Vacacional Inter-Clubes: diversión y descanso en el receso de clases

​Todos los años, diferentes clubes juveniles del país organizan vacacionales para niñas de 8 a 12 años, en los que realizan diferentes actividades artísticas, deportivas y de formación cristiana.

Por María José y María Teresa Aponte

Durante la última semana de junio se realizó un encuentro nacional de clubes, con participación de niñas entre los 8 y 12 años, quienes realizaron diferentes actividades culturales y lúdicas dirigidas por chicas de que participan también en labores del Opus Dei.

Todos los años, diferentes clubes juveniles del país organizan vacacionales para niñas de 8 a 12 años, en los que realizan diferentes actividades artísticas, deportivas y de formación cristiana, con motivo de brindar un espacio de diversión y descanso en el receso de clases. Aprovechando las circunstancias excepcionales de estas vacaciones de mitad de año, se decidió organizar este evento de manera virtual, reuniendo a 8 clubes de 7 ciudades del país. Contamos con la participación de 61 niñas y la ayuda de 8 chicas de últimos años de bachillerato, que acuden a medios de formación en los Centros de la Obra de Bucaramanga y Bogotá, y quienes fueron las profesoras y líderes de todas las actividades.

Sin duda fue un gran reto organizar cada una de las clases de baile, cocina, arte y un sinfín más, que se dictaron por medio de videoconferencias, guías o videos. Por esta razón, dos semanas antes del curso de vacaciones nuestro equipo de jóvenes estuvo trabajando para que todo fuera lo más organizado, claro y entretenido posible. Cada una empleó sus distintos talentos e intereses. Con la mejor actitud, lograron que cada actividad fuese un éxito.

Nuestra semana de vacacionales empezó el 30 de junio, con una sesión introductoria en la que se mostró un video conformado por pequeños clips en los que tanto las niñas pequeñas como las profesoras contaban quiénes eran. Así logramos conocernos un poco y empezar con entusiasmo las actividades. Cada día se tenían dos sesiones sincrónicas, una por la mañana y otra por la tarde y, desde luego, la clase favorita de las niñas fue la de cocina. Las pequeñas pudieron disfrutar de una receta nueva durante los 5 días y compartirla con sus familias, ¡todos estaban encantados!

Las niñas en clase de cocina

Para nosotras fue indispensable que las niñas aprendieran a aprovechar el tiempo y disfrutar de la mejor manera, con los recursos que tenían en casa. Sabíamos que, debido a las circunstancias, era posible que muchas de ellas pasaran horas frente a un computador, Tablet o celular, por eso, decidimos incluir clases asincrónicas. Así, las niñas individualmente, podían poner toda su concentración y empeño en llevar a cabo clases de baile o canto, experimentos científicos, para desarrollar su creatividad y compartir tiempo con otros miembros de su familia.

Algunas manualidades hechas por las niñas

Cada día trabajamos una virtud. Las niñas tenían como reto realizar una acción para poner en práctica lo aprendido. También tuvimos dos sesiones con un sacerdote del Opus Dei, en las cuales las niñas pudieron reforzar la virtud del día y profundizar en cómo ser mejores a partir de la lucha en las cosas pequeñas.

A lo largo de la semana, las niñas trabajaron en tres obras de teatro. Tenían que ensayar sus diálogos, crear su propio vestuario y grabar su actuación para que, con ayuda de algunas editoras, unieran todos los videos y pudieran ver las obras terminadas con sus familias el día de la clausura.

Fotos del reto “fotos familiares”

Para terminar la semana, aprovechando que era sábado, tuvimos un día virtual de la familia, donde pudimos compartir con las casi sesenta familias que habían participado del curso de vacaciones. Las familias asistieron a la Santa Misa de manera virtual y realizaron diferentes retos. Todos: padres de familia, niñas y profesoras pasaron una tarde muy divertida. Entre sonrisas y un poco de melancolía nos despedimos, reconociendo que habían sido 5 días inigualables. Las niñas habían quedado encantadas pues pudieron ver cómo, a pesar de las circunstancias, aún podían compartir de las actividades de sus clubes que tanto les gustan y compartir con otras sesenta compañeras del país.

María José y María Teresa Aponte