Este Señor, ateo manifiesto, dijo varias veces en público que estaba dispuesto a facilitar tiempo para que el personal pudiera asistir a actividades deportivas o sociales, pero que no iba a tolerar pérdidas de tiempo en “tonterías religiosas o espirituates donde se le lava el cerebro a la gente".
El asunto me preocupó, pues en poco tiempo debía solicitar la autorización correspondiente para faltar unos días al trabajo con el fin de asistir a un retiro y a una convivencia, a los que concurro todos los años.
No veía muchas soluciones posibles. Decidí llevar el problema a la oración, me encomendé a Josemaría Escrivá y dejé todo en manos de Dios.
Llegó por fin el día de plantear el asunto, y respaldado por la estampa del Beato Josemar[a, me fui a la oficina del gerente. Comencé por hacer una breve historia de mi pertenencia al Opus Del, poniendo especial énfasis en la importancia de asistir al retiro y a la convivencia.
Mi asombro fue grande al advertir que mi jefe no se opuso; me dijo que si bien él no creía en nada, respetaba mis ideas y mi sinceridad, y hasta me envidiaba, por entender que en mis creencias yo tenía un apoyo del que él carecía.
Atribuyo este cambio de actitud tan marcado a la ayuda recibida del Beato Josemaría.