El origen de las asambleas regionales

En este episodio de 'Fragmentos de historia', el historiador José Luis González Gullón narra el origen, la evolución y el desarrollo de las asambleas regionales a lo largo del tiempo. Además, revisa algunos aspectos destacados de las asambleas que tuvieron lugar durante la vida del Fundador.

José Luis González Gullón es historiador. Actualmente se desempeña como profesor en la Pontificia Università della Santa Croce e investigador del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá (Roma). Es autor de artículos y capítulos sobre la historia de la Iglesia en el siglo XX, y de numerosos libros sobre la historia del Opus Dei.


Enlaces relacionados: 🎙 “Fragmentos de historia, un podcast sobre el Opus Dei y la vida de san Josemaría” 📁 Las semanas de trabajo en los años fundacionales. Estudio de José Luis González Gullón en Studia et Documenta, nº 17 (2023)


En este episodio vamos a conversar sobre el origen y sentido de las asambleas regionales, concretamente en los años de fundación. Es decir, desde que san Josemaría vio el Opus Dei el 2 de octubre de 1928 hasta completar el espíritu del Opus Dei en junio de 1975 con su marcha al cielo.

San Josemaría fue el único receptor de las gracias fundacionales. A la vez, en cuanto pudo, pidió a sus hijas y a sus hijos que colaboraran con él en el gobierno y en la dirección de las diversas actividades del Opus Dei. Esto fue posible, sobre todo, a partir de los años 40, cuando estableció estructuras locales de dirección de la labor apostólica en cada ciudad, estructuras de gobierno regionales en un país o en un conjunto de países, y las estructuras de gobierno centrales que denominó Consejo General para los hombres y Asesoría Central para las mujeres.

Como ayuda para el gobierno estableció dos tipos de asambleas periódicas. Unas llamadas congresos generales, para toda la Obra, y otras asambleas de trabajo regionales, que en los años del Fundador se llamaron semanas de trabajo regionales. Fue en 1982 cuando pasaron a llamarse asambleas regionales.

Vamos a ver un poco la evolución en el tiempo y su desarrollo de modo que, como lo fue desde el inicio y cada vez con algunos acentos nuevos, estas asambleas fuesen un instrumento participativo y de reflexión sobre el espíritu del Opus Dei para sus miembros.

Durante la vida de san Josemaría tuvieron lugar seis asambleas regionales. Tras su muerte hubo tres más, durante los años en que el beato Álvaro del Portillo y Monseñor Javier Echevarría dirigieron el Opus Dei, y una convocada en el año 2024 por el actual prelado del Opus Dei, Monseñor Fernando Ocáriz. A continuación, se repasan algunos aspectos de las asambleas que tuvieron lugar en vida del Fundador.

Primera semana de trabajo, 1943

La primera semana de trabajo nos lleva al año 1943. El Opus Dei, después de la Guerra Civil española, comenzaba su difusión por España. El Fundador tenía previsto, en cuanto fuera posible, situarse para comenzar la expansión internacional.

En 1943 la primera semana de trabajo se celebró en Madrid y allí se dieron cita 16 numerarios, a finales del mes de julio. San Josemaría les pidió que estudiaran las fichas que habían recibido de los diversos centros de la Obra sobre la marcha de las actividades. También les pidió que redactaran fichas nuevas y que de ahí sacaran algunas conclusiones.

Para eso, estos 16 miembros de la Obra se organizaron en cinco comisiones de estudio. Leyeron y estudiaron las sugerencias recibidas en las fichas enviadas desde los diversos centros de la Obra de ese momento y, sobre todo, contemplaron el desarrollo del Opus Dei: la obra de San Rafael, que estaba difundiéndose principalmente en el ámbito universitario; la obra de san Gabriel, que consistía en ese momento en tener encuentros con personas casadas, con profesionales (algunos de ellos ya aspiraban en el futuro a ser miembros de la Obra, como llegaría con los supernumerarios); y la obra de San Miguel, que sostenía los diversos apostolados del Opus Dei.

