Antioquia: Sonrisas para Santa Elena

Desde el Centro Cultural Citará, apoyado de un grupo de estudiantes del Colegio Gimnasio Los Pinares en Medellín, ayudan hace más de un año un hogar con niñas entre los 5 y 17 años en condiciones de especial vulnerabilidad

Por Alicia Peñaranda

Desde marzo de 2018, un grupo de profesionales jóvenes de Medellín asiste al corregimiento de Santa Elena a compartir los sábados con 27 niñas en condición de especial vulnerabilidad, provenientes de familias desplazadas y desintegradas a causa de la violencia; de entre 5 y 17 años, que viven internas en el Hogar Madre Ignacia Nazaria.

Santa Elena es uno de los cinco corregimientos de la ciudad de Medellín. Se localiza al oriente de la ciudad y la cabecera se sitúa a 17 kilómetros del centro de la capital antioqueña.

“La idea surgió en un momento en el que nos propusimos empezar un proyecto que tuviera incidencia real en la vida de personas con alguna necesidad” dice una de las jóvenes paisas que adelanta con mucha dedicación y alegría esta labor. “Llegamos al Hogar Madre Ignacia Nazaria gracias al párroco de Santa Elena”, cuenta.

La iniciativa también surgió con el deseo de secundar la solicitud del Papa, que pide a los fieles de la Iglesia actualizar la misericordia en todo momento, porque, “pide ser siempre celebrada y vivida en nuestras comunidades. En efecto, la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio” (Francisco, Misericordia et misera. n.1).

Así fue como un grupo de profesionales que asiste al Centro Cultural Citará de Medellín, conoció el hogar y las 27 niñas que viven allí, salvo en período de vacaciones. A este grupo también se le suman estudiantes del Colegio Gimnasio Los Pinares.

Los sábados, cada 15 días, van de Medellín a Santa Elena a realizar actividades con ellas, a divertirse, a estudiar y a disfrutar tiempo juntas. Llevan a cabo actividades que apoyan el trabajo del Hogar y que están encaminadas a la formación en virtudes. Por las dinámicas, estas actividades son atractivas para las niñas, pues lo hacen a través del deporte, baile, clases de inglés, artesanías, talleres literarios, entre otras, que permiten, también construir una relación personal con cada una. Cada experiencia busca ser, no solo una actividad pasajera sino un acompañamiento prolongado en el tiempo que genere impacto humano y social.

“Llevamos casi un año realizando la labor y ha sido muy especial ver cómo, además de verlas disfrutar de las actividades, hemos construido una relación de confianza y cariño que nos ha permitido acompañarlas en sus procesos de crecimiento personal y en los retos que se les presentan en la vida social”, dice Paulina Mejía, abogada, profesora de derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana, quien es una de las responsables de esta labor.

Alicia Peñaranda