Mi nombre es José Alejandro, soy guatemalteco y tengo 37 años. Como padre, quiero compartir un testimonio que ha marcado profundamente nuestras vidas, un testimonio de fe, amor y esperanza, gracias al Venerable Siervo de Dios, Dr. Ernesto Cofiño, a quien pedimos su intercesión por la salud de nuestro hijo mayor, Diego Alejandro, de 11 años.
A Diego le diagnosticaron un tumor cerebral llamado craneofaringioma. El diagnóstico fue sumamente delicado: el tumor era grande, complejo y extremadamente desafiante para realizar una cirugía. El temor y la incertidumbre nos envolvieron, pero la oración constante y la fe en Dios nos dieron la fuerza para afrontar cada día.
En cada momento de esas semanas, pudimos ver la mano de Dios guiando, sanando y protegiendo a nuestro hijo.
Gracias a Dios, y a un equipo médico excepcional que Él puso en nuestro camino, la cirugía fue realizada con éxito. Sin embargo, lo que para nosotros fue un proceso largo y difícil, con 30 días en cuidados intensivos, fue también un proceso profundamente milagroso. En cada momento de esas semanas, pudimos ver la mano de Dios guiando, sanando y protegiendo a nuestro hijo.
Durante esos días, oramos mucho, tanto en familia como en cadena de oración con amigos, compañeros de escuela y muchas personas que conocen a Diego, quienes se unieron a nosotros pidiendo por su vida y su sanación. Fue un milagro de amor y misericordia, y como familia, fuimos testigos de ello.
El Dr. Cofiño había hecho mucho por la salud de los niños y debíamos acudir a su ayuda.
Personalmente, estuve pidiendo la intercesión del Dr. Ernesto Cofiño, a quien recordé constantemente con la estampita que me regaló Juan Pablo, el médico que estuvo a cargo de los cuidados intensivos de Diego. El médico, con gran fe, carisma y tranquilidad, nos animaba a mantener una oración constante y a pedir la intercesión del Dr. Cofiño, quien, como él nos explicó, había hecho mucho por la salud de los niños y que, por eso, debíamos acudir a su ayuda.
Diego ingresó al hospital el 17 de abril, tras sufrir una convulsión, y fue intervenido quirúrgicamente en cuatro ocasiones. Pasó 30 días en cuidados intensivos, la mayoría de ellos sin poder responder, hablar o reaccionar, lo cual fue una lucha constante y un desafío para nuestra familia. Fueron momentos difíciles, pero a la vez, llenos de bendiciones, fortalecidos por la oración, la fe y la paciencia que solo Dios pudo darnos para mantenernos firmes y en paz.
Hoy, más de dos meses después, Diego se encuentra en recuperación. Lleva 77 días desde la cirugía mayor realizada el 1 de abril, y aunque aún queda camino por recorrer en su rehabilitación, estamos muy agradecidos por los avances que ha tenido. Ya ha comenzado a caminar, a hablar y permanece despierto durante más tiempo. A pesar de que el tumor causó algunos daños en su sistema endocrino, los médicos nos han asegurado que nada es irreversible, y estamos viendo cómo su cuerpo se va sanando día a día.
A pesar que el tumor era de gran tamaño y complejidad, la cirugía logró extraerlo en más del 90%
Lo más impresionante de todo es que, a pesar de que el tumor era de gran tamaño y complejidad, la cirugía logró extraerlo en más del 90%. Las resonancias magnéticas realizadas después de la intervención no logran detectar rastros del tumor, lo cual es, para nosotros, un milagro. Algunos médicos incluso dicen que ha desaparecido por completo. Sin embargo, los neurocirujanos recomiendan una pequeña sesión de radioterapia para eliminar cualquier posible residuo, pero en general, el pronóstico es excelente.
Uno de los regalos más grandes que Dios nos dio fue que Diego fuera uno de los pocos niños, si no el único, que pudo ser operado mediante una técnica endoscópica nasal, lo cual evitó una craneotomía. Este enfoque menos invasivo fue una bendición, pues no hubo complicaciones, hemorragias ni infecciones. Todo salió bien, y no hubo ningún susto. Esto solo reafirma nuestra certeza de que la mano de Dios estuvo presente en cada momento, guiando a los médicos y sanando a nuestro hijo.
Esperamos que este testimonio sirva para continuar fortaleciendo la causa del Dr. Ernesto Cofiño y para inspirar a otras personas a incrementar su fe
Hoy, Diego está lleno de fe y ánimo para continuar su rehabilitación. Es un ejemplo de lucha y resistencia, un testimonio vivo de la sanación y el milagro que Dios hizo. Esperamos que este testimonio sirva para continuar fortaleciendo la causa del Dr. Ernesto Cofiño y para inspirar a otras personas a incrementar su fe. Este testimonio de sanación y milagro no solo es un reconocimiento a la intervención divina, sino también un llamado a pedir a Dios con fuerza y confianza, entregándole nuestras vidas en las buenas y en las malas.
Tenemos todos los resultados, laboratorios, imágenes y testimonios médicos que respaldan este caso desde el punto de vista clínico, humano y espiritual. Agradecemos a Dios por su misericordia y por habernos permitido vivir esta experiencia de fe.