Si hace más de 100 años algún amigo del doctor José Gregorio Hernández le hubiera dicho que su retrato estaría en la entrada de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, quizás no se lo habría creído, pero trabajó santamente y murió santamente el 29 de junio de 1919, al ofrecer su vida por el fin de la Primera Guerra Mundial.
Este médico nacido en el estado Trujillo fue pionero de muchos avances en la microbiología, un profesional de primera línea. Se le conoce como el “Médico de los pobres”, pero trabajaba para todos y eximía de honorarios a la gente que no podía pagarle, además de darles las medicinas para que cumplieran bien su tratamiento. Iba a misa cada día, rezaba el rosario, era buen amigo, le encantaba la música –¡tocarla y bailarla!– se encontraba entre los mejores profesores de la Universidad Central de Venezuela y entre los mejores médicos del Hospital Vargas, en Caracas.
Su vida refleja bien lo que San Josemaría le dijo una vez a un médico en un encuentro: “Cuando te laves las manos, cuando te pongan la bata, cuando te metas los guantes… tú piensa en Dios. Y piensa en ese sacerdocio real del que habla San Pedro. Y tú, entonces, no tendrás rutina. Harás bien a los cuerpos y a las almas”. José Gregorio Hernández intentó dos veces ser sacerdote, y resulta que el sacerdocio que Dios le pedía era estar entre sus pacientes y sus alumnos de la universidad.
¡Cuántas enseñanzas de San Josemaría respecto a la santificación del trabajo! Este médico venezolano hizo vida una enseñanza que está en la entraña de los evangelios, que vivió Jesús con su trabajo como artesano: todos estamos llamados a santificarnos a través de nuestra vida cotidiana.
Y también, en la fachada de la basílica vaticana, estará la Madre Carmen Rendiles, una religiosa venezolana que puso en el centro de su vida a Jesús en la eucaristía. Ella tenía una particularidad: nació sin el brazo izquierdo. Lejos de amilanarse, desde muy niña cultivó el “ir por delante”, tanto, que fundó en Venezuela las Siervas de Jesús cuando su congregación francesa pasó a ser instituto secular. Fiel a la vocación a la que Dios la llamó, llevó adelante su misión: amar a Jesús Hostia –como le gustaba llamarlo– y abocarse a la educación. San Josemaría siempre amó y veneró a los religiosos. En un autógrafo suyo dirigido a los miembros del Opus Dei, escribió: "Una gran misión nuestra es hacer amar a los religiosos".
El Papa León XIV decretó en su primer Consistorio Ordinario Público la canonización de estos dos venezolanos junto a Ignazio Choukrallah Maloyan, Peter To Rot, Vincenza María Poloni, María Troncatti y Bartolo Longo. Se inscribierán en el catálogo de los santos el domingo 19 de octubre de 2025. La ceremonia será transmitida por el canal de Youtube de la Santa Sede, así como por distintos canales de televisión por cable y señal abierta, concretamente en Venezuela a través de Vale TV.
Rendiles y Hernández son los primeros santos venezolanos. El país está de júbilo, pues la causa de José Gregorio duró más de 70 años, pero desde su funeral el pueblo entero ya lo daba por santo. Por su parte, la Madre Carmen, fallecida en olor de santidad el 9 de mayo de 1977, ha sido un modelo de vida cristiana tanto para su congregación y todas las personas que se han nutrido de sus apostolados.
