La casa perfecta: buena, bonita y barata

Una casa grande, en una zona con transporte para ir al colegio deseado, y todo con unos sueldos modestos. Aseguran que Montse Grases les echó una mano.

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Mi hermana me pidió que la ayudara a rezar para encontrar una casa, pues el propietario de la vivienda donde habitaban les iba a desalojar, o a pedirles un aumento desmesurado del alquiler.

Las condiciones requeridas complicaban una solución satisfactoria: necesitaban una casa para el matrimonio y siete hijos entre once y veinticuatro años, situada cerca de la línea de ferrocarril que les permitía acudir a la mayoría de ellos a los colegios, precio asequible para dos sueldos modestos.

Apoyado en la fe de mi hermana y la de sus hijos, se lo encomendé a Montse, fijando la ubicación en una calle determinada, precisamente la del Centro de la Obra que Montse frecuentaba, según me había contado mi madre. Pasadas unas semanas apareció esa oportunidad unas manzanas más abajo, en la misma calle.

Al principio ni me di cuenta, pues mi hermana me habló de una zona adecuada, pero cuando vi la dirección concreta, me moví a darle gracias a Montse.

J. S. L. – España


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