"Hace seis años fuimos tocados por la mano de Dios con una tarea súper difícil de asumir, súper compleja. A Sandra, mi señora, le dio una miocarditis, de la noche a la mañana. Una miocarditis congestiva, con falla cardíaca completa". Así relata Alejandro ese duro golpe familiar: "no teníamos mucho de dónde tomarnos; los exámenes eran lapidarios".
Fue entonces cuando Verito, una amiga de la familia, le preguntó: –Alejandro, ¿te importaría si hablo con un curita (sacerdote) para que venga a ver a la Sandra?
Se trataba del padre Javier, sacerdote del Opus Dei que viajaba a Valdivia a atender a quienes participan de las actividades de formación cristiana de la Obra en esa ciudad, a 850 kilómetros al sur de Santiago.
"Diosito hace las cosas yo creo que para que uno las sienta, pero también para generar cambios"
Javier fue a la clínica y estuvo con Sandra, cuenta Alejandro. "Y yo sé que intercedió por Sandra, rezó mucho. Y los resultados empezaron a verse, no digo que de forma inmediata, pero se empezaron a ver. Se veían pequeñas mejoras, los medicamentos funcionaban". Después de estar un mes en la Unidad de cuidados intensivos (UCI), Sandra estuvo dos días más hospitalizada y le dieron el alta médica.

"Le doy gracias a Dios por la bendición que nos dio como familia de que Javier estuviese esos días aquí en Valdivia. Tengo súper claro que nuestro Dios nos bendijo y nos dio otra oportunidad para seguir siendo el matrimonio y la familia que somos. Y, obviamente, agradecido eternamente de mi Dios y de la Obra de san Josemaría, porque el padre Javier estuvo muy en contacto con san Josemaría".
"Estamos aquí felices, con muchas cosas por hacer, con muchos desafíos por cumplir pero principalmente con el compromiso irrestricto con Nuestro Señor".
