Me llamo Raymond. Soy de Bacolod City, una ciudad de la isla de Negros (Filipinas).
Conocí a Montse Grases casi por casualidad. Fue durante una visita ocasional a Buklod, que era el único centro del Opus Dei para hombres en toda nuestra provincia, y a dos trayectos en jeepney desde mi casa. Tenía dieciséis años, estaba en mi último año de secundaria, e iba al menos una vez al mes al retiro al centro.
Intentaba ir uno o dos sábados al mes, además, si podía. En una de esas visitas de los sábados, tenía previsto irme temprano para poder coger antes el medio de transporte a casa. Pero justo cuando un amigo me acompañaba a la puerta, me topé con una pequeña estampa sobre una mesa auxiliar. Mostraba el retrato de una adolescente. Le pregunté a mi amigo quién era esa chica, y me dijo que era una joven numeraria de Barcelona llamada Montse.
Fue un encuentro providencial. Anteriormente había hablado con ese mismo amigo sobre cómo podría ayudar a mi hermana y mi madre a ponerse en contacto con la Obra. Así comenzó mi devoción a Montse, a quien pedí que intercediera por mi familia.
Una chica normal, como cualquier otra
Mucho más tarde, durante unas vacaciones navideñas, logré pasar por Buklod para asistir a la misa por la mañana. También quería llevarme un libro para leer durante las vacaciones. Mientras examinaba el estante de libros, mis ojos se centraron en un pequeño volumen de bolsillo amarillo. Era Montse: A fun-loving teenager de J.M. Cejas, y terminé llevándomelo a casa para las vacaciones.
Me conmovió la forma en que Montse vivió su vida de dedicación a Dios de una manera muy natural: en sus estudios, sus amistades, su familia, etc. Me gustó saber que era tan aficionada al teatro, a bailar la sardana a disfrutar del aire libre. Era una chica normal, como cualquier otra... ¡Vi en ella un maravilloso modelo a seguir para los jóvenes!
También me enteré de la enfermedad que padeció, que resultó ser un tipo raro de cáncer de hueso llamado sarcoma de Ewing. Durante esta última fase de su vida, me impresionó cómo continuó viviendo su vida con un claro sentido de dirección y un abandono sereno (¡y alegre!) a la voluntad de Dios. Me llamó la atención que a pesar de enterarse del mal pronóstico del médico, no sucumbió en absoluto a la melancolía. Recuerdo que a pesar del inmenso dolor que sufrió, aún pensaba primero en los que la rodeaban, como cuando cedió su asiento a una niña más joven a pesar del dolor que sentía en la pierna. También se esforzó por hacer un buen uso de su tiempo al continuar estudiando, hasta que su enfermedad finalmente la obligó a quedarse en cama. Y mientras estaba en la cama, no negó a nadie su sonrisa a pesar de que se sintiera cansada.
Montse me inspira mucho con las diferentes facetas de su vida. Rezo para que interceda por mí, para que yo pueda hacer bien mis propios estudios, y para que también pueda adquirir el mismo nivel de confianza filial que ella tenía en la divina providencia.
Una versión digital y juvenil de la oración de Montse Grases
Recientemente, un amigo y yo intentamos trabajar en una pequeña iniciativa durante la cuarentena. Dada la imposibilidad de entregar copias físicas de las estampas, pensamos en crear versiones digitales para ayudar a las personas a rezar, pero con una apariencia más juvenil, en diferentes tamaños ajustados a Facebook, Instagram y Twitter, y en formato de imagen y pdf.
Entre las distintas estampas digitales, mi favorita es la de Montse. Pudimos acceder a algunas fotos de alta calidad en la página de Flickr del Opus Dei. Y para su diseño elegimos un color azul pastel, que nos parece transmitir tanto su serenidad como su alegría juvenil. Además, como era estudiante, incorporamos algunos elementos de diseño relacionados con el estudio, como un bolígrafo, un libro y un cuaderno. Por último, para ayudar a difundir la devoción a más personas, trabajamos en varias versiones de la estampa en diferentes idiomas: inglés, español (descarga en PDF), francés, alemán y chino.
Nos llevó bastante tiempo y una atención cuidadosa trabajar en las estampas... Pero aunque hubiera ayudado solamente a una sola persona a conocer mejor a Montse, todo el esfuerzo habría valido la pena. Mi deseo es que, a través de su intercesión, muchas personas reciban los favores materiales y espirituales que necesitan (¡y Dios mediante, que pronto se le pueda atribuir un milagro para allanar el camino para su beatificación!).
En cuanto a mí, esta pequeña iniciativa que comenzamos mi amigo y yo también me ha ayudado a acercarme más a Montse, y por eso estoy muy agradecido. La recuerdo con más frecuencia ahora que antes, y continuaré pidiéndole ayuda, especialmente en lo que respecta a mis estudios universitarios. Tengo varias asignaturas fuertes en los próximos meses, así como trabajo de la tesis, ¡y cuento con Montse para que me ayude a salir adelante!