De Ingeniero a Sacerdote

Javier Jiménez, un joven salvadoreño que recibió el sábado 25 de mayo, junto con otros 28 fieles del Opus Dei, la ordenación sacerdotal, culminando un viaje espiritual que comenzó en su infancia, pasando luego por la ingeniería y en este artículo responde a nuestra pregunta: ¿Por qué se hizo sacerdote?

Soy el segundo de ocho hermanos y siempre estuve rodeado de una formación católica desde la niñez. Estudié en el colegio Lamatepec y luego en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, donde me gradué de Ingeniería Industrial. Después de algunos años trabajando en la industria manufacturera, me dediqué también a la educación.

Mis padres nos enseñaron la importancia de ayudar a los necesitados y rezar por ellos.

En 2018, decidí trasladarme a Roma para estudiar teología en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Allí, recibí la formación necesaria y el 18 de noviembre de 2023 me ordené como diácono. Ahora, acabo de ser ordenado sacerdote. Recuerdo cómo la fe siempre fue una parte integral en mi vida, porque crecí en una familia católica, íbamos a Misa los domingos y solíamos rezar el Rosario. Mis padres nos enseñaron la importancia de ayudar a los necesitados y rezar por ellos.

Durante la universidad comencé a asistir a medios de formación en un centro del Opus Dei en San Salvador, el Club Sherpas. Aquí, descubrí la confesión y la dirección espiritual, y comencé a hablar con Dios de manera más personal. Me di cuenta que Dios quería que fuera feliz, y eso me llevó a pedir la admisión en el Opus Dei como numerario en mi segundo año de carrera.

Reflexionando sobre mi camino hacia el sacerdocio, admito que hace diez años no me hubiera imaginado en esta posición, pero Dios me ha ido dirigiendo cada día hacia esto y ahora me da tranquilidad saber que Dios siempre está guiando el camino.

La llamada de Dios fue y sigue siendo mi principal motivación para recibir la ordenación sacerdotal. Me ilusiona poder dar el perdón de Dios en la confesión y darlo a Él en la Eucaristía. En un momento en que la Iglesia enfrenta desafíos, siento que puedo ayudar a otros a descubrir el lado maravilloso de la vida al dejar entrar a Dios en ella.

San Josemaría decía que debemos el 90% de nuestra vocación a nuestros padres y no lo dudo.

Mi familia ha sido un pilar fundamental en este camino. Gracias a Dios, están contentos y me apoyan en todo. San Josemaría decía que debemos el 90% de nuestra vocación a nuestros padres y no lo dudo. Pido oraciones por mí y por los otros 28 que hemos recibido la ordenación. Seguimos pidiendo esta limosna para que seamos sacerdotes santos.