"Primero los padres, luego los profesores y después los alumnos"

Es una de las fundadoras de Los Pilares, Monte VI y Our Kids, colegios que nacieron bajo el influjo de San Josemaría pero que salen adelante porque un grupo de padres se ha puesto al hombro esa responsabilidad

En el año 1962 conocí la Obra. Llegué una mañana al Centro de la calle Martí, buscando información y “allí me quedé”. Me impresionó el ambiente sereno y alegre, el orden y el buen gusto. La capilla era muy sencilla: el sagrario, una pequeña caja de madera; saltaba a la vista el cuidado de la limpieza y los detalles, las flores del altar siempre frescas, el silencio que se guardaba. Todo ello transformaba esa capilla en una catedral para mí.

Me llamaba la atención el cariño, la naturalidad, el respeto con que se referían al Fundador. Lo llamaban “el Padre” y se notaba el empeño por ser fieles a sus enseñanzas. Poco después me asombraba el hecho de que yo también fuera queriendo a ese sacerdote que me miraba desde una fotografía de familia.

Empecé a sentir la necesidad de animarme a vivir los puntos del libro Camino. Fui descubriendo la maravilla de encontrar a Dios en la vida ordinaria, en todo lo que hacía. En el año 1964 pedí la admisión como Supernumeraria.

La conciencia -y la ilusión- de ser los primeros educadores de nuestros hijos, de que este era un derecho -deber irrenunciable-, nos hizo fuertes

La tarde del 10 de junio de 1974 conocí a monseñor Josemaría Escrivá en Buenos Aires. No se ha borrado de mí la sensación de ese momento: el Padre transmitía un gran cariño, una gran comprensión y a la vez una gran exigencia. Pienso que esto es lo que nos hacen sentir los santos: el amor y la exigencia del Señor.

Una de las primeras cosas que le oí decir, contestando a una pregunta que le hicieron, fue que se sabe que uno vive a fondo su vocación “cuando nunca dice que no puede”. Más adelante me fui dando cuenta de que esto sólo es posible si se pone toda la confianza en Dios -que es el que realmente puede- y a la vez, se pone todo lo nuestro, que siempre es poco.

Tal vez fue ese tener tan presentes las palabras del Padre lo que hizo que, cuando en 1977 me sugirieron empezar uno colegio, dijera que sí, que podía. No estaba sola, otras madres se entusiasmaron con la idea. Sería un colegio de niñas, tendría las características propias de un colegio de nuestro país y las concretas que quisiéramos darle. Pero fundamentalmente tendría las características de otros colegios que ya funcionaban en el mundo inspirados en las enseñanzas sobre educación de Mons. Escrivá. Una de estas características fundamentales era que los que los llevan adelante son los padres: había que convencer a los maridos de embarcarnos en la aventura y... pudimos. No teníamos nada, ni dinero, ni idoneidad en educación, ni casa, ni muebles, ni alumnas.

Bueno, en realidad sí teníamos y teníamos mucho: el convencimiento de que valía la pena la labor que comenzábamos. Y pusimos todo lo que pudimos. Nos informamos más, estudiamos un poco, viajamos a Buenos Aires a aprender del Colegio que allí funcionaba. Formamos una comisión, redactamos los estatutos, buscamos consejo jurídico, buscamos afanosamente casa, muebles -¡cuántos rincones de nuestras casas quedaron vacíos!- , alumnas...

A veces nos asustábamos un poco: no serían colegios católicos; no serían colegios del Opus Dei, serían colegios nuestros, de los padres y nuestra sería la responsabilidad en todos los aspectos.

Pero la conciencia -y la ilusión- de ser las primeras educadoras de nuestros hijos, de que este era un derecho -deber irrenunciable-, nos hizo fuertes y, ejerciendo nuestra libertad de ciudadanas y de fieles de la Iglesia fundamos Los Pilares. Un año más tarde -en 1979- Monte VI y hace poco, el Colegio Pre-escolar Ours Kids.

No serían colegios católicos, pero enseñaríamos la doctrina cristiana muy unidos al Magisterio. No sería colegios del Opus Dei, pero queríamos enseñar a vivir su espíritu. Por eso, el trabajo bien hecho es el eje por el que pasa toda la educación de nuestros alumnos.

Por eso, en la educación de nuestros alumnos encontramos puntos fuertes del espíritu del Opus Dei: libertad responsable, servicio, alegría, cuidad de las cosas pequeñas, ejercicio de las virtudes humanas, vida de piedad, filiación divina, devoción mariana....

El colegio es un ideal, nunca podremos decir “ya está”. Hemos andado mucho camino, queda mucho por hacer. Siempre podremos ayudar mejor a los padres -nunca sustituirlos- a preparar a sus hijos para la vida, para que sean felices.

El ideario -proyecto educativo- del colegio es una maravilla, vale la pena empeñarse en hacerlo realidad cada vez con más fidelidad. Este proyecto es nuestro compromiso, y este nació de nuestro encuentro personal con las enseñanzas de San Josemaría sobre la educación, sobre la responsabilidad de los padres en la educación de los hijos, sobre su derecho de promover centros educativos que sean una prolongación de su hogar, donde sus hijos reciban valores que ellos quieran darles.

Cora Luvizio de Frontini, Fundadora de Asproe (Asociación Promotora Educativa) // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002