Con la coordinación del Centro Cultural Arenales, un grupo de 13 jóvenes de distintas universidades del estado Lara se trasladaron por cinco días a esa población para ayudar a la comunidad a pintar la capilla y el salón de usos múltiples de un caserío cercano llamado Sabaneta.
“Esta actividad se preparó un mes antes. Los estudiantes hicieron gestiones para conseguir la pintura y los materiales necesarios para realizar el trabajo: brochas, rodillos, espátulas, etc. Uno de ellos incluso dio de su dinero para completar lo que faltaba. También organizamos dos encuentros deportivos con la gente del pueblo”, explicó Francisco Pérez-Gruber, director del Centro Cultural Arenales.
“Sabíamos que tenían problemas porque habíamos estado ahí —cuenta Marcos Asuaje, unos de los asistentes. Así que, si no lo hacíamos nosotros, quién lo iba a hacer, ¿por qué no ayudar? Además, la pasamos tan bien que volvería todas las veces. La gente del pueblo nos trató excelentemente bien. Tan bien, que el trabajo fue lo de menos”.
“Además –sigue diciendo Marcos— lo hacíamos por sentido cristiano. De hecho, fuimos todos los días a las Misas de aguinaldo a las 5:30 de la mañana. Había tan buen ambiente que incluso las personas que habitualmente no iban a Misa estaban ahí cantando. Nadie se quejó. Fue muy natural. Pienso que fue así porque sabíamos que estábamos haciendo algo bueno. Todo era por una buena intención. Los muchachos del pueblo todavía nos mandan mensajes y nos llaman para agradecernos. Ojalá otras personas se animen a sacrificar un poquito de su tiempo para cosas como ésta, aunque sean vacaciones. Vale pena”.
“Las personas necesitamos hacer obras de caridad—afirma David Malpica, otro de los asistentes. Si Dios le da la gracia a uno, entonces uno tiene que corresponder a eso haciendo algo por los demás. Es una experiencia muy buena. Me gustaría hacerlo otra vez. De hecho, le diría a otros que se atrevan a hacer lo mismo”.
“Uno de los objetivos de las actividades de formación que organiza el Centro Cultural Arenales desde su inicio —comenta Francisco Pérez-Gruber—, es sensibilizar a los estudiantes en beneficio de los más necesitados. En tal sentido, conseguimos en la población de San Pedro un lugar donde poder realizar una labor social: trabajar desinteresadamente, dando de nuestro tiempo, para ayudar al bien de los demás. Recuerdo que uno de los muchachos que asistió me comentó: «Esta actividad hay que volverla a realizar, es imposible imaginar la cantidad de necesidades que tiene la gente. Y yo lo tengo todo». Además, pintamos la capilla y el salón. La gente del caserío estaba muy contenta. Creo que se logró el objetivo”.