Historia

Al atardecer del día 9 de julio de 1953, llegó al antiguo aeropuerto de Lima, CORPAC, un joven sacerdote, Manuel Botas para empezar el Opus Dei en el Perú; lo acompañaba un catedrático en Historia de América, Vicente Rodríguez Casado. Tres años antes, en 1950, el Cardenal Guevara, Arzobispo de Lima, había viajado a Roma y pedido a monseñor Escrivá de Balaguer que el Opus Dei fuese a Lima.

San Josemaría en el Perú

En los años siguientes, otros peruanos conocieron el Opus Dei en España y manifestaron su deseo de que viniese al Perú. En esa época pidieron la admisión los primeros peruanos: monseñor Luis Sánchez-Moreno, Arzobispo emérito de Arequipa, y el padre Javier Cheesman.

El 21 de noviembre de 1953, fiesta de la Presentación de Nuestra Señora, quedó reservado el Santísimo en el primer sagrario de la Obra en el Perú, en un piso en la Avenida La Colmena. Celebró la primera Misa monseñor Juan Landázuri Ricketts, a la sazón Obispo auxiliar de Lima (luego llegaría a ser Cardenal Arzobispo de la ciudad). Dijo en su homilía: “Esta luz que acabamos de prender aquí será un comienzo de muchas otras luces que se encenderán en el Perú”.

Un año después, el 24 de noviembre de 1954, aterrizaron en Lima tres jóvenes españolas para desarrollar la labor apostólica del Opus Dei con las mujeres en el Perú. En el aeropuerto las esperaba la primera Supernumeraria, doña Isabel Thorne de Cipriani, que había solicitado la admisión a la Obra algunos meses antes.

A lo largo de estos más de cincuenta años esa primera luz ha ido iluminando la vida de muchas personas, promoviendo el servicio a Dios y a la sociedad en todos los ambientes, en las circunstancias ordinarias que nos trae la vida cada día. Un servicio marcado por un claro alcance social presente en todos los ambientes: campesino, intelectual, servicio público, del hogar, etc. En ocasiones, y en la clave de un trabajo profesional bien llevado, se ha dado vida a labores corporativas, que siempre buscan ayudar a resolver necesidades concretas de la sociedad.

En 1955 se inauguró el club juvenil “Altea”, en la calle Venecia, en Miraflores. Desde entonces, varios miles de jóvenes y niñas han participado de sus actividades de formación espiritual y humana.

En 1956, comenzó a funcionar la residencia universitaria “Los Andes” en un edificio de tres pisos en la Avenida España. En diversas sedes, en estos casi cincuenta años, su influjo se ha dejado sentir en el ambiente cultural universitario local. Son muchos los estudiantes que recuerdan agradecidos esos años de intensa formación. Actualmente tiene su sede en la calle General Varela, en Miraflores.

En el Centro Cultural Miralba

En 1957 la Santa Sede encomendó la prelatura nullius de Yauyos-Huarochirí, al Opus Dei. El territorio, enclavado en la sierra central del Perú, era una zona de misión, con escasez de clero y difíciles condiciones geográficas y económicas. Fue así que llegó al Perú monseñor Ignacio María de Orbegozo, primer Prelado de Yauyos, que, con un puñado de sacerdotes provenientes de diversas diócesis españolas, realizó una amplia y profunda labor pastoral y de catequesis. En 1962 se incorporó a la prelatura de Yauyos la provincia de Cañete.

En 1963 nace en Cañete Condoray, un centro de formación profesional que trabaja al servicio de la promoción humana, social y espiritual de la mujer. Entre otras actividades, imparte un programa de formación de promotoras rurales, mujeres líderes que impulsan el desarrollo en sus propias comunidades. Asimismo realiza diversos programas de desarrollo rural como: alfabetización integral, capacitación laboral básica, educación familiar, nutrición, higiene y saneamiento, educación para la salud, mejoramiento de la vivienda, etc. Ofrece también carreras técnicas para jóvenes y, en el Centro de formación empresarial para la mujer (Cefem), promueve cursos para la generación de empleo.

En 1965 se crea el Instituto Rural Valle Grande, para contribuir a mejorar el nivel humano, profesional y espiritual de las familias campesinas. Brinda asistencia técnica y de gestión a los pequeños agricultores de los valles de Cañete, Yauyos y zonas aledañas. Realiza actividades de investigación y transferencia de tecnología productivas, favoreciendo la organización solidaria de los campesinos logrando que obtengan ventajas competitivas en una economía de libre mercado. Cuenta además con una escuela de capacitación superior, en régimen de alternancia, donde se forman los futuros trabajadores del campo.

La Universidad de Piura, obra corporativa del Opus Dei en el Perú, comienza en el año 1969, con el firme apoyo de la comunidad piurana, de la que procede el aporte inicial del terreno, y con el constante impulso de su fundador y primer Gran Canciller, San Josemaría Escrivá de Balaguer. La Universidad de Piura realiza su misión atendiendo de modo preferente al alumno, haciendo énfasis en la calidad de la enseñanza, y ofreciendo una formación integral. Tiene también un Campus en Lima, que inició sus actividades en el año 2003.

En el año 1979, se inició el PAD, la Escuela de Dirección de la Universidad de Piura, con programas de formación dirigidos a empresarios, en los que se procura crear conciencia de su responsabilidad social y que la persona es el fin de la actividad económica.

Numerosos colegios han surgido bajo el impulso de las enseñanzas de San Josemaría Escrivá: en Lima, las obras corporativas Salcantay y Alpamayo, y las labores personales Montealto y Los Álamos; las labores personales Vallesol y Turicará, en Piura; Ceibos y Algarrobos, en Chiclayo.

En el Instituto Valle Grande, Cañete

Hay Centros del Opus Dei en las ciudades de Piura, Chiclayo, Trujillo, Lima, Cañete, Arequipa y Cusco.

San Josemaría Escrivá visitó el Perú en 1974. Durante su estancia pudo apreciar la labor de los fieles del Opus Dei más de cerca, a la par que los animaba a intensificar el trato con Dios. Estuvo en Lima y Cañete. Tuvo palabras de elogio para los retablos y ornamentos de los oratorios de los centros de la Obra, contento de que el Señor estuviese bien tratado. Conversó en numerosas tertulias con gente de toda edad y condición, y realizó un intenso apostolado de la confesión. La huella del paso de San Josemaría por el Perú se aprecia en la extensión de su devoción a lo largo y ancho del territorio nacional.

En una de las muchas tertulias, alguien le preguntó: “Cuando usted se vaya, Padre, ¿qué quiere dejarnos en el corazón a todos sus hijos sudamericanos?” San Josemaría respondió: “Que sembréis la paz y la alegría por todos lados; que no digáis ninguna palabra molesta para nadie; que sepáis ir del brazo de los que no piensan como vosotros. Que no os maltratéis jamás; que seáis hermanos de todas las criaturas, sembradores de paz y alegría.”