De Piedra Sola a La Cantera

Con tan sólo 12 años se fue a vivir a una estancia cercana a su pueblo, donde sus patrones le enseñaron la fe cristiana. Formó su familia y al quedar viuda se trasladó a la casa de retiros La Cantera, donde fue casera durante 15 años. Pidió la admisión en la Obra y pudo conocer al Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, segundo sucesor de San Josemaría

Nací en Piedra Sola, pueblo del Departamento de Paysandú. A los 12 años, me fui a vivir a la estancia de los Señores Ramos-Inthamoussu, a unos kilómetros de mi pueblo, donde estuve 10 años a su servicio. La Sra. Elena, que fue mi segunda madre, era una señora de gran bondad y generosidad para los que le servían. Ella quería lo mejor para mí. Las personas de mi familia que la conocieron, aún hoy no la olvidan.

Tanto ella como su esposo, llevaban una vida intensa de piedad, y concurrían a Misa diariamente. También se daban a cuantos los rodeaban dando lo mejor de sí para ellos. Yo ayudaba honorariamente a mis patrones en la labor de apostolado que ellos realizaban. A las misas de los domingos venía gente de todo tipo y yo me encargaba de cuidar a los niños.

Cuando cumplieron los 25 años de casados, ofrecieron sus hijos a Dios y a la Virgen, porque deseaban que ellos fueran para Dios. A mí me enseñaron el amor a Dios con su ejemplo y con las oraciones que aprendí a rezar con ellos.

Con la familia Ramos vi claramente lo que es el espíritu del Opus Dei hecho realidad en ellos: un amor verdadero al prójimo, dándose en todo lo que podían.

Yo creo que por todo eso fue que me atrajeron las enseñanzas de San Josemaría, para aceptar mi vocación a la Obra de Dios. Yo me sentía tierra cultivada por esta familia, para poder llegar a esta mi vida espiritual (a mis 78 años) que es darse a los demás aunque cueste y servirlos con cariño.

Fue entonces que desde Piedra Sola vine a trabajar a la casa de encuentros "La Cantera", ubicada en las afueras de Montevideo, cerca de Las Piedras

Cuando la familia Ramos se vino a Montevideo, la Sra. Elena -que después fue supernumeraria del Opus Dei- seguía escribiéndome siempre, animándome a rezar y me enseñaba nuevas oraciones.

A los 37 años me casé y quedé viuda a los 63, con tres hijos. Fue entonces que desde Piedra Sola vine a trabajar a la Casa de Retiros “La Cantera”, ubicada en las afueras de Montevideo, cerca de Las Piedras. Yo no sabía ni cocinar y fue en La Cantera donde comencé a aprender del tema.

Ahí sentí más de cerca la influencia de la espiritualidad de San Josemaría. En el oratorio de aquella casa hacía la lectura espiritual, ratos de oración, rezaba el rosario y sentía que Dios me pedía que invitara a mis compañeras de trabajo para que siguieran el mismo camino que yo.

Soy de raza negra y nunca sentí que hicieran diferencia conmigo, todo lo contrario, siento que estoy en una familia grande

Cuando pedí para entrar en la Obra, me preocupaba por saber si tenía que decir que era de raza negra. Nunca sentí que hicieran diferencia conmigo, todo lo contrario, siento que estoy en una familia grande, donde todos me tratan con cariño. A los que no son del Opus Dei les cuesta creer que esto sea así.

Cuando el Prelado de la Obra, Mons. Javier Echevarría, vino a Uruguay, sabiendo que iba a visitar “La Cantera” –donde yo ya llevaba 15 años como casera-, me puse en campaña para que mi familia pudiera estar reunida ese día. Todos trataron de pedir libre de sus trabajos, hijos, nuera, yernos, nietos. Fue emocionante para todos ellos. A la entrada de la casa el Padre quiso bajarse del auto, nos bendijo y yo le entregué un ramo de rosas. Después casi todos fuimos al Palacio Peñarol donde hubo un encuentro multitudinario con él.

Felizarda Álvarez de González, madre de familia, empleada del hogar // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002