La mañana luminosa de los santos venezolanos en Roma

Lorena Gil cuenta en primera persona cómo vivió la subida a los altares de los nuevos santos venezolanos

Siempre he pensado que hay que acompañar a los amigos en los momentos importantes y este acontecimiento lo era. Me sentí invitada por José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles a estar en primera fila cuando entraran al catálogo de los santos. Mi primera vez en Roma, año jubilar, ver al Papa... Todo era nuevo, todo brillaba con el sol romano en este día tan especial.

La fila para acceder a la ceremonia era bastante larga, pero las conversaciones amenas aligeraban la espera y el frío de las 6:30 de la mañana. El cuadrante frente a la estatua de San Pedro estaba lleno de venezolanos, pero cuando veía las cámaras me daba cuenta de que el tricolor nacional plenaba la plaza. Una imagen de El Señor de los Milagros, devoción peruana, brillaba al otro costado de la explanada.

Las pantallas se llenaron con el tricolor nacional

La gente se saludaba como las familias que tienen años sin verse. La mayoría de venezolanos que pude ver viven en el extranjero y añoran su país. Una señora me dijo: "Estar aquí y oír a todos hablar con nuestro acento es como tener un pedacito de Venezuela en Roma". Lo decía mientras abrazaba con cariño la bandera. Pensé entonces que el primer milagro de José Gregorio y Madre Carmen era hacer a esta gente feliz dándoles un pedazo de ese terruño que ven tan lejano.

El Papa León XIV decía en su predicación que los nuevos santos “con la gracia de Dios mantuvieron encendida la lámpara de la fe, y más aún, se convirtieron ellos mismos en lámparas capaces de difundir la luz de Cristo”.

Un domingo soleado y fresco permitió seguir con devoción la Santa Misa

"Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor". Esas palabras que tantas veces hemos leído en el punto 1 de Camino se me hicieron vida en esta canonización.

Es fácil pensar en el mensaje de San Josemaría al ver la vida de trabajo profesional de José Gregorio Hernández y enamorarnos de Jesús en la eucaristía como la Madre Carmen Rendiles. Es que la llamada universal a la santidad que predicó Escrivá desde 1928 no es una entelequia: está en la vida de cada día, dando luz a otros. Me trae a la memoria el poema de Andrés Eloy Blanco, Coloquio bajo la palma:

Lo que hay que ser es mejor,

y no decir que se es bueno,

ni que se es malo,

lo que hay que hacer es amar

lo libre en el ser humano,

lo que hay que hacer es saber,

alumbrarse ojos y manos

y corazón y cabeza

y después, ir alumbrando.

Esa luz de nuestros santos se reflejaba en las sonrisas y alegrías de muchos que vinieron a darles gracias personalmente. "Estamos sumamente satisfechos por la entrada de José Gregorio Hernández al catálogo de los santos, creemos que era una deuda con él y estamos contentos por la Madre Carmen y por todos los santos", comentaba un señor en la plaza.

Con él estaba su esposa, la nieta del médico Rafael Ottamendi, quien fue alumno de José Gregorio Hernández en la Universidad Central de Venezuela. Explicaba que su abuelo lo acompañaba siempre y en el funeral estuvo junto a su féretro. "A nosotros nos hizo un milagro con nuestro hijo y aunque el médico no quiso certificar su curación, sabemos que él nos hizo ese favor", aseguró.

La margariteña Gloribel Salazar estaba emocionada con las voces y banderas venezolanas. Comentaba que a su hermano menor lo habían desahuciado en el hospital cuando era un bebé. Sus padres y la abuela se lo llevaron a la casa y rogaban por su curación. La madre aseguraba que José Gregorio le dio unas recomendaciones en sueños y ella lo puso por obra. Hoy, 50 años después, vive una vida completamente normal.

El jolgorio se extendió a los alrededores de San Pedro al salir de la ceremonia

Son muchos los milagros que se cuentan del nuevo médico santo , sin embargo, lo definitivo, la razón por la cual subió a los altares fue cada una de las vivencias donde sirvió a Cristo en los enfermos, al igual que la Madre Carmen: una vida de servicio abnegado a los demás que le abrió las puertas del cielo.

Las "enhorabuenas"

La palabra enhorabuena no es muy usada en Venezuela, pero en estos días en Roma me la dijeron muchas veces, con una sonrisa de quien genuinamente se alegra por un laurel bien merecido.

Para una persona del Opus Dei, vivir las virtudes heroicas hasta alcanzar el cielo es la meta y la llegada a los altares de dos connacionales nos puede recordar que no se trata de tener mejores condiciones, sino de vivir una vida enamorada de Cristo.

La Madre Carmen Rendiles vivió con un solo brazo y esa condición no la limitó: al contrario, la hizo sobreponerse y ser líder desde muy pequeña. Aprendió a cargar su cruz y enseñó con su ejemplo a que se puede llegar muy lejos si se ama a Dios verdaderamente. San Josemaría escribió en la segunda carta del libro Cartas I: "Y nada de mentalidad de víctima. Hay una sola Víctima: Cristo Señor Nuestro en la Cruz. Calma y espíritu de servicio necesitamos". Así hizo la Madre Carmen y así los grandes santos de la Iglesia han enseñado cómo se vive en cristiano.

José Gregorio Hernández lidió también con enfermedades, las cuales fueron incluso obstáculos en determinados momentos de su vida. No obstante, Dios se valió de sus ofrecimientos para mostrarle el camino que debía seguir, la atención a sus pacientes en medio de su carrera profesional y en medio del mundo, lejos de la cartuja o de la labor sacerdotal que él pensaba que sería su camino vocacional.

Algunas personas imprimieron estampas para compartir en la ceremonia

Al ver a mis paisanos en los pendones de la Basílica de San Pedro pensé mucho en San Josemaría, en su deseo de que todos los cristianos fuéramos santos de altar, auténticos, canonizables. Esos santos que iban a misa en las mismas iglesias a las que voy cualquier día de la semana, que caminaron las calles por las que también yo camino, que vivieron realidades similares a las nuestras y que desde este domingo 19 de octubre son intercesores ante Dios por Venezuela y por cualquier persona de bien que quiera su noble amistad para ayudarlos a alcanzar la meta de la gloria en el Cielo.

Una bandera traída desde Sevilla está firmada por cientos de venezolanos

Lorena Gil Adrián