Fiesta, trabajo y oración para una vida familiar
El Papa Francisco explicó en su catequesis tres aspectos fundamentales en los que debe sostenerse la vida familiar de las personas: fiesta, trabajo y oración.
Yo soy de Dios, y Dios es mío
Necesito confiarte mi emoción interior, después de leer las palabras del profeta Isaías: "Yo te he llamado, ¡eres mío!: ¡que Dios me diga a mí que soy suyo! ¡Es como para volverse loco de Amor!. La filiación divina es el fundamento de las enseñanzas de san Josemaría, ofrecemos algunos textos para meditar sobre el amor de Dios a cada persona.
Miradas
Mirar a los demás, mirar a Cristo, ser mirados... En este editorial se explica que contemplar -contemplar sobre todo a Dios- significa saber ver, tener ojos limpios que hagan más bella la vida.
La oración de los padres por los hijos
En Quebec, Álvaro del Portillo asegura a una madre que Dios oye siempre las oraciones de los padres por sus hijos.
Para llenarse de alegría
En el tiempo de Pascua, el mensaje de alegría caracteriza la vida del cristiano. San Josemaría nos ayuda a descubrirla.
Audiencia general del Papa: Francisco pide oraciones por el Sínodo de la Familia
El Papa Francisco ha pedido oraciones por el Sínodo de la familia de octubre. Dijo que hay que relanzar este proyecto y que todos, papa, cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos, están llamados a hacerlo. "Necesitamos oraciones, no chismes”.
Convertir el trabajo en oración
En París, Mons. Álvaro del Portillo explicó que podemos ofrecer a Dios nuestro trabajo bien hecho.
Rezar los unos por los otros
Mons. Álvaro del Portillo invita a rezar siempre los unos por los otros y habla de la acción del Espíritu Santo en las almas.
El Santo Rosario
Santo Rosario. —Los gozos, los dolores y las glorias de la vida de la Virgen tejen una corona de alabanzas, que repiten ininterrumpidamente los Angeles y los Santos del Cielo..., y quienes aman a nuestra Madre aquí en la tierra.
Dile, a solas, que le quieres
Descansa en la filiación divina. Dios es un Padre —¡tu Padre!— lleno de ternura, de infinito amor. —Llámale Padre muchas veces, y dile —a solas— que le quieres, ¡que le quieres muchísimo!: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo. Niño amigo, dile: Jesús, sabiendo que te quiero y que me quieres, lo demás nada me importa: todo va bien.