Viaje pastoral del prelado del Opus Dei a Argentina

Mons. Fernando Ocáriz concluyó su viaje pastoral a Argentina. Ofrecemos un vídeo resumen y un artículo, además de una extensa galería de fotos.

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8 de agosto

En su último día en Argentina, el prelado se despidió de la Virgen de Luján, como hizo san Josemaría hace 44 años.

Antes de su paso por la basílica, saludó a un grupo de mujeres que lleva adelante los Talleres Marangatú. Se trata de una iniciativa impulsada por fieles y cooperadoras del Opus Dei para favorecer el desarrollo integral de la mujer y la familia. Le acercaron una cartulina con un collage de fotos de los distintos talleres que se dictan. Mons. Ocáriz escribió sobre la composición estas palabras: “Siempre fieles, siempre alegres”.

También saludó a las autoridades de la Fundación Marzano, institución que desde 1974 promueve el desarrollo rural y la inclusión social en nueve escuelas de las provincias de Mendoza, Santa Fe y Buenos Aires. Les felicitó por el nuevo proyecto lanzado en Luján: el Centro de Formación “Los Aromos”. No faltó el aliento ante los desafíos –“Es un trabajo imponente el que realizan”, les dijo–, y los animó a que trabajaran muy unidos. En una foto con la cronología de los Centros de Formación Rural, escribió estas palabras: “Con mi bendición más cariñosa para todas y todos los que sacáis adelante esta magnífica labor de los Centros de Formación Rural”.

Ya en la Basílica de Nuestra Señora de Luján oró unos minutos y rezó una Salve ante la imagen de la Virgen presente en tierras argentinas desde 1630. Luego, Mons. Ocáriz se dirigió a una de las capillas laterales donde en 2009 se instaló una imagen de san Josemaría. Allí se recuerdan unas palabras del Fundador del Opus Dei, pronunciadas en Buenos Aires el 26 de junio de 1974: “Yo tengo hambre de quedarme con vosotros. Y cuando me vaya me quedaré a los pies de Santa María de Luján; ahí dejo mi corazón. Hijos míos, gracias, gracias a Dios, gracias a vosotros, y gracias a Santa María de Luján: porque he venido, y porque me iré, pero volveré; y, además, me quedaré”.

En el libro de firmas de la basílica, el prelado escribió: “Con la alegría de haber rezado en este santo lugar a la Santísima Virgen de Luján, siguiendo los pasos de san Josemaría, pongo mis intenciones ante la intercesión de María, pidiendo por toda la Nación Argentina”. El P. Lucas, sacerdote de la basílica, le obsequió unas estampas de la Virgen de Luján con trocitos de un manto usado por Ella.

Por la tarde, partió en avión desde el aeropuerto de Ezeiza rumbo a Bolivia, donde continuará su gira pastoral por tierras de Latinoamérica.


7 de agosto

Mons. Fernando Ocáriz visitó hoy la Universidad Austral, sede Pilar, de la que es Rector honorario. A pocos metros de la entrada, lo esperaban familias, docentes y alumnos del jardín Cauquén y los colegios Los Candiles y Los Caminos.

Recorrió primero el Hospital Austral; luego, el Edificio de grado y, finalmente, la Escuela de negocios. Allí compartió un breve encuentro de diálogo con todas las unidades académicas de la Universidad.

El prelado del Opus Dei, en la Universidad Austral.

En ese espacio, Florencia Nizzoli, en representación de la Dirección de estudios de las facultades, le presentó a una alumna de la Facultad de comunicación quien profundizó su camino de fe en la Universidad. Representando el sector salud, el Dr. Ernesto Beruti, jefe del servicio de Obstetricia del Hospital Austral, le transmitió al prelado una síntesis del aporte realizado por la Universidad en el debate del aborto. Carolina Dams, la primera doctoranda del IAE (Business School), habló sobre el valor y la felicidad de trabajar, día a día, por amor y dando gloria a Dios.

Por su parte, Mons. Fernando Ocáriz, destacó el buen trabajo que se realiza desde la Universidad Austral: “El concepto de Universidad indica no un conjunto de elementos independientes, sino una unidad. Es una universalidad de saberes, de profesores y alumnos que tienen una unidad. La interdisciplinariedad de las facultades, el hospital y la escuela de negocios hacen un todo. Y también, la unidad entre ustedes, en todos los niveles. Aquí he visto, y me ha dado mucha alegría, esa unidad, esa interdisciplinariedad. Luchen por esto, que es una condición capital de eficacia y de progreso; ayúdense, compartan, sepan apoyarse para que nadie se sienta aislado”.

