“Cuando suena la música”

El Colegio Mayor Moncloa acogió este lunes la XI Conferencia de las Artes san Josemaría Escrivá de Balaguer. En el concierto-coloquio, bajo el título “Cuando suena la música”, participaron Justo Sanz, clarinetista y catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid y Sebastián Mariné, pianista, director de orquesta, compositor y profesor de la Escuela Superior Reina Sofía.

En la edición de 2019 la música fue la protagonista. Con formato concierto-coloquio y bajo el título “Cuando suena la música” participaron Justo Sanz, clarinetista y catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid y Sebastián Mariné, pianista, director de orquesta, compositor y profesor de la Escuela Superior Reina Sofía. El dúo Sanz-Mariné nació en 2003. En esas casi dos décadas ha interpretado un rico repertorio desde los grandes maestros a los compositores contemporáneos, pasando por el jazz y la música étnico-popular.

Los dos músicos interpretaron piezas del maestro Pedro Iturralde, saxofonista español y catedrático del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid desde 1978 hasta su jubilación en 1994. Iturralde es un virtuoso del jazz. Acaba de cumplir 90 años y sigue en activo. De una forma didáctica, Sanz y Mariné proporcionaron claves durante el concierto para apreciar las piezas de Iturralde antes de que sonaran en el auditorio del Colegio Mayor, explicando los diferentes estilos, los momentos y las circunstancias en las que fueron compuestas. La música de Iturralde expresa su condición de viajero infatigable y de amante de la música popular que le inspira y con la que dialoga.

Un coloquio luminoso e inspirador

Tras el concierto y un refrigerio, los músicos mantuvieron un animado coloquio con los asistentes. Moderó el diálogo Alberto Fijo, director de la revista de cultura audiovisual Fila Siete y profesor universitario de Narrativa fílmica. Hubo muchas preguntas del público que permitieron un diálogo muy sugerente en el que los músicos pusieron de manifiesto su condición de docentes experimentados.

El dúo Sanz-Mariné nació en 2003. En esas casi dos décadas ha interpretado un rico repertorio

Muy interesantes resultaron sus consideraciones sobre la formación musical, tan mejorable en el sistema educativo español desde el siglo XIX hasta hoy. Manifestaron una sana envidia de países como Estados Unidos, Suiza o Alemania en los que es normal que hacer música sea una actividad perfectamente común entre los jóvenes estudiantes y, también en otros entornos laborales, como por ejemplo la vida militar o las instituciones deportivas.

Destacaron que hay mezcla de don y de tarea en el misterio de la música y que, si el músico es honrado, debe saberse servidor de una belleza que pasa a través de él, pero no es suya. El amor por la verdad, llevará al buen músico a no servirse de la música sino a servirla: muy alto es el grado de comunión que se establece entre el intérprete y el que escucha la música y la acoge sintiéndose un individuo, mucho más que un mero integrante de un grupo, del público que asiste a un concierto. La música se mezcla con la música interior que cada uno lleva dentro en los distintos momentos de su vida. Por eso, Bach -el músico inmenso que se escapaba por la noche a copiar a hurtadillas las partituras de su hermano y que no fue a ningún conservatorio- nos conmueve y asombra con piezas de una humanidad sobrecogedora en las que resuenan los misterios del paso de Jesucristo por la Tierra.

Justo Sanz es clarinetista y catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid

Sanz y Mariné se mostraron de acuerdo en que el arte, también el musical, se recibe a la manera del recipiente. De ahí el poder transformador de la música es sobrecogedor. Quizás en algunos países se ha sacralizado de tal manera la música clásica que, por desgracia, la edad media de los asistentes es muy elevada. Ambos manifestaron que sería gozoso ver a jóvenes y niños en los conciertos. Porque la música en vivo nunca se vive igual que la música grabada. La música en estos tiempos de prisas y ruido está llamada a ser un alimento para muchos, para todos, no solo para una élite.

Ante una pregunta de una dibujante que trabaja en cine de animación sobre la vinculación del cine y la imagen, Mariné (experimentado compositor de música de cine) señaló que la llamada música abstracta es mucho menos abundante y frecuente de lo que se piensa. Detrás de una pieza musical hay unos sentimientos, unas experiencias, pero no necesariamente vinculadas a las imágenes. Precisamente al desvincularse de la imagen, la música se hace universal. Con humor, Mariné señaló que muchos jóvenes afirman que no les gusta la música clásica, que prefieren la música de cine. Con frecuencia, dijo un divertido Mariné, esa música que tanto les gusta en una película es la Chacona de Bach, la Eroica de Beethoven o el Adagietto de la 5ª de Mahler.

Sebastián Mariné, pianista, director de orquesta, compositor y profesor de la Escuela Superior Reina Sofía

Chispeante fue la respuesta de Sanz a una madre que pedía consejo sobre la manera de motivar a una hija adolescente que estudia canto y manifestaba poco gusto por los ensayos y el estudio de la música. La respuesta fue que la animara a cantar con sus amigos, porque si la música no sirve para ser feliz y compartirla con los demás se vuelve odiosa.

Una sincera confidencia de Justo Sanz puso fin a la velada: “Yo vivo de la música, sí; pero no podría vivir sin la música, le debo tanto, porque me abre la puerta a ese infinito que todos anhelamos”.

Narradores, poetas, cineastas, músicos, pintores, escultores

El Colegio Mayor Moncloa, que comenzó su andadura en otoño de 1943 por impulso de san Josemaría. fue directo sucesor de las primeras residencias universitarias, Ferraz y Jenner, que promovió el santo para la formación de la juventud universitaria.

Tras el concierto y un refrigerio, los músicos mantuvieron un animado coloquio con los asistentes

Desde el comienzo tuvo muy presente la formación humana y cultural de altura de los residentes, promoviendo actividades, conferencias, exposiciones, conciertos que despertasen el gusto por la belleza. En el Colegio Mayor expuso sus obras el entonces joven escultor Eduardo Chillida, vivieron los poetas Carlos Bousoño y Bartolomé Llorens… Continuando esta tradición, actualmente se pueden contemplar los murales pintados por Colomo, Alzuet, Viver y Vicens.

En este contexto, el Colegio Mayor ha promovido estas Conferencias de las Artes con el fin de dar voz en un entorno universitario a reconocidos artistas que unen a una destacada calidad estética, su búsqueda apasionada del bien, la verdad y la belleza con una marcada impronta del surco que el cristianismo ha dejado en la historia, la cultura y la vida de personas y sociedades.

En estas once ediciones han participado, entre otros, el escultor Venancio Blanco, el cineasta David Arratibel, los escritores Carlos Pujol, Medardo Fraile y Blanca García-Valdecasas; los poetas Carmelo Guillén Acosta, Eloy Sánchez Rosillo; Carlos Murciano y Julio Martínez Mesanza, Premio Nacional de Poesía 2017.