La Plaza de San Pedro acogerá el domingo la canonización del beato Manuel González, una de las figuras más relevantes de la Iglesia española durante la primera mitad del siglo XX conocido como el apóstol de los sagrarios abandonados. Como modelo de fe eucarística fue beatificado por san Juan Pablo II en 2001, y quince años después será canonizado por el Papa Francisco en las últimas semanas del Año de la Misericordia.
El beato Manuel González nació en Sevilla en 1877. Tras su ordenación sacerdotal trabajó en Palomares del Río (Sevilla) y Huelva. Su amor y su ingenio abrieron caminos de piedad a su alrededor ante la indiferencia religiosa de una época difícil de la historia de España.
Los especialistas en su biografía reseñan una cuestión particular que sobresale en su magisterio ya desde los primeros años de su sacerdocio: la invención del verbo Eucaristizar: "Acercar a todos a la Eucaristía y meterlos dentro del Corazón de Jesús, que allí palpita por ellos, para que vivan la vida que de Él brota".
Málaga, Madrid, Palencia
En 1916 fue nombrado obispo de Málaga, donde se dedicó especialmente a la formación de los sacerdotes. Uno de sus retos en esta etapa fue "hacer un seminario en el que la Eucaristía sea e influya lo más que pueda ser e influir. Esto es: un seminario sustancialmente eucarístico".
Desde 1932 Madrid es su diócesis y es en esa época cuando san Josemaría le visita con frecuencia y entabla con él una amistad que perdura para siempre
En 1931 la llegada de la República le obliga a dejar Málaga y se traslada a Gibraltar. Desde 1932 Madrid es su diócesis y es en esa época cuando san Josemaría le visita con frecuencia y entabla con él una amistad que perdura para siempre. Su ejemplo de buen pastor le llevó al fundador del Opus Dei a llamarle "santo" en numerosas ocasiones, cuando el beato Manuel González aún vivía.
El obispo Don Manuel González y el fundador del Opus Dei from Opus Dei
En 1935 es nombrado obispo de Palencia, en cuya catedral fue enterrado tras su muerte, el 4 de enero de 1940. En su tumba, en la capilla del Santísimo, se lee el siguiente epitafio: "Pido ser enterrado junto a un sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, esté siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!"
Un ejemplo de fe en las páginas de Camino
Detrás del punto 531 de Camino hay mucha amistad, pero, sobre todo, un deseo de imitación que se traduce en signos de admiración. Escribe san Josemaría: "¡Tratádmelo bien, tratádmelo bien!", decía, entre lágrimas, un anciano Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar. -¡Señor!: ¡Quién me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos!".
En muchas ocasiones, el fundador del Opus Dei explicó que este "anciano Prelado" era don Manuel González, al que veneraba por su intensa devoción eucarística. De él y de sus escritos san Josemaría utilizaba anécdotas y expresiones para la predicación.
Tras la Guerra Civil, ambos retomaron el contacto desde Burgos a partir de 1938. Dos años después, a raíz de la muerte del inminente santo de los sagrarios abandonados, san Josemaría escribía a su secretario unas letras que reflejan su veneración: "Puede suponer la alegría que, para mí, representaría tener algún recuerdo de D. Manuel, q.d.D.g. ¿Me atreveré a pedirle a usted este nuevo favor?".
En muchas ocasiones, el fundador del Opus Dei explicó que este "anciano Prelado" era don Manuel González, al que veneraba por su intensa devoción eucarística. De él y de sus escritos san Josemaría utilizaba anécdotas y expresiones para la predicación
El influjo de la santidad del beato Manuel González tienen hoy un exponente particular en la vida de las distintas ramas que integran la Familia Eucarística Reparadora, de la que forman parte mujeres y hombres laicos, sacerdotes, consagradas, niños y jóvenes.
Más información sobre la canonización del beato Manuel González: www.manuel16.org