En Medellín un retiro virtual en tiempos de cuarentena

​El pasado 19 de marzo, el padre Luis Carlos Correa predicó por primera vez, a más de 20 personas, entre ellos empleados, oficinistas, catedráticos y padres de familia, una meditación virtual.

El pasado 19 de marzo, el padre Luis Carlos Correa predicó por primera vez una meditación virtual. Tenía frente de él un computador al cual le hablaba. Siempre había tenido la presencia de personas que le escuchaban; ahora, no. Por una diminuta cámara se dirigía a más de 20 amigos ubicados en distintas partes. Eran empleados, oficinistas, catedráticos y padres de familia que le atendían desde sus casas cada uno de sus mensajes.

Fue una iniciativa que nació en el Centro Astorga, para realizar el primer Retiro Mensual Virtual a uno de los grupos de habituales asistentes. Allí, desde la capilla, el padre Luis Carlos desarrolló su video meditación utilizando WhatsApp y zoom.

De manera generosa, los participantes utilizaron el chat para participar en el rezo del Santo Rosario, a la hora indicada en Colombia por la Iglesia. Pusieron las intenciones y 5 de ellos rezaron los misterios.

Al final todos expresaron su agradecimiento y quedaron muy contentos con la iniciativa. Fue una buena manera de estar cerca de todos en medio de las circunstancias actuales.

San Josemaría no conoció las bondades de internet, pero seguro que, en los momentos actuales, impulsaría infinidad de labores a través de este medio.

Cuenta Andrés Vásquez de Prada en la biografía de san Josemaría que en 1933 comenzó con una pequeña labor apostólica que poco a poco creció por el mundo. En 1932 había conocido a un joven estudiante de Medicina llamado Juan Jiménez Vargas. El cuatro de enero de 1933 le explicó sus proyectos apostólicos, en particular sus planes para dar formación doctrinal religiosa a los jóvenes. Vargas convenció a un grupo de amigos suyos para que le ayudaran a dar catequesis en el barrio de Los Pinos, donde hacía poco san Josemaría había ofrecido su ayuda a las monjas en la catequesis de niños pobres.

Pronto, Vargas y algunos de sus amigos acudieron con san Josemaría a visitar a enfermos desamparados en hospitales o en sus casas.

San Josemaría invitó a Juan a asistir a las clases de formación religiosa. La primera tuvo lugar el 21 de enero de 1933, en la sala de visitas de Porta Coeli, un asilo para muchachos que viven en la calle, donde Escrivá echaba una mano de vez en cuando. Aunque había invitado a esta clase a bastantes jóvenes, y había rezado mucho por ellos, sólo acudieron Vargas y otros dos estudiantes de Medicina. Terminada la clase, condujo a los tres jóvenes a la capilla, para la bendición. Años después recordaba la escena: “Al terminar la clase, fui a la capilla con aquellos muchachos, tomé al Señor sacramentado en la custodia, lo alcé, bendije a aquellos tres..., y yo veía trescientos, trescientos mil, treinta millones, tres mil millones..., blancos, negros, amarillos, de todos los colores, de todas las combinaciones que el amor humano puede hacer”.

Aquella reunión del 21 de enero de 1933 fue el primero de los que san Josemaría llamaría después Círculos de San Rafael.

Las historias se repiten con diferentes circunstancias. Ya vendrán trescientos, trescientos mil, treinta millones…de retiros espirituales vía internet.