Don Álvaro: un enamorado de la Eucaristía
De la época en que María Luisa Palomar vivió cerca de don Álvaro en Roma, se pueden resaltar dos recuerdos entrañables: el gusto de Mons. Del Portillo por la comida mexicana y su amor inmenso por Jesús sacramentado.
El trabajo del Papa
Juan Pablo II se entregaba totalmente a la misión que Dios le había encomendado. Una anécdota contada por Mons. Álvaro del Portillo lo ilustra muy bien.
La intercesión de don Alvaro: el favor de Catalina
Una madre, Kattia Garita de Hidalgo, narra el favor que pidió a Dios por intercesión de don Álvaro para que curara a su hija Catalina, niña que nació con problemas serios del corazón y los pulmones en San José, Costa Rica
La Virgen intercede por nosotros
Estando en México, Mons. Álvaro del Portillo habló sobre el poder de intercesión de la Virgen María, "la Madrecita buena de Dios".
Contexto histórico-eclesial de Mons. Álvaro del Portillo (1935-1994)
Texto facilitado por Josep-Ignasi Saranyana de la conferencia que pronunció el 27 de marzo de 2014 en la Universitat Internacional de Catalunya (UIC) con motivo del centenario del nacimiento de Álvaro del Portillo.
Portadores de Cristo
Durante un viaje a Estados Unidos, Monseñor del Portillo explicó que el cristiano debe ser portador de Cristo y que, para lograrlo, necesita estar cerca de Dios.
María es el mejor camino para obtener una contrición que nos limpie
María es "es el mejor camino para obtener una contrición que nos limpie y nos apriete al corazón de Cristo, más íntimamente de lo que estábamos antes de cada tropiezo", aconseja Álvaro del Portillo.
Cuaresma: un hondo sentido de reparación
"Vamos a dar a nuestra mortificación y a nuestra penitencia –que han de ser más intensas en este período de Cuaresma- un hondo sentido de reparación", aconseja don Álvaro.
Sembradores de paz y de alegría
Los cristianos hemos de llevar la paz de Cristo a todas las personas, comenta don Álvaro (45'').
No veo nada
Don Álvaro acudió a Carlos Vidal, oftalmólogo, para que le hiciera unos lentes de contacto. Al recordar la accidentada consulta en una clínica de la Ciudad de México, Carlos destaca la sencillez y serenidad con las que Mons. Del Portillo hacía frente a las contrariedades.