Un curso de estudios para recibir y luego dar

Las supernumerarias son fieles de la Prelatura casadas o solteras que, con la misma vocación divina que los demás, participan plenamente en el apostolado del Opus Dei, con la disponibilidad, por lo que se refiere a las actividades apostólicas, que resulta compatible con el cumplimiento de las obligaciones familiares, profesionales y sociales.

Por: Chiara Leal

Después de dos años y medio de participar en nuestro Curso de Estudios para supernumerarias en Bogotá, comenzamos con el cierre de actividades.

La primera de ellas comenzó el 30 de noviembre con una gran fiesta: el baby shower de Alejandra, quien esperaba a su bebé, Carmen, que nació el primer día de la Novena de Navidad.

Fue un momento de mucha alegría por la nueva vida, donde brotaron las anécdotas, preguntas de la madre, y de recuerdos que marcaron dos años de nuestro Curso de Estudios, uno de los medios de formación que imparte el Opus Dei a sus miembros en el cual se reciben clases que van desde historia de la Iglesia, pasando por Pensamiento Social, Teología, Virtudes Teologales, Estudio de las Sagradas Escrituras, Análisis de Medios, Realidades Sociales, entre otras y tiene una duración de dos años y medio.

Las supernumerarias son fieles de la Prelatura casadas o solteras que, con la misma vocación divina que los demás, participan plenamente en el apostolado del Opus Dei, con la disponibilidad, por lo que se refiere a las actividades apostólicas, que resulta compatible con el cumplimiento de las obligaciones familiares, profesionales y sociales.

Gran parte de las supernumerarias son madres y sobre ellas, con sus esposos, recae la crianza de los hijos y de contribuir con aquello a lo que nos animaba San Josemaría Escrivá de Balaguer: ser familias luminosas y alegres.

Aunque en la vida particular hay supernumerarias profesionales en la Medicina, el Derecho, la Arquitectura, la Ingeniería o en otras carreras, también las hay otras que son enfermeras, profesoras, empresarias, expertas en manualidades y claro, también algunas que se dedican tiempo completo a ser amas de casa. Hay una gran variedad, pero todas tienen sus familias o su hogar.

En una entrevista para la revista Telva, San Josemaría decía que “el hogar —cualquiera que sea, porque también la mujer soltera ha de tener un hogar— es un ámbito particularmente propicio para el crecimiento de la personalidad”. Y agregó: “La atención prestada a su familia será siempre para la mujer su mayor dignidad: en el cuidado de su marido y de sus hijos o, para hablar en términos más generales, en su trabajo por crear en torno suyo un ambiente acogedor y formativo, la mujer cumple lo más insustituible de su misión y, en consecuencia, puede alcanzar ahí su perfección personal. (Conversaciones 87)

Además de los círculos, los retiros y las convivencias, el Curso de Estudios se ofrece a las supernumerarias que puedan hacer compatible un tiempo de formación intensiva con sus demás ocupaciones profesionales, familiares y sociales. En esta oportunidad, la promoción contó con algunas personas de la Obra cuyos esposos pertenecientes a las Fuerzas Armadas y de Policía: Marcela en el Ejército, Gina y Diana en la Policía, Sandra, en la Armada.

El cierre de esta promoción coincidió con el fin de año y las celebraciones de Navidad. El domingo 15 de diciembre hubo otra celebración especial. La reunión, gracias a la hospitalidad de Marcela y su esposo Hugo, tuvo lugar en la Escuela de Caballería. Al medio día, tuvimos la Santa Misa en una capilla de la Escuela, celebrada por uno de los sacerdotes del obispado castrense. Después pudimos disfrutar de un almuerzo familiar.

Fue una oportunidad para intercambiar comentarios y anécdotas sobre nuestro Curso, charlar entre nosotros como una gran familia, pues ya nos conocemos por los diversos encuentros que hemos tenido a lo largo de los meses que hemos transcurrido juntas.

Sandra comentó, por ejemplo, que como a su esposo lo trasladaron un año a San Diego para recibir una formación como piloto de helicópteros de la Armada nacional, conocieron allá a una familia de supernumerarios de Filipinas quienes los invitaron a compartir la fiesta de la Navidad con ellos. Eso, dijeron, les permitió palpar la gran familia que es la Obra en el mundo.

Durante el Curso, también tuvimos boda: Ana María se casó hace un año y con su esposo se radicaron en el norte de Estados Unidos. Otras, como Pati, Gina, Caro y Marisol se trasladaron a otras ciudades y países, por lo que las clases a través de internet se hicieron más presentes.

Como el último semestre del curso coincidió con la visita del Padre a Colombia, tuvimos la idea de enviarle una carta para agradecerle su presencia en Colombia, comentarle sobre nuestras actividades y reiterarle nuestro cariño. Resultó muy grato recibir su mensaje solicitándonos que fuéramos “Siempre fieles, siempre alegres”.

Marcela estuvo colaborando en los preparativos de la visita de Don Fernando y montamos la “operación orquídeas”: hacían falta algunas flores para decorar los lugares en que el Padre estaría en Bogotá, así que entre todas prestamos nuestras orquídeas para que llenarán de luz y color los espacios. Después recibimos de vuelta las plantas con la alegría de que habían servido para alegrar la estancia del Padre en nuestra ciudad.

Cerramos con dos encuentros: el 17, en casa de Marcela y el 18, con una Novena de familias en El Cedro, sede donde está ubicado actualmente el curso de estudios. Compartimos la alegría de estos días de Navidad, con un poco de nostalgia por el final de esta etapa de formación.

Ahora viene la continuidad de participar en las diversas actividades sociales y doctrinales, porque no recibimos la formación para nosotras, sino para llevarla a muchas personas, porque nuestro apostolado es “un mar sin orillas”.

Chiara Leal