Para muchas personas de Nairobi que no tienen un empleo regular, el período más agresivo de la Covid-19 ha sido muy estresante. Muchos proyectos se han estancado y los trabajadores de la construcción no tienen trabajo. Los que recogen plástico desechado u otros artículos en la calle se dan cuenta de que tienen menos artículos ya que la gente no trabaja ni se mueve. Y los que viven en zonas de bajos ingresos no pueden permitirse desinfectantes o máscaras.
Detergentes para vender durante la pandemia
Se nos ocurrió la idea de enseñar a algunas de estas personas sin trabajo cómo hacer detergente líquido para defenderse del coronavirus y venderlo barato. Con una inversión de 4.000 chelines (unos 33 euros), cuatro personas pueden hacer el detergente, ponerlo en botellas de plástico y venderlo a las familias de los barrios pobres de la ciudad. Con esto, podrían cubrir sus gastos y tener 1.000 chelines sobrantes para alimentar a su familia durante una semana, o incluso un poco más, si pueden producir más detergente y venderlo.
Más de 100 familias se han beneficiado de este proyecto al obtener algo de comida y jabón o detergente. Es un signo de esperanza para muchos que sobreviven con una comida al día, si tienen suerte.
Además de la comida, compramos cincuenta bidones de 20 litros de agua para cincuenta familias, para añadirlo a los que ya tienen. También les hemos comprado algo de agua.
Una familia puede tener una o dos máscaras compartidas por tres o por siete personas, lo mismo da
Aquí en el barrio bajo, las máscaras y el detergente no son una prioridad... La mayor pandemia que sufren es el hambre. Una familia puede tener una o dos máscaras compartidas por tres o por siete personas, lo mismo da. Sólo usan máscaras cuando van a zonas donde la policía puede estar patrullando.
En esta dramática situación algunos están perdiendo a sus seres queridos por enfermedad, depresión y suicidio, casos que he visto de cerca. Y el coste del entierro es una pesadilla para la familia.
Ahora tenemos cinco grupos en la sede que hemos conseguido para el proyecto del detergente, y otras cinco personas en Mukuru Kwa Njenga (un barrio marginal en el este de Nairobi): tres dedicados a la fabricación de jabón, uno vendiendo cebollas, y otro vendiendo Githeri (un plato local de frijoles y maíz).
Además en la sede viven 20 personas de la calle. Varios recogen botellas de plástico desechadas y algunos lavan coches. Les enseñamos a hacer jabón líquido que pueden vender y empezar un pequeño negocio. Vamos a ver si funciona el proyecto...
Una silla de ruedas y un bautismo de deseo
A veces visito diferentes puestos en Mukuru y pregunto por las familias necesitadas. Recientemente me dirigieron a un pequeño piso donde vivía un estudiante de último año de secundaria.
Durante el último año, Joe no ha sido capaz de salir de la cama. Su padre tiene que ayudarle para todo
Joe (no es su nombre real) tiene una curvatura de la columna vertebral que ha ido empeorando progresivamente. Durante el último año, no ha sido capaz de salir de la cama. Su padre tiene que ayudarle para todo.
Nos las arreglamos para conseguir una silla de ruedas (que cuesta 10.000 chelines kenianos). Cuando llevé la silla de ruedas al piso, el padre del chico, un trabajador ocasional sin empleo fijo, empezó a llorar.
Gracias a la silla de ruedas Joe pudo empezar a salir del piso. En una ocasión me preguntó por la fe católica, pues quería recibir el Bautismo. Empezó a asistir a clases de catecismo en la parroquia local. La ceremonia estaba prevista para el Domingo de Ramos, pero enfermó una semana antes y murió. Tuvo el bautismo del deseo.
Nos impresionó saber que su padre lo había llevado al hospital, que está a unos 10 km de su casa. Lo hizo sin haber comido ese día
Nos impresionó saber que su padre lo había llevado al hospital, que está a unos 10 km de su casa. Lo hizo sin haber comido ese día, pues no tenía nada. Además, más tarde descubrimos que su padre era VIH+, así como su difunta madre y su madrastra.
Fue agradable traer un poco de sol a la vida de esta pobre familia, que ha regalado la silla de ruedas a otra familia necesitada de la zona.
Unas muletas para Diana
En la misma zona conocí a una niña que sufrió una discapacidad a los 3 años. Ahora tiene 11. Durante varios años no había podido caminar en absoluto y por lo tanto no podía salir de su pequeña casa en una zona de bajos ingresos de Nairobi llamada Mukuru. Nos las arreglamos para conseguirle un par de muletas y ahora puede andar. Todavía estamos tratando de encontrar la causa de su discapacidad.
Aunque animados con lo que hemos logrado, nos estamos preparando y rezando para afrontar todos los desafíos que los próximos meses traerán a nuestra ciudad.