Audio: Via Crucis de San Josemaría

Ofrecemos en audio el texto del Vía Crucis de San Josemaría Escrivá, para meditarlo y compartirlo con amigos y familiares.

«Señor mío y Dios mío, bajo la mirada amorosa de nuestra Madre...» (1:00 min)

I estación: Condenan a muerte a Jesús (6:46 min)

II estación: Jesús carga con la cruz (5:24 min)

III estación: Cae Jesús por primera vez (4:46 min)

IV estación: Jesús encuentra a María, su Santísima Madre (5:24 min)

V estación: Simón ayuda a llevar la cruz de Jesús (4:58 min)

VI estación: Una piadosa mujer enjuga el rostro de Jesús (5:40 min)

VII estación: Cae Jesús por segunda vez (5:30 min)

VIII estación: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén (4:40 min)

IX estación: Jesús cae por tercera vez (5:28 min)

X estación: Despojan a Jesús de sus vestiduras (05:12 min)

XI estación: Jesús es clavado en la cruz (05:18 min)

XII estación: Muerte de Jesús en la cruz (6:28 min)

XIII estación: Desclavan a Jesús y lo entregan a su Madre (5:44 min)

XIV estación: Dan sepultura al cuerpo de Jesús (5:44 min)

El Fundador del Opus Dei preparó este «Via Crucis» como fruto de su contemplación de las escenas del Calvario

San Josemaría aconsejaba la meditación frecuente de las escenas de la vida de Cristo, especialmente de aquellas que narran su Pasión, Muerte y Resurrección, en las que solía detenerse con especial detalle y amor.

Entre otras muchas consideraciones, contemplaba la Humanidad Santísima de Cristo, que se nos revela con toda la flaqueza humana y con toda la esplendidez divina.

" El Vía Crucis no es un ejercicio triste -comentaba Mons. Álvaro del Portillo en el prólogo a la primera edición de 1981-. Muchas veces enseñó Mons. Escrivá de Balaguer que la alegría tiene sus raíces en forma de cruz. Si la Pasión de Cristo es camino de dolor, también es la ruta de la esperanza y de la victoria segura.

Esta obra póstuma de Mons. Escrivá de Balaguer – continuaba Don Álvaro en el mismo prólogo – fue preparada para ayudar a hacer oración y, con la gracia de Dios, para [ayudar a] crecer en espíritu de compunción -dolor de amor- y de agradecimiento al Señor, que nos ha rescatado con el precio de su sangre