Primera audiencia a san Josemaría (5-III-1960)
«El 5 de marzo de 1960, Escrivá acude al Vaticano, llamado a audiencia por Juan XXIII.
Durante la conversación, con humor socarrón y gesticulando muy expresivamente, el Papa le comenta:
—La primera vez que oí hablar del Opus Dei me dijeron que era una institución imponente e che faceva molto bene. La segunda vez, que era una institución imponentissima e che faceva moltissimo bene. Estas palabras me entraron por los oídos, pero... el cariño por el Opus Dei se quedó en mi corazón.
Segunda audiencia (27-VI-1962)
«A la audiencia privada concedida por Juan XXIII el 27 de junio de 1962, le acompañó don Javier Echevarría. Fue una conversación a solas, entre el Papa y el Fundador del Opus Dei. Sé que hablaron largamente sobre el espíritu y la actividad de la Obra en el mundo, y que pocos días después, el 12 de julio de 1962, el Padre escribió una carta a todos sus hijos del mundo entero pidiéndoles que se unieran al agradecimiento que en justicia sentía hacia Juan XXIII, por haberle ofrecido una vez más el honor y la gloria de ver a Pedro».
(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, pp. 16-17)
«En junio de 1962, Monseñor Escrivá de Balaguer será recibido, una vez más, por Su Santidad el Papa. Recordando esta inolvidable audiencia, el Padre escribe con emoción y alegría:
"Os diré, sin embargo, que de este encuentro del hijo con el Padre han quedado guardados en mi mente y en mi corazón todos los pormenores. Más aún: así como el Apóstol Juan conservó un nítido y vivo recuerdo, fruto de un gran amor, de todos lo pormenores de sus encuentros con el Maestro (y este recuerdo llega incluso a precisar la hora de la divina llamada: hora erat quasi decima); del mismo modo yo, en mi modestia, vuelvo con mi recuerdo a esta Audiencia, y guardo de ella hasta el más mínimo detalle: no solamente el día y la hora, sino también la mirada atenta y llena de paterna benevolencia, el gesto suave de la mano, el calor afectuoso de su voz, la alegría grave y serena reflejada en su semblante... Quisiera de verdad, queridísimos hijos, que todos vosotros sintierais la misma alegría que yo y quedaseis inmensamente agradecidos al Papa Juan XXIII por su bondad y benevolencia (...).
El Santo Padre Juan XXIII, Pastor común (...) que además ha sido el Pontífice de la Encíclica Mater et Magistra y será el gran Papa del Concilio Ecuménico Vaticano II, nos tiene a todos en su corazón. Nos conoce y nos comprende perfectamente"».
(Ana Sastre, Tiempo de caminar, p. 458) Nombramiento como Consultor para la interpretación del Código
«En 1961, Juan XXIII nombró a Monseñor Escrivá Consultor de la Comisión para la interpretación auténtica del Código de Derecho Canónico».
(Peter Berglar, Opus Dei, p. 251) Declaraciones de san Josemaría sobre Juan XXIII
«Nuestro Fundador me habló muchas veces, con gran admiración, de las virtudes sacerdotales del Papa Roncalli».
(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, p. 17) Afecto de san Josemaría por Juan XXIII, durante su enfermedad
«Mientras Juan XXIII agoniza, Escrivá reza con fuerte intensidad. Esos días, altera su horario, adelantando la misa para poder ofrecerla por el Papa todavía vivo... o como sufragio madrugador, si falleciera por la noche».
(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, pp. 446-447)
«Durante la dolorosa enfermedad de Juan XXIII, Mons. Angelo Dell'Acqua contó al Padre —le manifestó siempre gran confianza— algunos detalles de cómo cuidaba al Papa. Por ejemplo, mientras estaba junto a la cabecera de su lecho, el Papa le tomaba la mano, y cuando hacía gesto de irse y le soltaba, exclamaba: "Angelino, no me dejes". El Padre se entristecía al pensar en la soledad en que se encontraba el Papa y daba las gracias de todo corazón a Mons. Dell'Acqua, que, con los más íntimos colaboradores de la casa pontificia, atendían con tanto cariño al Papa Juan XXIII durante sus últimos días».
(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, p. 17) Juan XXIII y el Concilio
«El Padre se alegró mucho por la convocatoria del Concilio Vaticano II y, apenas Juan XXIII la hizo pública, le envió inmediatamente una carta llena de gratitud. Entre otras cosas, preveía que el Concilio colmaría la laguna teológica sobre el papel de los laicos en la Iglesia, como de hecho sucedió.
Pensó que podían convocarle en calidad de presidente general de un Instituto Secular, pues ésa era entonces la configuración jurídica del Opus Dei. En ese caso debería participar como Padre Conciliar junto a otros superiores de Instituciones incluidas en el estado de perfección. Aunque deseaba muchísimo intervenir personalmente en las reuniones conciliares, no le pareció conveniente tomar parte a título de presidente de un Instituto Secular. De hecho podría significar, si no la aceptación de un estatus jurídico inadecuado a la naturaleza de la Obra, al menos un dato que constituiría un precedente poco favorable para la futura revisión del encuadramiento canónico del Opus Dei. Expuso a la Curia los motivos por los que no consideraba prudente participar en el Concilio, y su decisión fue bien comprendida.
Entonces Mons. Loris Capovilla le invitó a intervenir como perito del Concilio, trasladando el deseo del Santo Padre Juan XXIII. Nuestro Fundador reiteró una vez más su disponibilidad total e incondicionada, pero, después de haber agradecido la invitación, explicó las razones por las que preferiría no aceptar, sometiéndose, en todo caso, a la decisión del Papa. En resumen eran éstas: por un lado, no podría dedicar a esta misión todo el tiempo necesario; por otro, varios hijos suyos obispos eran Padres conciliares, y resultaría chocante que interviniese como un simple perito: no se trataba ciertamente de una actitud de vanidad, sino del deseo de evitar malentendidos a la Santa Sede. Si el Fundador del Opus Dei hubiese aceptado el nombramiento de perito, tras haber rehusado el de Padre Conciliar, alguno podría pensar que lo que buscaba era moverse entre bastidores. En cambio, los que no estaban al corriente de la situación podrían pensar que al Opus Dei no se le concedía ninguna importancia eclesial.
Al mismo tiempo, nuestro Fundador ofreció a la autoridad eclesiástica competente la colaboración de toda la Obra y de sus miembros, muchos de los cuales, efectivamente, participaron en la preparación y desarrollo del Concilio.
Por lo que a mí se refiere, me exhortó a aceptar varios nombramientos de diversas Comisiones del Concilio y a poner todo mi empeño en esta tarea. Al comienzo de los trabajos fui nombrado perito conciliar, Secretario de la Comisión para la Disciplina del Clero y el Pueblo Cristiano, dentro de la cual tuve que intervenir muy activamente».
(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, pp. 21-22)