En la sala de Juegos Terapeuticos del Hospital Austral.

También resaltó la importancia de tener espíritu de superación “y no por un esfuerzo de afirmación personal, sino para servir mejor a los demás”.

Finalmente, el prelado del Opus Dei recibió el diploma de Rector honorario de la Universidad Austral, título que le había otorgado el Consejo superior en marzo de 2017.

Durante su estancia saludó también a varias familias: dos encuentros fueron especialmente emotivos. Enrique y Lili, con sus gemelos de ocho años, estaban esperándolo frente a la capellanía del hospital. Enrique, profesor de Economía en la Universidad de San Andrés, padece un cáncer avanzado. Quiso agradecer al Padre su cercanía y entregarle encuadernados sus papers académicos publicados desde 2005 hasta la actualidad: sus horas de trabajo. Antes comentaba que san Josemaría insistía en poner las últimas piedras en la tarea profesional y que, para un investigador, llegar a la publicación es poner la última piedra.

En la sala de Neonatología está internada Clementina, recién nacida, que padece un síndrome genético severo. Sus padres, Carolina y Juan, recibieron el consuelo del prelado.

Analía, mamá de Beltrán e Ignacio, mellizos que nacieron antes de la semana 30 de gestación y se están recuperando en Neonatología, tuvo ocasión de conversar con el prelado y compartir su experiencia.

El día anterior, en la celebración de la misa en San Benito.

En los trayectos, el Padre fue saludando a unos y otros; estudiantes, docentes y profesionales administrativos se acercaban para mostrarle fotos de la familia, entregarle cartas y regalos o pedirle oraciones.

Al dejar el campus, luego de una foto emblemática en la fachada del edificio principal del IAE, atravesó el Parque Austral y saludó a los del centro Arboleda, ubicado en ese predio.

Mientras atardecía en San Miguel, unas 20 familias de Buenos Aires tuvieron ocasión de compartir unos momentos con el Padre en La Chacra y llevarse un consejo y una alegría.


6 de agosto

Mons. Ocáriz visitó por la mañana al cardenal Poli en la curia porteña y luego se dirigió a Barracas, para saludar a las comunidades educativas de los colegios Cruz del Sur y Buen Consejo, de AESES (Asociación de Emprendimientos Sociales, Educativos y de la Salud).

Los chicos del colegio Cruz del Sur recibieron al prelado entonando “Siempre alegres”, un tema de origen salesiano. Al terminar, el Padre les pidió la letra impresa para leerla con calma en el coche de camino a su siguiente encuentro. El estribillo reza: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres” y una estrofa expresa: “el que es un santo triste, un triste santo es; servir a Dios alegres es nuestra santidad”.

«Veamos a los demás como son, como los ve el Señor»

Martín, el director del colegio, le presentó los dibujos realizados por los alumnos durante de la “Semana de san Josemaría”, que estaban expuestos en una pared central y regaló al prelado en nombre de todos un juego de ajedrez, práctica que es sensación entre los estudiantes.

Estos colegios desarrollan un proyecto educativo de inclusión, en permanente contacto con las familias. El Buen Consejo cumplió recientemente 100 años y con esa ocasión el Papa Francisco envió una carta de felicitaciones a través del capellán, el padre Pedro Velasco Suárez. Hace años, el entonces cardenal Bergoglio bendijo una imagen de María Santísima, que hoy las alumnas entregaron al prelado. Luego, Mons. Ocáriz les regaló una reliquia de san Josemaría para poner en la capilla.

“Le pedí un consejo para todas las maestras del colegio -narró Sofía, una de las profesoras- y me dijo que no nos olvidemos nunca de infundir el amor de Jesús en el corazón de cada una de nuestras alumnas”. El evento incluyó canciones, violines, flautas, guitarras, saludos, un ramo de flores para la Virgen y preguntas de las estudiantes.

Por la tarde, se acercó a la nunciatura para un cordial encuentro con Mons. Léon Kalenga Badikebele, llegado al país en junio pasado.

