dei, entre otras cosas, me pusieron a leer, a estudiar la doctrina de la Iglesia católica, las verdades de la fe y así fue como me llené de fuerza y de razones para cambiar. Ahí no me enseñaron nada diferente a lo que dice la Iglesia
Claro que no es fácil, mire, yo tengo que estar luchando día a día para portarme bien, soy como el cuero viejo, que lo estiran por un lado y se abomba por el otro, pero, a la vez, tengo la ayuda de Dios a través de la dirección espiritual y de la formación que recibo en la Obra. Ahora lo único que temo es perder esto que encontré, porque lo otro, aunque parecía que sí era buena vida, no lo era…
Aquí no se trata de ser un super hombre sino de esforzarse cada día por mejorar y buscar la ayuda de Dios a cada rato. Eso es lo que hago y eso es lo que he visto en el Opus Dei. En estos momentos estoy tratando de mantener en todas mis actividades un contacto permanente con Dios. Fíjate que a mi hasta me aceptaron en el Opus Dei, ahora soy Supernumerario.
Algunos han catalogado al Opus Dei como ultra conservador, ¿no sería más fácil seguir otra doctrina?
Mire, cuando yo llegué al Opus Dei, entre otras cosas, me pusieron a leer, a estudiar la doctrina de la Iglesia católica, las verdades de la fe y así fue como me llené de fuerza y de razones para cambiar. Ahí no me enseñaron nada diferente a lo que dice la Iglesia Católica.
Estudiando, también entendí que los mandamientos no están para fastidiar a la gente. La doctrina de la Iglesia lo que hace es ayudarnos a vivir como lo que somos, personas humanas a las que Dios quiere mucho. Y, para vivir de acuerdo con esto, hay que esforzarse, porque uno cree que lo natural es lo que sale solito, lo espontáneo, lo que no cuesta esfuerzo, y resulta que no, que tenemos que trabajarnos, que esforzarnos para poder realizarnos plenamente como seres humanos. Y, el mejor modelo de ser humano es Jesucristo, que es Dios pero que también es Hombre perfecto.
¿Qué más ha cambiado en su vida desde que se acercó al Opus Dei?
Como te decía, en el campo aprendí a ser rudo, a llevarme por delante lo que se me interpusiera. Ahora, trato de ser justo, de buscar el bien de los demás, el material y el espiritual, y rectifico cuando lo he hecho mal, pido perdón. También hablo con mis amigos para que se acerquen a Dios, les hago ver que yo cambié y que sigo en esa lucha, que sí se puede, que tratando de hacer las cosas bien, uno está mejor.
¿Lo obligan a dar su dinero para el Opus Dei?
A mi nunca nadie me ha obligado a nada!, dice Alejandro, mientras da un puño en el escritorio. Yo siempre he hecho lo me da la gana.