Evangelio del jueves: una vida edificada sobre roca

Comentario del jueves de la 1.ª semana de Adviento. “Todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca”. Leer y vivir el Evangelio es fundamentar nuestras vidas en la Roca firme que es Jesucristo.

Evangelio (Mt 7,21.24-27)

No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Por lo tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca; y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca. Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre necio que edificó su casa sobre arena; y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: se precipitaron contra aquella casa, y se derrumbó y fue tremenda su ruina.


Comentario

En los Evangelios, Jesús habla en repetidas ocasiones de la llegada del Reino de Dios. Algunos de sus contemporáneos pensaban que se trataba de un reino político, de la próxima restauración del antiguo poder de los reyes de Israel. Pero el Señor deja claro que es otro tipo de reino, que incluso está ya presente: “daos cuenta de que el Reino de Dios está ya en medio de vosotros” (Lc 7,21). Como explica Orígenes, Jesús es el reino en persona, Él mismo es el "misterio del reino de Dios" que fue ofrecido a los discípulos.

En el pasaje de la Misa de hoy, Jesús nos explica cómo podemos entrar en contacto con su persona, empleando algunos verbos. No entra en el reino quien dice, quien sólo habla pero no hace nada, quien solo se conforma con llamarse cristiano. Ese hombre no entrará.

En cambio, pueden entrar en su Reino quienes oyen sus palabras y las ponen en práctica. Una manera concreta de oír sus palabras, de escuchar la voluntad de Dios es leer la Palabra de Dios, por ejemplo con una atenta lectura del Evangelio todos los días; y luego, intentar poner en práctica lo que hemos escuchado o leído, haciendo nuestra la vida de Jesús.

“¿Quieres acompañar de cerca, muy de cerca, a Jesús?... Abre el Santo Evangelio y lee la Pasión del Señor. Pero leer sólo, no: vivir. La diferencia es grande. Leer es recordar una cosa que pasó; vivir es hallarse presente en un acontecimiento que está sucediendo ahora mismo, ser uno más en aquellas escenas”[1].

También la imagen de la edificación de la casa, que concluye esta enseñanza del Señor, representa de manera gráfica lo que ocurre en la vida de todo hombre. Todas las casas sufren lluvias, riadas y vientos, pero solo las vidas fundadas en la roca de la Vida de Jesucristo resistirán a los momentos difíciles y a los sufrimientos.


[1] San Josemaría, Vía Crucis, IXª estación.

Giovanni Vassallo // Niklas Tidbury - Unsplash