Finalmente, presidió la concelebración eucarística de la Fiesta de la Transfiguración en la parroquia San Benito de Palermo. En la homilía, reflexionó sobre la importancia de la centralidad de Jesucristo, tanto en la historia de la humanidad como en la historia de cada persona: “En Cristo se cumple todo el plan de Dios anterior a Él, toda historia converge ante Jesús, adquiere su sentido en Jesús”.

Del mismo modo, recordando las palabras de san Pablo “para mí vivir es Cristo”, afirmó que “nuestra vida adquiere su verdadero sentido en Jesucristo”, y recordó tres pasos de la vida espiritual que señalaba san Josemaría: “Que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo”.

Para que la centralidad de Cristo sea una realidad, invitó a “buscarlo en la vida ordinaria: en el trabajo, en la familia, en el descanso”; y también a escucharlo, con una escucha “transformadora”, que se nutre del Evangelio y de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía.

Consideró, siguiendo al Papa Francisco, que necesitamos la fe “para ver a los demás como son, como queridos por Dios, como los ve el Señor” y subrayó que “de la unión con Cristo nace la fuerza apostólica”.

Concluyó con un llamado a evangelizar la familia: “¡Qué importante es el trabajo de ayudar a las familias! La familia cristiana es y debe ser la Iglesia doméstica, donde crece la fe, donde crece esa búsqueda de Jesús, ese trato con Jesús, ese amor a Jesús”.


5 de agosto

Para el prelado, el domingo fue un día de encuentros con jóvenes. Comenzó a media mañana en el Colegio El Buen Ayre, donde centenares de chicas de diversas provincias argentinas y de otros países, lo sorprendieron con una canción compuesta especialmente para darle la bienvenida. Él las animó a transmitir la alegría de conocer a Jesucristo y, como ha venido haciendo en estos días, pidió oraciones por la Iglesia y por el Papa Francisco. Luego, Bernie compartió el gozo que sentían por los 50 años del Colegio El Buen Ayre; monseñor Ocáriz reconoció el trabajo que docentes y familias realizan en esta institución.

Valentina le consultó cómo hacer para afrontar el desafío de tender puentes y dar testimonio de caridad cuando el entorno no parece favorable. El prelado recomendó dar siempre testimonio con serenidad, queriendo a la gente, y recordó las palabras de san Josemaría, quien señalaba: “Yo no he necesitado aprender a perdonar, porque el Señor me ha enseñado a querer”.

Gracias a las inquietudes de Anita, Cata, Mirna, Abril y María, el Padre habló de santificación del trabajo, noviazgo, solidaridad y el aprovechamiento del tiempo libre.

Se vivió un momento especialmente emotivo cuando Caro, que no es creyente, confió al prelado que siempre se ha sentido querida y respetada en su libertad en la residencia CECU (Ciudad de La Plata), donde vive desde hace cinco años. Después, le consultó cómo hacer para ayudar a las personas de la Obra. El Padre le dijo: "Aunque tú no lo sepas o no lo creas, Dios te quiere muchísimo. Es Él el que te está dando las fuerzas para tener ese deseo de ayudar a los demás".

Otra asistente, preguntó: “Padre, ¿Qué le aconsejaría a las personas que somos exageradamente hiperactivas y, que a la hora de parar a rezar y escuchar qué quiere decirnos Jesús, tendemos a tener ese mismo acelere y ni siquiera le dejamos hablar?”. El prelado le sugirió “mirar a Jesús en el sagrario. Mirarle con una mirada de fe, de saber que está ahí para ti. Dedicar parte del rato de oración a no decir nada: escuchar mirando”.

Después, Mons. Ocáriz saludó afectuosamente a un grupo de venezolanos que le manifestaron su dolor y preocupación por la situación del país; y les habló de la necesidad del perdón.

Por la tarde, promotores de iniciativas dedicadas a la formación y acompañamiento de familias conversaron con el prelado, quien les alentó a continuar con esta importante misión.

Más adelante, estuvo con un grupo numeroso de jóvenes. El encuentro comenzó a ritmo de guitarra y palmas. Mons. Fernando Ocáriz se refirió al próximo sínodo de los obispos sobre los jóvenes y el discernimiento vocacional. Explicó que “todos tenemos vocación, en el sentido de un llamado de Dios. Él tiene un plan para cada uno: la santidad”.