Unos meses más tarde de esta primera semana de trabajo, en enero de 1944, en la aprobación diocesana del Opus Dei, realizada por el obispo de Madrid, Monseñor Leopoldo Eijo y Garay, se decía que la finalidad de las semanas de trabajo era intensificar la formación de los miembros de la institución y un mejor desarrollo de la actividad apostólica. Es decir, fundamentalmente las semanas llevaban una idea de intensificación de la formación, de cómo transmitir mejor el espíritu del Opus Dei a las personas de la Obra, a los cooperadores, a los amigos, y de cómo desarrollar las diversas actividades apostólicas.

También se establecía que estas semanas tendrían lugar cada cinco años y que, una vez que eran convocadas por el presidente general del Opus Dei, cada consiliario regional [actualmente Vicario Regional] las establecería después en su región correspondiente.

Semanas de trabajo generales, 1948

Las siguientes semanas de trabajo se llamaron semanas de trabajo generales, y tuvieron lugar en 1948.

De nuevo, como había pasado en las primeras semanas de trabajo, el fundador pidió que todos los socios de la Obra que lo desearan enviasen propuestas. En la nota en la cual se pedían las fichas se decía que se podía escribir sobre cualquier materia: «casa, plan de vida, apostolado, estudio, pobreza, discreción, deporte, formación profesional, etc.». Es decir, todo tipo de sugerencias que ayudaran a los que se reunieran en las semanas de trabajo y, también, que sirviesen para lo que se llamaba en ese momento el directorio. Eran indicaciones a los directores locales y también a los directores regionales sobre el modo de dirigir las actividades de la Obra.

En el archivo del Opus Dei hay centenares de fichas de estas semanas de trabajo de 1948 que tratan de temas muy diversos. Sobre el modo de impartir los círculos profesionales, sobre cómo acompañar en la dirección espiritual, sobre las actividades en los diferentes países por los que se había expandido el Opus Dei (Italia, Portugal, Francia, Inglaterra e Irlanda).

También se hablaba en esas fichas sobre la actividad de los miembros del consejo local, en cada ciudad, así como sobre las revistas que podían ser útiles para la formación de los miembros.

Con todo este material, en agosto del 48 tuvo lugar en Molinoviejo la semana general de trabajo para los hombres. Fueron 28 profesionales. Muchos de ellos eran directores locales y algunos directores centrales del consejo. San Josemaría, con buen humor, cuando les vio les dijo que les faltaban a todos 20 años. «Somos demasiado jóvenes (...), pero esto lo arregla el tiempo». Les dijo, también, que en esos días hicieran realmente un esfuerzo, un trabajo eficaz, y que estudiaran los asuntos con absoluta libertad y que cada uno diera su punto de vista.

En una meditación que dirigió en esa semana de trabajo, el Fundador comentó: «En muchas ocasiones has considerado que eres sal, luz. Lo dijo Cristo nuestro Señor. Y en los documentos recientes del Pontífice repetidamente se ve cómo es querer de la Iglesia que tú seas sal que llega lejos, donde no pueden llegar otros. Luz que atraviesa las tinieblas, no sólo colectivamente sino personalmente. Insisto, una parte importante de nuestra vida es el apostolado personal». En esa semana de trabajo el Fundador subrayó mucho esta idea de difusión del espíritu del Opus Dei a través del apostolado personal de cada uno.

Se formaron cinco comisiones, concretamente sobre el régimen de las obras de San Miguel, San Rafael y San Gabriel, y también de los estudios y de la administración de los bienes del Opus Dei. También se redactaron ponencias que acabaron en conclusiones que se entregaron al presidente general del Opus Dei, es decir, a san Josemaría.

