Tienes obligación de santificarte. -Tú también. -¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor: "Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto". (Camino, 291)
Rectificar. -Cada día un poco. -Esta es tu labor constante si de veras quieres hacerte santo. (Camino, 290)
Ser fiel a Dios exige lucha. Y lucha cuerpo a cuerpo, hombre a hombre –hombre viejo y hombre de Dios–, detalle a detalle, sin claudicar. (Surco, 126)
Hoy no bastan mujeres u hombres buenos. –Además, no es suficientemente bueno el que sólo se contenta con ser casi... bueno: es preciso ser "revolucionario". Ante el hedonismo, ante la carga pagana y materialista que nos ofrecen, Cristo quiere ¡anticonformistas!, ¡rebeldes de Amor! (Surco, 128)
Si no es para construir una obra muy grande, muy de Dios –la santidad–, no vale la pena entregarse.
Por eso, la Iglesia –al canonizar a los santos– proclama la heroicidad de su vida. (Surco, 611)