Torrent es uno de los municipios más poblados de la provincia de Valencia. Loli decidió abrir allí una peluquería con su socia Mamen, que además es su sobrina. Pronto el local se llenó de clientas, atraídas por su buen hacer.
En la peluquería se habla de lo divino y de lo humano. Un día, Loli compartió con una clienta su inquietud por llevar a su hijo a un colegio de ideario cristiano, y ella le habló del colegio El Vedat. “Ahí empezó todo”, recuerda.
Lo habló con su marido, profesional de la carpintería, y decidieron llevar a su hijo al colegio, donde conocieron el Opus Dei y comenzaron a colaborar en varias iniciativas como cooperadores.
La misma clienta le dio una estampa para la devoción a San Josemaría. Desde entonces la imagen acompaña el día a día de Loli, mientras deambula entre los secadores de pie, los rulos, las tijeras y las mezclas de tintes de colores.
“San Josemaría está en mi vida, en mi casa y también en mi trabajo”. Cada mañana le pide que le ayude a trabajar mejor, y le confía preocupaciones del negocio o de sus clientas. Muchas de ellas le preguntan por el sacerdote de la fotografía. Su imagen en blanco y negro destaca junto a la de las habituales modelos a todo color exhibiendo largas melenas. Loli les cuenta entonces cómo descubrió a San Josemaría y lo que ha supuesto en su vida. Después, les reparte estampas para que también encomienden al santo sus necesidades.
En un rincón algo más apartado Loli tiene colocada también una estampa con un pedacito de tela utilizada por San Josemaría, una ‘reliquia’ del santo. Le reza con especial devoción cuando pasa por ahí, una costumbre que ha contagiado a su hijo e incluso a su socia.
A menudo la estampa de San Josemaría se mancha con la laca o los productos de la peluquería. Loli la toma entonces entre las manos y la limpia despacio y con cuidado mientras le pide algún favor para ella o alguna de sus clientas.