Mi amistad con Jerry, que por ahora se mantiene gracias a correos electrónicos y algunos mensajes de teléfono, empezó hace algunos años cuando me reenviaron un mail que había llegado a la página web de la Obra. En él, Jerry decía que quería recuperar el contacto con el Opus Dei, después de haber estado unos años de misionero en un país africano.
En esos momentos, Jerry y su mujer esperaban embarcarse en una futura misión en un país del Medio Oriente en el que no hay ningún centro de la Obra.
Este año me animé a preguntarle sobre cómo le servía para su vida, como pastor anglicano, ser cooperador del Opus Dei
Entre otras cosas, especificaba que era un misionero anglicano. Yo le pregunté que cómo podría ayudarle, y sus explicaciones me sorprendieron. Me decía que hacía muchos años había conocido el Opus Dei en Estados Unidos, y que siempre le habían ayudado mucho las enseñanzas de san Josemaría; rezaba con devoción al beato Álvaro y tenía un programa habitual de prácticas de piedad, con el que procuraba seguir el consejo de san Josemaría de tener un plan de vida. Yo, sinceramente, no salía de mi asombro.
Desde entonces nos hemos intercambiado decenas de mensajes en los que, entre otras cosas, no dejamos de asegurarnos las oraciones del uno por el otro (y por nuestros respectivos trabajos en Medio Oriente, pues aunque vivo en el Líbano, atiendo -cuando las autoridades lo permiten según la evolución de la pandemia- la labor de la Obra en Dubái y Qatar).
Este año me animé a preguntarle sobre cómo le servía para su vida, como pastor anglicano, ser cooperador del Opus Dei, y me contestó lo siguiente (os lo copio contando con su consentimiento):
Soy un sacerdote anglicano, canónigo diocesano, marido, padre de tres hijos, abuelo y misionero en Oriente Medio.
Trabajamos principalmente con los refugiados que huyen del ISIS en esta región. Es una tarea exigente, un gran reto.
El Opus Dei me ayuda a fortalecer mi camino espiritual, me mantiene conectado con Dios y al mismo tiempo con los pies en la tierra
Doy muchas gracias a Dios por ser cooperador del Opus Dei. Las amistades, la formación cristiana y los recursos espirituales que recibo tienen para mí un gran valor, especialmente en las circunstancias tan difíciles en las que intento evangelizar. Es vital para mí estar conectado con otras personas que también rezan y tienen fe en Dios. Todos necesitamos de una familia.
El Opus Dei me ayuda a fortalecer mi camino espiritual, me mantiene conectado con Dios y al mismo tiempo con los pies en la tierra. Me anima constantemente a dar testimonio de la fe y compartirla con los demás. El mensaje de la llamada universal a la santidad ha sido una revolución para mí y para quienes tengo alrededor.