Sentidos: Un trabajo para la mesa del rico y la mesa del pobre

Carmelo es panadero. Una profesión artesanal, que le encanta y a la que ha dedicado su vida, porque entiende que es su manera de mejorar la sociedad. Su hija Carmen, estudiante de Comunicación Audiovisual, ha entendido tan bien este mensaje de la vida de su padre, que quiso dedicar su trabajo de fin de curso a plasmar esa lección.

Pan,
qué fácil
y qué profundo eres.

Pablo Neruda

Pan, milagro de cada día. Alimento para tantos. Harina, agua y sal que crecen, crecen y crecen al compás de la levadura. Encarna la sencillez en cada migaja, silenciosa. Se deleita en ocultarse, acompañando cada día la comida servida. Siempre presente, saciando el hambre de la gente. Pan de cada día. En la mesa del rico, en la mesa del pobre. Que no hace distinción, une. Pan que los cristianos imploramos en el Padre Nuestro. Alimento de lo ordinario, que no entiende de espectáculos. Su figura está en esconderse. En no imponerse, en renunciar a todo poder.

Carmelo. Panadero. Supernumerario del Opus Dei. Carmelo sabe de la profunda sencillez del pan. Sabe que es alimento para los hombres. Cada día se levanta a las 4 de la mañana con el único afán de trabajar el pan para que otros se sacien, para apaciguar el hambre.

Carmelo conoce la humildad de su profesión; el pan no colma los delirios de grandeza, por el contrario, se complace en servir

Carmelo conoce la humildad de su profesión; el pan no colma los delirios de grandeza, por el contrario, se complace en servir, en ser algo para otro, pan para el hombre.

Y es que el pan es siempre un don. Gracia de la tierra: agua y trigo, alimentos primordiales. Y fruto del trabajo del panadero, que deja florecer la semilla terrena al calor de las ásperas manos laboriosas, que respeta los tiempos de reposo, que vigila el arder del trigo en el horno.

Carmelo es consciente de que en el trabajo incesante del día a día, en la constante repetición de lo corriente, encuentra el gran sentido de su vida. Carmelo cree en Dios, en ese Dios de las cosas pequeñas, en el encuentro del hombre con Dios en la santificación de lo ordinario. Pues como San Josemaría Escrivá repetía incansablemente, no hay cosas pequeñas, sino que todo es grande si se hace por Amor. (Camino, 813).

“Siempre me he preguntado por qué Dios decidió quedarse con nosotros en el pan y en el vino”

El panadero vallecano busca un encuentro con Dios en el trabajo silencioso de la madrugada, sin que nadie le vea. Se encuentra con Él todos los días en la sencillez del pan, en la humildad de su trabajo. Carmelo se conmueve hablando del pan y cuenta: “Siempre me he preguntado por qué Dios decidió quedarse con nosotros en el pan y en el vino. Y pienso yo que es por eso: por la humildad, un alimento sencillo, humilde, que no empalaga. El pan une, une muchísimo”

Esta vida impresionó a unos alumnos de 3º de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Navarra. Y quisieron plasmar en un cortometraje documental de 5 minutos la grandeza de lo pequeño, eso a lo que se refiere Benedicto XVI cuando dice que hay “otra jerarquía de grandeza en la que lo pequeño pero limitado es lo verdaderamente incomprensible y grande” (“Introducción al cristianismo”). Y en Vallecas se encontraron con algo más que una panadería, descubrieron una empresa familiar que se dedica al servicio a los demás a través de lo más cotidiano: el pan de cada día.