Las noticias falsas: antiguas como la humanidad, pero cada vez más veloces

Artículo escrito por el Vicario regional del Opus Dei, Carlos Ma. González, para la Revista de Negocios del IEEM.

El término fake news comenzó a reptirse en la última campaña presidencial americana, para criticar a los medios que eran abiertamente favorables a Donald Trump. Pero rápidamente el presidente elegido se apropió del término como una etiqueta sencilla y eficaz para atacar a la prensa hostil. Tanto se difundió el concepto, que fue elegida como “palabra del año” 2017 por el diccionario Collins.

En Estados Unidos, el 62% de la población adulta elige las redes sociales como su fuente de información primaria, en un contexto en que cada usuario actúa simultáneamente como receptor y emisor de información no verificada, que se propaga sin control.

En 2016, según un informe del Foro Europa Ciudadana, las redes sociales eran la fuente primaria de información del 46% de las personas de la Unión Europea. De este grupo, en 60% tiende a propagar los contenidos sin haberlos leído completamente o sin haber verificado su veracidad. En Estados Unidos, el 62% de la población adulta elige las redes sociales como su fuente de información primaria, en un contexto en que cada usuario actúa simultáneamente como receptor y emisor de información no verificada, que se propaga sin control

El papa Francisco abordó recientemente este tema en un mensaje para la 52 Jornada mundial de las comunicaciones sociales que se celebrará el próximo 13 de mayo. El documento es breve y lleva el sugestivo título “La verdad os hará libres (Jn 8, 32). Fake news y periodismo de paz”. Las primeras palabras del título fueron pronunciadas por Jesucristo hace 2.000 años y mantienen más que nunca su vigencia.

Una frase falsa o un calificativo denigratorio, atribuidos con mala intención a una persona, se multiplican rápidamente y pueden arruinar injusta e irreparablemente su reputación, como lo podemos comprobar frecuentemente.

El papa advierte que “el hombre, si sigue su propio egoísmo orgulloso, puede también hacer un mal uso de la facultad de comunicar, como muestran desde el principio los episodios bíblicos de Caín y Abel, y de la Torre de Babel (cf. Gn 4,1-16; 11,1-9). La alteración de la verdad es el síntoma típico de tal distorsión, tanto en el plano individual como en el colectivo”. Evidentemente, la actual facilidad de escritura y difusión es una realidad maravillosa. Pero también es cauce de la expansión de mentiras y soporte de una moderna censura que no tolera el pensamiento disidente. Una frase falsa o un calificativo denigratorio, atribuidos con mala intención a una persona, se multiplican rápidamente y pueden arruinar injusta e irreparablemente su reputación, como lo podemos comprobar frecuentemente.

Francisco: “Ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos”.

En su mensaje, el papa comenta que, en realidad, la primera fake news no la difundió un medio de comunicación, ni tampoco una red social, sino …. ¡una serpiente! Y menciona la «lógica de la serpiente», en alusión al reptil que -según el relato bíblico del Génesis- indujo a Eva a comer el fruto prohibido. Bajo la forma de serpiente, el tentador formuló a la primera mujer un ejemplo clásico de pregunta manipulada: “¿Con que Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín?”. Eva le aclara que el mandato divino no era que no comieran de «ningún árbol», sino tan solo de un árbol. Pero terminó engañada, y el resto de la historia es bastante conocido. Porque, como concluye Francisco: “Ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos”.

En rigor, una "noticia falsa" es una contradicción, porque no es noticia: es una tergiversación, un engaño. El papa define las “fake news” como "informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas".

Una reciente investigación del MIT (Peter Dizikes en Mit News Office, march 8 2018) encontró que las falsas noticias se difunden más rápida, amplia y profundamente que las verdaderas. ¿Por qué? Hay muchas razones y es evidente que un sencillo trabajo de redacción las hace aparecer como verosímiles. Pero ¿por qué se difunden más rápido? Según el estudio del MIT, porque “parecen más novedosas”.

El papa apunta otra razón: “la eficacia de las fake news se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausibles. En segundo lugar, estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas, en el sentido de que son hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración. Su difusión puede contar con el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. De este modo, los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen”.

La verdad es aquello sobre lo que uno se puede apoyar para no caer. En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y digno de confianza, sobre el que se puede contar siempre, es decir, ‘verdadero’, es el Dios vivo.

Hay que saber discernir, no dejarse llevar por la ola de la superficie. El papa elogia por esto las iniciativas educativas, tecnológicas o institucionales −también de los propios medios de comunicación− para hacer frente a las falsedades. "El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad. En la visión cristiana, la verdad no es sólo una realidad conceptual que se refiere al juicio sobre las cosas, definiéndolas como verdaderas o falsas. La verdad no es solamente el sacar a la luz cosas oscuras, ‘desvelar la realidad’, como lleva a pensar el antiguo término griego que la designa, aletheia (de a-lethès, no escondido). La verdad tiene que ver con la vida entera. En la Biblia tiene el significado de apoyo, solidez, confianza, como da a entender la raíz ‘aman, de la cual procede también el Amén litúrgico. La verdad es aquello sobre lo que uno se puede apoyar para no caer. En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y digno de confianza, sobre el que se puede contar siempre, es decir, ‘verdadero’, es el Dios vivo".

En este contexto, el papa sugiere "promover un periodismo de paz, sin entender con esta expresión un periodismo ‘buenista’ que niegue la existencia de problemas graves y asuma tonos empalagosos. Me refiero, por el contrario, a un periodismo sin fingimientos, hostil a las falsedades, a eslóganes efectistas y a declaraciones altisonantes; un periodismo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos, especialmente a aquellos −y son la mayoría en el mundo− que no tienen voz; un periodismo que no queme las noticias, sino que se esfuerce en buscar las causas reales de los conflictos, para favorecer la comprensión de sus raíces y su superación a través de la puesta en marcha de procesos virtuosos; un periodismo empeñado en indicar soluciones alternativas a la escalada del clamor y de la violencia verbal”.

En el centro de la noticia no están la velocidad en darla y el impacto sobre las cifras de audiencia, sino las personas.

“En el centro de la noticia no están la velocidad en darla y el impacto sobre las cifras de audiencia, sino las personas, afirma”. Y añade: «por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien que generan confianza y abren caminos de comunión y de paz”.

Descendiendo a lo más concreto, el papa recomienda salirse de las redes cerradas y tóxicas, y «realizar una sana comparación con otras fuentes de información». Asimismo, insta a promover «iniciativas educativas que permiten aprender a leer y valorar el contexto comunicativo, y enseñan a no ser divulgadores inconscientes de la desinformación, sino activos en su desvelamiento”