En la conversación, también surgió la inquietud de cómo ayudar a otros jóvenes a hacer oración. Alentó a dar testimonio: “Transmitir la propia experiencia. No tanto en plan de dar una lección o una clase teórica. Entusiasma manifestando tu entusiasmo”.

Felipe tiene 21 años, estudia Derecho en la UBA (Universidad de Buenos Aires) y es de la ciudad de Mercedes. Preguntó cómo concretar la invitación del Papa Francisco para encontrar a Jesús en los amigos, compañeros y, especialmente, en las personas más necesitadas. El Padre lo invitó a tener siempre una “actitud interior de apertura a las necesidades de los demás”. Recordó que el Papa le había pedido en una audiencia que “el Opus Dei debía desarrollar una labor evangelizadora especialmente en las periferias de las clases medias”. Y explicó: “hay una periferia material, y también una espiritual. A la gente necesitada materialmente hay que ayudarla todo lo posible y aprender de ella”.

El día terminó nuevamente en La Chacra, donde saludó a numerosas familias, varias venidas desde Rosario.


4 de agosto

Hoy el prelado mantuvo diversos encuentros en el auditorio Parque Norte con fieles y amigos del Opus Dei. Antes y después, varias familias le saludaron. Mons. Ocáriz se detuvo con Alejandro y compartió su dolor por el reciente fallecimiento de su esposa, Mechi.

Mons. Fernando Ocáriz habló a los presentes sobre la esperanza: recordó un comentario de san Josemaría, quien evocaba una anécdota sobre Alejandro Magno cuando se dirigía a algunos amigos suyos: “Viéndoos a vosotros me queda la esperanza”. El prelado, añadió: “A mí me ocurre lo mismo en Argentina. A todos y a todas, el amor de Cristo nos urge, es lo que nos tiene que mover”.

La primera pregunta fue de Adrián. Recordando la carta del 14 de febrero de 2017, preguntó cómo poner más a Jesucristo en el centro de la vida espiritual. El prelado le invitó a dirigirse al Señor con estas palabras: “Jesús, vamos a hacer esto entre los dos”.

El prelado invitó a dirigirse al Señor con estas palabras: “Jesús, vamos a hacer esto entre los dos”

Luego, a lo largo de la conversación se habló en diferentes ocasiones sobre la familia. A partir de una pregunta de Javier, le recomendó empezar a sonreír en la puerta de su casa antes de entrar. “Aunque estés solo. A veces sonreír cuesta esfuerzo, por una preocupación o cansancio. Puedes llegar agotado y quizá no tienes fuerza para decir grandes cosas, pero si sonríes, ya eso ayuda. No solo ayuda a tu mujer o a tus hijos, sino a ti mismo”. Guillermo, de Santa Fe, quiso saber cómo mejorar en la relación con sus hijos. Algo similar preguntó también Nacho, de Tucumán. El Padre propuso ser realmente amigos de los hijos: “La amistad no es solamente que el hijo tenga confianza con el padre, le cuente sus cosas, le abra su corazón ante las dificultades o interrogantes que tenga. La amistad siempre es mutua: tienen que notar que hay sintonía entre los dos”.

Rolando compartió el desafío para mantener el cariño cuando los miembros de la familia están repartidos en varios países. En su caso, sus padres en el Salvador y los hermanos en Argentina, España, Guatemala, Estados Unidos… Mons. Ocáriz le propuso aprovechar especialmente los cumpleaños y aniversarios para estar pendientes los unos de los otros.

Por la tarde, el Padre volvió a Parque Norte para conversar con fieles de la Obra y cooperadoras. En un ambiente muy alegre, le dieron la bienvenida con cantos y aplausos. En las reflexiones iniciales, animó a rezar mucho por el Papa, “y no solo porque sea argentino, sino porque es el Papa, es el Vicario de Cristo para toda la Iglesia. Y porque lo necesita y lo pide, tiene gran fe en la eficacia de la oración de todos y de todas”.

Tertulia del prelado con fieles y cooperadoras del Opus Dei.

Marina preguntó sobre el poder transformador del trabajo. El Padre aconsejó poner a Cristo en el centro de cualquier tarea y así convertir todo en oración. A partir de la pregunta de Mechi, el Padre alentó a cultivar la amistad, también con las personas que piensan de modo diferente a uno mismo, descubriendo los puntos en común.

