Herrero conoció a San Josemaría en el último trimestre de 1932, y aceptó positivamente la propuesta que le hizo el joven fundador a comienzos del año siguiente para asistir a aquellas clases o círculos.
En medio de su intenso trabajo sacerdotal, el Fundador sacaba tiempo para dar clases a varios grupos de estudiantes en diversos días de la semana. Ponía esos círculos, al igual que todo el trabajo apostólico del Opus Dei con la juventud, bajo la protección del Arcángel San Rafael.
El primer círculo de ese tipo comenzó el sábado 21 de enero de 1933 y asistieron Juan Jiménez Vargas –uno de los primeros miembros del Opus Dei y dos amigos suyos, en el asilo de Porta Coeli, en una sala que les habían cedido unas religiosas que conocían a San Josemaría, que lo evocaba así pocos días después: El sábado pasado, con tres muchachos y en Porta Caeli di comienzo, g.a.D., a la obra patrocinada por S. Rafael y S. Juan. Hice después de la charla, exposición menor, y les di la bendición con el Señor. Nos reuniremos los miércoles. Al terminar la clase, fui a la capilla con aquellos muchachos, tomé al Señor sacramentado en la custodia, lo alcé, bendije a aquellos tres..., y yo veía trescientos, trescientos mil, treinta millones, tres mil millones..., blancos, negros, amarillos, de todos los colores, de todas las combinaciones que el amor humano puede hacer. Y me he quedado corto, porque es una realidad a la vuelta de casi medio siglo. Me he quedado corto, porque el Señor ha sido mucho más generoso. (1)
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(1)Andrés Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, p. 482