Al día siguiente de saber que había sido aclamada como venerable sierva de Dios, desapareció una alumna de uno de mis proyectos educativos. Estábamos todos muy afligidos y empezamos a pedir a Montse que apareciera, y eso es lo que sucedió al día siguiente.
Una noche mi iPad se estropeó. No hacía conexión y las sugerencias que ofrecían los proveedores para arreglarlo no funcionaron. Fui a la tienda autorizada de Apple. Después de hacer varias pruebas, me dijeron que no iba a ser posible arreglarlo. Comentaron que me lo cambiarían por otro nuevo por el precio de R$ 1600,00. Dije al vendedor que no podía hacer ese pago y él me contestó: “Vamos a esperar un poco más, a ver si hace contacto. Pero me parece difícil, porque el tiempo que llevamos hasta ahora ha sido más que suficiente para que el dispositivo vuelva a funcionar”. Le dije: “Voy a sentarme y rezar, ya verá cómo va a funcionar”. El técnico terminó de atender al siguiente cliente, miró el aparato y me dijo: “¡No es posible, ha funcionado!”.
Yo, cuando me senté a esperar, dije a Montse: “Si me arreglas el iPad, escribo los favores”. Pienso que le gustó.
M. C. L. T., Brasil, 4 de mayo de 2016