Tres meses más tarde, en el mes de noviembre del 48, tuvo lugar la primera semana de trabajo de mujeres del Opus Dei. Las mujeres habían comenzado su desarrollo de modo más lento al inicio, en los años 40; después se igualarían con los hombres. Y, en ese momento, para ellas era la primera semana de trabajo. Se reunieron 14 participantes en la casa de retiros de Los Rosales, a las afueras de Madrid, y allí estudiaron también fichas recibidas, vieron las experiencias que tenían de las actividades, y concretamente se centraron en la obra de san Rafael y su desarrollo, y en la administración de los centros del Opus Dei.

Semanas de trabajo, 1955

La siguiente semana de trabajo tuvo lugar en el año 1955. Fue una semana que ayudó a preparar el segundo congreso general de la Obra, que tuvo lugar un año más tarde, para los hombres en Einsiedeln (Suiza) y para las mujeres en Roma. Un congreso general que fue importante porque, sobre todo, el Fundador pudo contar con los organismos centrales del gobierno del Opus Dei en Roma: el Consejo General para los hombres y la Asesoría Central para las mujeres.

Un congreso que, también, lanzó lo que el Fundador llamó el apostolado de la opinión pública, es decir, la difusión del Evangelio y del espíritu del Opus Dei a través de los medios de comunicación, tanto de modo personal (cada uno con la responsabilidad y con la ilusión de transmitir el mensaje evangélico en los medios de comunicación), como también con una oficina de información.

Semanas de trabajo, 1960

En 1960, prácticamente en la vigilia del Concilio Vaticano II, hubo otra semana de trabajo en el Opus Dei. En este caso, estas semanas de trabajo, porque fueron semanas en cada región, tuvieron como característica novedosa la amplitud y la extensión de la Obra, que hacía realidad el recibir informaciones y sugerencias de personas, de culturas, de países muy diversos.

Lógicamente, España fue la que más personas convocó a estas semanas de trabajo. En España hubo 54 hombres que se reunieron bajo la presidencia de un delegado del fundador, Javier de Ayala. Formaron 11 comisiones, estudiaron también centenares de sugerencias que habían recibido y, sobre todo, dieron importancia a la formación de los socios y de los cooperadores de la Obra.

En la semana de trabajo regional para mujeres, estas hicieron sugerencias sobre todo relacionadas con la profesionalidad de la formación que se daba en el Opus Dei. Por ejemplo, en la obra de san Miguel, dice una de las conclusiones de esa semana de trabajo para mujeres, se apreciaba la conveniencia de fomentar la ilusión profesional de las numerarias.

Algo semejante pasaba en relación a obra de san Gabriel. Era un momento importante de llegada de personas al Opus Dei, y se veía la necesidad de darles formación, es decir, de explicarles el espíritu de la Obra y la doctrina cristiana.

En la semana de trabajo de México, se reunieron un grupo de 16 numerarios y también se focalizaron en la formación. Se propuso dar pasos para que los estudios institucionales tuvieran más altura académica, asentar la obra de san Rafael en el apostolado de amistad y de confidencia, y pensar en la difusión de la Obra por toda la República Mexicana. Por su parte, las mujeres de la Obra en México se reunieron en la sede de la Asesoría Regional para tener su semana de trabajo. Además del aspecto formativo, consideraban el crecimiento de las actividades de promoción rural en obras corporativas como Montefalco o Toshi.

En el año 60, le plantearon al Fundador no tener semanas de trabajo en países donde había muy pocos miembros de la Obra, y el Fundador dijo que no, que él deseaba que hubiera semanas de trabajo en todos sitios. Casi como anécdota, pero en realidad demuestra una mentalidad, a Japón fue donJosé Luis Muzquiz como delegado del Padre y durante dos días hubo una pequeña semana de trabajo con los cuatro numerarios que vivían allí. Sacaron sus conclusiones: mejorar el estudio del japonés, aspectos prácticos de la vida del centro donde vivían, e incluso comenzar un instituto de idiomas que, efectivamente, poco después se concretó en el Instituto Seido.

