- “¡Nos encargó que hiciéramos una Universidad y aquí la tiene!”. - “No te he pedido que hagas una Universidad, sino que te hagas santo haciendo una universidad”.
Así corrigió san Josemaría Escrivá a Eduardo Ortiz de Landázuri, médico y uno de los primeros impulsores de la Clínica Universidad de Navarra , cuando aún esta institución daba sus primeros pasos.
La Clínica que surgió en la Universidad de Navarra ocupa ahora a 2.000 profesionales y celebra su 50 aniversario. Una fecha redonda que sirve para hacer balance.
En ese tiempo, se han elaborado más de 600.000 consultas clínicas y, cada año, se atienden 70.000 pacientes en alguna de las 35 especialidades que se ofrecen.
Otros datos –como las 192.000 consultas y 11.500 intervenciones quirúrgicas anuales o las 300 camas para pacientes- dan una idea del volumen de esta iniciativa.
En la celebración del aniversario, el rector de la Universidad, Ángel J. Gómez-Montoro, recordó los primeros años de andadura de la Clínica: “Aquellos pioneros, impulsados por el fundador de la Universidad de Navarra, se lanzaron a comenzar la Clínica. Hacía falta valor”.
Y el actual Director General, José Andrés Gómez Cantero, completó el recuerdo con el compromiso futuro, “porque cincuenta años más tarde, los dos mil profesionales que represento tenemos el compromiso de seguir mejorando, especialmente, el compromiso con cada paciente y con la sociedad"
MUCHO MÁS QUE LA SALUD
La Clínica Universidad de Navarra insiste en que el centro de toda su actividad es único y no cambia: el paciente y su dignidad. Por eso, en estos 50 años lo que mejor refleja la huella que este centro ha dejado en la vida de tantas personas son las historias.
Estos vídeos son siete testimonios de pacientes que han pasado por la Clínica y han recuperado mucho más que la salud:
Verónica cuenta su recuperación, a la edad de 12 años, de un osteosarcoma. Ahora, se prepara para ejercer la Medicina... junto al médico que le operó de pequeña. Quiere ser capaz de dar aquello que recibió.
Elmo no podía caminar 300 metros sin pararse cada poco a descansar. Ahora hace lo que más le gusta -trabajar- y celebra siempre dos cumpleaños: el día de su nacimiento y el día en que le trasplantaron el corazón.
Pedro era ciclista profesional. Permaneció ingresado en la Clínica casi un mes, tras sufrir una grave caída en el Giro de Italia y ser sometido a varias operaciones reconstructivas. Ha perdido el ciclismo, pero ha descubierto la familia.
Tras dos años esperando un embarazo, a los cinco meses de gestación a Beatriz le diagnosticaron un cáncer de mama. Sin rendirse, luchó por superar la enfermedad y tener a su hijo: "Empiezas a ser madre antes de traerlo al mundo".
Si José María quería vivir, su hija tenía que cederle un órgano. "¡Pero él ha vivido ya su vida!", le decían a Ainhoa. "Tengo que hacerlo. Es mi padre y punto", respondía. Ahora ambos se ven y miran el mundo, cada instante, con otros ojos.
"El niño, desde la cuna, me decía con los ojos: mamá, no permitas que me corten el brazo", explica la madre de Josué. En la Clínica superó un osteosarcoma y pudo salvar el brazo. La Fundación Niños contra el cáncer costeó la operación.
Profesor universitario, comenzó con los primeros síntomas de sordera a las 20 años. Ha recuperado totalmente la audición: "Escucho los pájaros, escucho el mar... escucho a mis cuatro hijos".
LO QUE TIENE PAMPLONA
Dos cosas atraen a muchos pacientes a la Clínica: la profesionalidad de los médicos y la humanidad de sus trabajadores.
Los primeros cuentan con una extensa formación, se dedican también a enseñar la medicina en la Universidad de Navarra, y cuentan con las tecnologías más avanzadas (PET, robot Da Vinci, etcétera).
Las enfermeras y el personal de servicio suman 900 empleados, una cifra que muestra que el bienestar del paciente forma parte de la curación. “La cocina o la lavandería también intervienen en la curación del paciente”, señalan los encargados.
Así lo demuentran los 800 menús y los 3.200 kilos de ropa que se preparan cada día. Es algo que dejó claro san Josemaría cuando pospuso la inauguración de este centro –prevista en 1961- porque esos servicios aún no funcionaban.
Se atienden tanto pacientes de la red sanitaria pública, como aquellos privados o que acuden a través de una aseguradora. El año pasado la clínica ingresó 164 millones de euros, pero al tratarse de un centro sin ánimo de lucro “el 100% de lo que se gana se reinvierte en equipamiento, formación y reformas” , asegura Nicolás García, el director médico del centro.
La facultad de Medicina, el centro investigador CIMA y la Clínica logran que los médicos que allí trabajan basen su actividad en tres tareas: docencia, investigación y asistencia. “Se investiga por los pacientes y para los pacientes. Se enseña sobre los pacientes y entorno a los pacientes” , explica García.
El trabajo investigador se ha centrado especialmente en cuatro áreas: tratamientos con células madre, medicina personalizada, medicina predictiva y bioingeniería.
La Clínica Universidad de Navarra celebró sus 50 años con un concierto de música clásica cuya recaudación será destinada a la Fundación Niños contra el cáncer que promueve la investigación en oncología infantil y financia el tratamiento de niños sin recursos.
Web especial con motivo de los 50 años de la Clínica Universidad de Navarra.