A raíz de las experiencias de Goldi y Alejandra, animó a ayudar a las familias desde que son jóvenes y transmitir experiencias vivas. Destacó que “la clave está en ver a Jesucristo en los demás, en querer a todos como son”. Además, añadió: “Tenemos que estar siempre contentos, y cuando no lo estemos, no hay que esperar a que la alegría venga a nosotros, hay que reconquistarla. Reconquistar la presencia de Dios, el acto de fe de que Dios nos ama, que estamos con Él, que somos de Él”.

Ana se emocionó al contarle sobre el trabajo que realiza junto con un grupo de personas en una zona vulnerable de Rosario. El prelado resaltó la necesidad de ser cada vez más misericordiosos y agrandar el corazón para que quepan en él las necesidades y miserias de aquellos que sufren.

Recordando una pregunta que le hicieron a san Josemaría en 1974, Verónica le pidió al Padre que dejara un mensaje para todos los argentinos. Haciéndose eco de la respuesta del fundador del Opus Dei, su sucesor dijo: “Que os queráis, que os comprendáis, que os sepáis perdonar si es necesario. Que os queráis, no es una cuestión de sentimentalismo, sino de una verdadera preocupación por los demás. ¿Y cómo es posible eso? Desde Jesucristo, viendo a Jesús en los demás”.

El prelado, con algunos de los jóvenes voluntarios.
Mons. Ocáriz concluyó la jornada en la casa de convivencias de La Chacra, donde saludó a familias de distintas partes del país. Alegrías y penas, proyectos y bendiciones surgieron entre las decenas de personas que abrieron su corazón al Padre. También silencios, como el caso de Luis e Inés, que llegado el momento se emocionaron y pudieron decir pocas palabras. En diversas respuestas, el prelado insistió en que la oración es lo más importante. Después de detenerse unos minutos con cada familia, el Padre bendijo a los presentes, animándolos a convertir cualquier ocupación en un motivo para vivir la presencia de Dios y la alegría.

3 de agosto

Esta mañana, el prelado llegó a Argentina desde Madrid. Le recibió en el aeropuerto el padre Víctor Urrestarazu, vicario regional, junto a otros amigos. También pudieron saludarlo allí Patucho e Inés.

Llegó a la casa de retiros de La Chacra entrada la mañana. Allí lo esperaban algunos de los primeros miembros de la Obra en Argentina, otros de distintas provincias y el equipo de jóvenes que ayudará en las actividades con familias.

Celebró la santa Misa con el mismo cáliz que san Josemaría utilizó el 26 de junio de 1974. En una homilía breve, invitó a reaccionar con fe ante las dificultades, una fe que lleva al cristiano a estar esperanzado y alegre.

En el Centro de Estudio y Trabajo La Chacra (CET) tuvo un encuentro con algunas universitarias de Venezuela, Bolivia, Paraguay y de distintas ciudades de Argentina. Luisa, venezolana, le relató las dificultades que está atravesando su país y el Padre invitó a todas a rezar por la situación de Venezuela y Nicaragua, secundando al Papa Francisco.

Mons. Fernando Ocáriz reza ante la Virgen de la Chacra, como hizo san Josemaría en 1974.

Al finalizar el encuentro, el prelado rezó ante la imagen de la Virgen ubicada en uno de los pasillos de La Chacra, la misma ante la que san Josemaría también oró, según recuerda una placa conmemorativa.


2 de agosto

Durante los próximos días, el Padre se encontrará con grupos de fieles y amigos del Opus Dei, saludará a numerosas familias de varias provincias y volverá a visitar —ahora como prelado— algunas de las instituciones sociales y educativas inspiradas por san Josemaría en el país.

Tendrá oportunidad de recorrer los colegios Buen Consejo y Cruz del Sur, ubicados en el barrio porteño de Barracas, y que llevan adelante un proyecto integrador para casi mil alumnos provenientes de la villa 21-24 y de los barrios aledaños.

Celebrará una misa para familias en la Iglesia San Benito y recibirá el título de Rector honorario en la Universidad Austral.

Antes de continuar su viaje hacia La Paz (Bolivia) peregrinará, como san Josemaría y el beato Álvaro en 1974, al santuario de la Virgen de Luján, Madre de todos los argentinos. También saludará a las promotoras y las participantes de los Talleres Marangatú, una iniciativa que busca empoderar a la mujer a través de la capacitación profesional.