Semanas de trabajo, 1968

Las semanas de trabajo que tuvieron lugar en el posconcilio (1968) fueron más organizadas que las anteriores. Poco antes de estas semanas de trabajo, desde el Consejo General y desde la Asesoría Central se enviaron indicaciones prácticas para asegurar un proceso similar en todas las regiones. Las conclusiones que llegaron a Roma fueron estudiadas por los diversos departamentos del Consejo y de la Asesoría, y como fruto de este estudio, el Fundador aprobó que se enviaran diversas notas y sugerencias a cada región para impulsar las actividades y los apostolados que planteaban.

Semana de trabajo extraordinaria, 1969-1970

Las últimas semanas de trabajo en vida del fundador de Opus Dei tuvieron lugar un año más tarde de las semanas de trabajo del 68, fueron en el 69 y 70. Se llamaron semanas de trabajo extraordinarias. Se realizaron en el contexto del congreso general extraordinario del Opus Dei del curso 69-70, un congreso general convocado por el Fundador para revisar el derecho particular de la Obra de acuerdo con las orientaciones del Concilio Vaticano II y con el espíritu fundacional.

Ese congreso general tuvo dos fases, la primera en septiembre de 1969, y la segunda en septiembre de 1970. Al acabar la primera fase se aprobó que hubiese «semanas de trabajo en todas las regiones, organizándolas por zonas, grupos, ciudades, etc., como sea más fácil», y se pedía que todos los socios «tengan la posibilidad de enviar personalmente las comunicaciones que deseen».

El Fundador fomentó e impulsó que todos los miembros de la Obra y también los cooperadores, los amigos, incluso los cooperadores no católicos, enviaran comunicaciones, sugerencias, notas de experiencia sobre el desarrollo y la difusión del Opus Dei en los diversos países del mundo.

La participación fue impresionante. La consulta que se hizo no tenía precedentes en el Opus Dei. En cinco meses, desde septiembre de 1969 hasta febrero de 1970, participaron algo más de 50.000 personas de 77 países de todo tipo de profesiones que redactaron 55.000 comunicaciones escritas: 26.000 en la sección de hombres y 29.000 en la de mujeres.

Después de recibir las comunicaciones, cada región celebró su semana de trabajo extraordinaria, tanto para hombres como para mujeres. En estos encuentros se trataron los siguientes temas, entre otros: el espíritu del Opus Dei, la situación jurídica, las experiencias apostólicas. Luego se elaboraron conclusiones que se enviaron para la segunda fase del Congreso General Extraordinario del Opus Dei.

En estas semanas de trabajo, quizá lo que más destacó fue el fuerte sentido de unidad con el Fundador. De países diversos, de regiones diversas, llegaban comunicaciones subrayando de modo explícito la unidad de la Obra y, también, su proyección futura en los años siguientes.

Conclusiones

Podemos decir que san Josemaría instituyó en el Opus Dei las semanas de trabajo como un instrumento de reflexión, de participación, de escucha de los miembros de la Obra y de los cooperadores. Desde el primer momento, tuvieron un carácter consultivo, fueron un cauce para que cada uno expresara su propia opinión sobre los temas relacionados con el espíritu y modo de difusión de la Obra.

Estas semanas han evolucionado en el tiempo en una progresiva ampliación temática de las cuestiones organizativas, pero, sobre todo, han hecho posible una mayor universalización de los temas, al ver cómo el Opus Dei se difunde en las diversas partes del mundo. Por eso, siempre los primeros beneficiarios de las semanas de trabajo regionales -ahora asambleas regionales- son las propias regiones, los propios lugares, los países donde se reúnen, debaten y llegan a conclusiones los participantes en las semanas de trabajo.

Las semanas de trabajo y, hoy en día, las asambleas regionales son una expresión de la unidad del Opus Dei y de la riqueza en la cual su espíritu se encarna en cada uno, en cada actividad y en los modos de transmisión del Evangelio que facilitan que Jesucristo sea conocido por tantas personas.