Ítala Loguercio: “Al Cielo con muchas amigas”

El 21 de noviembre, Ítala Loguercio dio el salto al Cielo en Parodi, un centro de la Obra en Lima. Supo entretejer lazos profundos de amistad con personas de toda condición social.

Ítala, numeraria del Opus Dei, nos dejó una gran enseñanza de amistad cercana, cordial y natural con muchas personas. Tras su partida, apreciamos infinitud de muestras de cercanía y afecto de parte de muchas amigas. También de “las chicas de su clase” del colegio Santa Úrsula, como ella las llamaba y a quienes quería especialmente.

Me gustaría comentar algunos detalles de cómo trataba a sus amigas. Siempre atenta con cada una. Guardaba una libreta donde anotaba las fechas de cumpleaños, aniversarios de bodas, fallecimientos de sus seres queridos y otras fechas importantes en sus vidas, para rezar esos días de forma especial por ellas.

Era discreta, afable y cariñosa; siempre pendiente de cada una. Quienes la conocieron dicen que su rostro irradiaba una gran paz, era muy grato pasar ratos con ella.

Una amistad entre muchas 

Itala con su amiga Rossana

Ítala establecía amistades más fuertes con el paso del tiempo, como es el caso de Rossana, quien la conoció durante los años que vivió en Arequipa.

“Recién puedo entender el regalo de ser amiga de Ítala en mi camino; fueron 37 años de recibir su cariño, comprensión e interés por hacer de mi una mejor persona; por enseñarme, con infinita paciencia, cómo buscar la santidad en lo cotidiano. Sus detalles siempre me sorprendían, su sonrisa me animaba. (..) Hablaba con tanta certeza del Cielo, que una vez me dijo: “Las amigas siempre están juntas y cuando estemos en el Cielo seguro nos buscamos”.

Alegría y fortaleza ante el dolor y la enfermedad

Para entender la personalidad de Ítala, hay que saber que era una fiel hija de san Josemaría. Era capaz de descubrir en la biografía del fundador del Opus Dei, detalles nuevos, a pesar de estar tan familiarizada con su vida y sus obras.

Supo llevar con sentido cristiano su enfermedad. Las enfermeras que la atendieron en el último mes y medio de su vida quedaron impactadas por su buen trato, su sentido del humor y lo a gusto que se sentían junto a ella, así como lo fácil que era ganarse su amistad. Ítala se interesó por sus familias, entre otros detalles de cercanía y cariño.

Rut, una de las enfermeras nos comparte su testimonio: “Lo que vi en Ítala fue una fortaleza, una paz interior, un brillo que irradiaba a las demás personas y sé de dónde viene todo eso. Leíamos en los últimos días, la vida de san Josemaría y ella se quedaba siempre sorprendida: ¿De dónde sacaba tanta fortaleza el Padre? ¿Cómo a pesar de tantos obstáculos y adversidades se mantuvo firme en lo que creía y la misión que Dios le otorgó?

Sé que Ítala quería dejar una huella, enseñarnos que por más dolor físico si nuestro espíritu, nuestra alma se alimenta de cosas buenas que nos acercan a Jesucristo, cambia totalmente la manera de vivir una enfermedad.

Sé que Ítala quería dejar una huella, enseñarnos que por más dolor físico si nuestro espíritu, nuestra alma se alimenta de cosas buenas que nos acercan a Jesucristo, cambia totalmente la manera de vivir una enfermedad.

La sigo recordando por esa fortaleza, ese brillo de sus ojos, esa paz, esa tranquilidad hasta los últimos días de su vida. No hubo una queja o un cuestionamiento: ¿por qué me pasa esto a mí? o ¿por qué no puedo eliminar este dolor? Siempre tenía una sonrisa, nos hacía bromas. 

Quiero recordar todo eso. Poder transmitir esas enseñanzas de vida a otros pacientes, porque en una enfermedad es importante tener esa tranquilidad y paz espiritual, porque es lo que va a dar a un paciente la fortaleza para hacerla llevadera… Admiro a Ítala y le pido a ella, que interceda por nosotros ante Dios, pues nos ha dejado un recuerdo muy bello”. 

Edith le llevó una almohadilla de un emoticon de la sonrisa que le gustaba y se divertía cada vez que la veía.
Medalith decoró su habitación con flores y colores alegres. “Doy gracias a Dios por haberla puesto en mi camino, yo sé que en estos momentos ella goza de la gloria de Dios. Simplemente la voy a recordar así, con esa sonrisa tan única y con esa alegría que siempre la caracterizaba”. 

En fin, podríamos contar muchas cosas más, pero el resumen es que todas sus amigas la recuerdan con agradecimiento por la ayuda y consejos que les dio, así como por su cariño y alegría hasta el final de sus días. 

Ítala te sabemos ya en el Cielo: sonriente, reconociendo a cientos de amigas y conocidas, que te estarán siempre agradecidas por lo que hiciste y rezaste por cada una.

Como se recoge en uno de los testimonios: Ítala te sabemos ya en el Cielo: sonriente, reconociendo a cientos de amigas y conocidas, que te estarán siempre agradecidas por lo que hiciste y rezaste por cada una. 

Nosotras te damos las gracias ahora por tu legado de amistad y te quedas en nuestros corazones y con la certeza que desde el Cielo estás siempre a nuestro lado. ¡Prepáranos un buen lugar a cada una de tus amigas! ¡Gracias por tanto!


Gloria Chiappe