Kianda: 60 años rompiendo techos de cristal

Los trabajos que hoy ejercen muchas mujeres en Kenia eran impensables 60 años atrás. Entre otros, la fundación Kianda ha ayudado a muchas kenianas a recibir la formación necesaria. 60 años más tarde, todo invita a seguir soñando. Artículo publicado en Business Daily Africa.

Alumnas de Kianda School animan un evento deportivo.

Artículo original en Business Daily Africa

La Fundación Kianda celebra su 60º aniversario con un acto virtual en el que intervino Olga Marlin, presidenta de la fundación. Ella fue una de las cuatro protagonistas que -hace más de medio siglo- lanzaron esta iniciativa pionera para la educación de las niñas y mujeres africanas en Kenia.

En 1960, Olga Marlin era una joven licenciada en Educación por el University College de Dublín (Irlanda), cuando se enteró de que el Opus Dei quería contribuir al desarrollo de las mujeres en Kenia. Ella y sus jóvenes compañeras, todas con poco más de 20 años, llegaron al continente africano en una época en la que las mujeres no tenían acceso a una educación de calidad, en claro contraste con sus homólogas blancas de la Kenia colonial.

Para quienes comenzaron Kianda, la institución tendría que ser multirracial y multiétnica desde el principio

Para quienes comenzaron Kianda, la institución tendría que ser multirracial y multiétnica desde el principio, un lugar donde las diferentes razas y grupos pudieran conocerse y apreciarse mutuamente. El centro estaría además abierto a estudiantes de todos los credos, tanto católicos como no católicos y no cristianos.

Kianda College fue el primer proyecto de la fundación. Ofrecía formación en secretariado y estudios empresariales, y era el único de su clase en aquella época. El nombre "Kianda", que significa “valle fértil”, fue propuesto por Jemimah Gecaga, la primera mujer africana en pertenecer al Consejo Legislativo y la primera diputada en el parlamento keniano.

La oposición que este tipo instituciones recibía se debía a la segregación racial. Algunos padres blancos se negaban a enviar a sus hijas a la misma escuela que las niñas africanas, ya que en esa época muchos pensaban que estas carecían de capacidad suficiente para estudiar al nivel de sus compañeros blancos.

En la celebración del 60º aniversario también participó la primera estudiante africana que asistió al Kianda College: Evelyn Mungai, quien se graduó en 1962. Recordó cómo, con la independencia del país, hubo un proceso de “africanización”, algo que contribuyó a que se convirtiera en una de las primeras mujeres africanas contratadas por el gobierno.

Mientras Mungai buscaba trabajo, Margaret Curran, otra de las cuatro fundadoras de Kianda, la acompañaba a las empresas para hacer entrevistas. En una de ellas, recordó Evelyn, el responsable de la contratación (quien era un hombre blanco porque la mayoría de personas en posiciones así lo eran), apenas podía creer que una africana pudiera desempeñar trabajos profesionales, ya que nunca habían conocido a una que estuviera debidamente cualificada.

El Kianda College marcó el ritmo de otros proyectos de la Fundación Kianda, como el Kibondeni College, que en 1967 se convirtió en la primera escuela de hostelería para mujeres de Kenia. Diez años más tarde se inauguró el Kianda School, a raíz de las peticiones de antiguas alumnas del Kianda College que querían el mismo nivel de calidad de educación integral que habían recibido para sus hijas. Una de las primeras alumnas de la escuela fue la primera dama Margaret Kenyatta, que también es la patrona de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Escuela Kianda.

El responsable de la contratación apenas podía creer que una africana pudiera desempeñar trabajos profesionales

A lo largo de los años, se han creado otras instituciones educativas, como la Kimlea Girls Technical Training en Kiambu (que salvó a cientos de niñas del trabajo infantil que proliferaba en las plantaciones de café de la zona), el Tewa Technical Training Centre en el condado de Kilifi y centros educativos en Nyeri, Kisumu y otros lugares. La Fundación también dirige proyectos diversos, como la Clínica Kimlea, el Centro Juvenil Faida, el Centro de Estudios Fanusi y el Centro Empresarial Kimlea. Además, también organizan iniciativas sociales, como el Programa de Salud Infantil, y promueven a las empresarias de bajos ingresos a través del Programa de Apoyo a las Mujeres Empresarias.

Ahora se centran en reforzar las instituciones existentes para garantizar que los estudiantes reciban la mejor educación posible. Dado que las instituciones y los programas de Kianda están muy subvencionados para garantizar que incluso los más desfavorecidos tengan una oportunidad de recibir una formación de calidad, este año se ha puesto en marcha el programa “Embajadores de la Fundación Kianda” para apoyarlos. Quien lo desea puede ofrecer una ayuda económica mensual para que más chicas se beneficien de los cursos profesionales.

Por impensable que sea hoy, ahora que las mujeres han roto tantos techos de cristal aquí en Kenia como en otros lugares, ayuda recordar lo dramáticamente diferentes que eran las oportunidades para ellas hace sólo 60 años. Y al conocer el heroico papel desempeñado por Olga Marlin y sus colegas de la Fundación Kianda es fácil entender la importancia de sus esfuerzos pioneros.