Sábado Santo: el día de gran silencio

Hoy se recomienda venerar y meditar la imagen de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o descendiendo a los infiernos, así como la imagen de la Santísima Virgen de los Dolores. El Sábado Santo no se celebra la Santa Misa, por ello no hay Evangelio.

Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y el ayuno su Resurrección.

Hoy la Iglesia se abstiene del sacrificio de la Misa, quedando por ello desnudo el altar hasta que, después de la solemne vigilia o de la expectación nocturna de la Resurrección, pueda alegrarse con gozos pascuales, de cuya abundancia va a vivir durante cincuenta días.


Hoy, Sábado Santo es, como recordaba el Papa Francisco, “el día del silencio: hay un gran silencio sobre toda la Tierra; un silencio vivido en el llanto y en el desconcierto de los primeros discípulos, conmocionados por la muerte ignominiosa de Jesús” (Audiencia, 31.III.2021).

Por eso la Iglesia se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa en este día. La comunión puede darse solamente como Viático y no se concede celebrar el matrimonio ni otros sacramentos excepto la Penitencia y la Unción de Enfermos.

En este Sábado Santo estamos llamados a permanecer junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, su descenso a los infiernos, y esperando, en la oración y el ayuno en su resurrección. Podemos vivir este día con María, “también ella lo vive en el llanto, pero su corazón estaba lleno de fe, lleno de esperanza, lleno de amor” (ídem).

Con Ella aguardamos ese momento en el que, en las tinieblas del Sábado Santo, irrumpirán la alegría y la luz con los ritos de la Vigilia pascual y el canto festivo del Aleluya.


Puede meditar en este día con las homilías de Benedicto XVI en la Vigilia Pascual.