De Paso Ataque a Montevideo

"Para mí la Escuela se convirtió en mi otra familia", dice Vanesa, alumna de la Escuela de Hotelería y Gastronomía Del Plata, nacida en Paso Ataque a 38 kilómetros de Rivera.

Me llamo Vanesa y tengo 19 años. Nací en Paso Ataque, un pueblito perdido en campaña, donde mi padre trabaja como peón de campo. El pueblito tiene solamente 150 habitantes, a 38 kilómetros de la ciudad de Rivera. Es tan chico el pueblo que un medio hermano mío de apenas cuatro años conoce a todos los habitantes, uno por uno, con nombre y apellido. Por supuesto que el pueblo no tiene ni escuela ni liceo, solamente una Comisaría. Para hacer mis estudios, me tenía que trasladar todos los días a Cerro Pelado, otro pueblo a unos cuantos kilómetros de distancia que, aunque no mucho más grande que mi pueblo, por lo menos tiene los centros educativos necesarios a los cuales concurren estudiantes también de otros pueblos de los alrededores.

Una vista del aula-cocina de la Escuela

Cuando terminé cuarto de liceo hace cuatro años, un día una amiga me invitó a ir con ella a una charla informativa que se iba a dar en Montevideo en la Escuela de Hotelería y Gastronomía Del Plata donde – según lo que me dijo – al terminar la carrera, nos conseguían trabajo. Eso me interesó y acepté pensando en mi futuro. Vinimos las dos y terminamos inscribiéndonos en los cursos. El problema para mí era el costo de la matrícula porque mi familia no podía pagar mucho, así es que era preciso que, para que yo pudiera ingresar a la Escuela, me concedieran una beca. De lo contrario, iba que tener que quedarme en Paso Ataque “a plantar boniatos” como le dije a la chica que me atendió. Hoy en día estoy cursando mi cuarto año en la Escuela de Hotelería y mi amiga desistió a poco más de un año.

A medida que fue pasando el tiempo, la carrera me empezó a gustar y a interesar cada vez más pero, sobre todo, me sentí muy atraída por el ambiente de familia y el apoyo afectivo que encontré en la Escuela, especialmente en un momento muy difícil de mi vida como hija única con motivo de la separación de mis padres. Para mí la Escuela se convirtió en mi otra familia y ahora estoy muy feliz porque, incluso, mejoré el carácter pasando de ser insoportable a ser amable, según dicen mis propias compañeras.

Desde que me fui de Paso Ataque, he recorrido un largo camino. Entre otras cosas, viajé a Santiago de Chile en setiembre del año pasado para proponer, en representación de la Escuela de Hotelería, la ponencia titulada “Cómo hacer de una residencia o un hotel un hogar” en un congreso que tuvo lugar en la Residencia Araucaria de aquella ciudad. Nos pareció que ése era un tema de actualidad e interés porque –como decimos en la ponencia- “muchas personas, por diversos motivos, tienen que pasar un tiempo determinado en un hotel o en una residencia y, precisamente el desafío que tienen estas instituciones, es hacer que la persona se sienta como en su casa. Lo que logra el ambiente familiar son los múltiples detalles de servicio que hacen que la persona se sienta atendida y querida”.

Otra experiencia interesante que tuve fue la entrevista que me hizo un canal de TV uruguayo para hablar sobre la Escuela y sé que se exhibió, pero yo no lo pude ver porque estaba trabajando. Actualmente, aparte de mis estudios en la Escuela, estoy haciendo de “baby sitter”  los fines de semana con dos familias y un par de días por semana también tengo trabajo fuera de horario con otra familia. Estas actividades me permiten costear mis estudios y vivir una vida que jamás soñé mientras viví, allá lejos, en un pueblito perdido de 150 habitantes llamado Paso Ataque.