«Si un joven es capaz de seguir a un instagramer o a un youtuber, ¿cómo no va a ser capaz de seguir a Cristo?»

Carlos Santana (Granada, 1995) aparcó una incipiente carrera como periodista económico para incorporarse a la Dirección de Comunicación de los Agustinos Recoletos, hace apenas un año. En estos meses, para impulsar el efecto del Sínodo, la centenaria institución heredera del carisma agustiniano, celebra un Año Vocacional.

Carlos Santana (Granada, 1995) trabaja en la Dirección de Comunicación de los Agustinos Recoletos.

“10 preguntas sobre el Sínodo” es una serie de entrevistas realizadas a diferentes personas, a raíz del encuentro convocado por el Papa Francisco. En octubre, Obispos de todo el mundo de reunirán en Roma para profundizar en la relación de los jóvenes con la fe, la cuestión del descubrimiento de la propia vocación y el discernimiento como elemento propio del cristiano para acertar con las decisiones importantes.


1. ¿Existe una desconexión entre el mensaje del evangelio y los jóvenes?

Existe, tanto entre en mensaje del evangelio y los jóvenes, como entre la Iglesia y los jóvenes, pero no creo que sea un problema del contenido. El mensaje del Evangelio es actual y muy juvenil. Como dice el periodista Juan Vicente Boo, “es muy tuitero”.

2. Entonces, ¿cuál es el problema?

En mi opinión, no hemos sabido explicarlo bien o adaptarlo al lenguaje y la recurrencia que necesitan los jóvenes. Pero lo importante es que todavía estamos a tiempo, porque Dios también es joven: nace y resucita todos los años y sus valores son los que la juventud necesita y está pidiendo.

3, Personalmente, ¿qué esperas de este Sínodo?

Toda la Iglesia, y especialmente los jóvenes, tenemos mucha esperanza en él, en que salgan propuestas e ideas para pensar en la juventud de otra manera, desde dentro de la Iglesia. Algo falla cuando estamos acostumbrados a ver personas mayores en Misa y, sin embargo, nos extraña cuando encontramos a una persona joven. El Papa Francisco decía recientemente, “sin los jóvenes, la Santa Madre Iglesia se convierte en la Santa Abuela Iglesia” y, en mi opinión, se están poniendo muchos ladrillos para construir el gran edificio que puede salir después del Sínodo.

4. Desde la institución Agustino Recoleta, ¿estáis haciendo algo especial para prepararlo?

La orden está celebrando en este 2018 el “Año Vocacional” y el Sínodo entra dentro del mismo. En todos los países donde está presente la orden estamos realizando la “expedición vocacional”, un modo de dar a conocer el carisma Agustino Recoleto a los jóvenes y llamándoles a discernir su vocación con un sentido amplio, como nos está pidiendo el Papa. El culmen del proyecto será la JMJ de Panamá, en enero de 2019.

5. Tú que te encargas de la comunicación de una institución de la Iglesia, ¿cómo crees que deben hacer éstas para que las conclusiones de este Sínodo calen internamente a todos los niveles?

Habrá que esperar a ver las conclusiones, qué es lo que dicen los Obispos y el documento que saque el Papa a posteriori. Pero, al margen de eso, creo que el gran reto que tenemos las instituciones de la Iglesia es esa adaptación del mensaje del evangelio a los jóvenes de hoy en día: hacerlo tuitero, de Instagram, de Facebook… y mostrarles a través de esas plataformas los frutos del Sínodo.

6. El hecho de que la mayoría de los pastores de la Iglesia sean personas mayores dificulta su conexión de los jóvenes…

En un problema, sí, pero también tiene una parte positiva. Las vocaciones jóvenes que está habiendo son testimonios que impactan mucho, dentro de un panorama en el que la mayoría va a su aire y dice no tener nada que ver con Dios. Que en medio de esto llegue una persona –en nuestro caso, vestido de fraile- y te cuente cómo conoció a Dios y cómo decidió seguirle, llega mucho más al corazón que si hubiera muchas vocaciones y todo el mundo hablara.

7. En el documento de la reunión Pre-Sinodal decía “es necesario que la Iglesia reflexione sobre su concepción de los jóvenes y el modo de interactuar con ellos, para ser una guía que sea efectiva, relevante y dadora de vida”. ¿Crees que es un tema de tecnología, de discurso, de reputación por algunas crisis…?

Más que todo eso –que, evidentemente, no ha ayudado– yo creo que el problema es que, durante muchos años, no se les ha tenido en cuenta. También porque los jóvenes tenían menos presencia en la sociedad pero hoy en día hay chicos y chicas muy preparados, que están haciendo cosas relevantes en todo el mundo. Sin embargo, en la Iglesia no se les ha buscado. Creíamos que iban a venir ellos solos y no ha sido así. Todo esto nos ha llevado a la atmósfera actual, donde hay tanta gente que vive sin querer saber nada de Dios. Para la Iglesia, este Sínodo es una oportunidad de acercamiento.

8. Dice también que “los jóvenes buscan fieles que les acompañen”, algo a lo que las instituciones de la Iglesia deberíamos de dar respuesta. ¿Cómo podemos hacerlo mejor?

Quizá tendríamos que mejorar la imagen que damos de Dios y de la fe. Muchas personas piensan que ser cristiano significa cumplir unas normas: Ir a Misa todos los domingos, confesarse… pero es al revés, cuando los jóvenes descubran a Dios, van a ir a Misa porque van a sentir la necesidad de hacerlo. Tenemos que mostrarle a cada persona un Cristo cercano, que le quiere, que ha muerto en la cruz por él y, a la vez, es capaz de perdonarle siempre, haga lo que haga.

9. Después de unas generaciones donde la fe ha ido decreciendo lentamente, ¿cuáles crees que son las mayores dificultades de la juventud actual para encontrarse con Dios?

Los jóvenes de hoy somos “víctimas” de una sociedad individualista (que piensa en sí misma, en su teléfono móvil…) y bastante desarraigada de los demás. En general, hay mucho desconocimiento de lo que es el amor y también de ciertos valores cristianos, como el perdón o la reflexión. Ahora se vive corriendo, sin pensar mucho.

10. Y, con respecto a otras generaciones, ¿qué les puede facilitar más el encuentro con Cristo?

La esperanza y la pasión que sienten por todo. Lo que les gusta, lo siguen con mucha fuerza. Si un joven es capaz de seguir a un instagramer o a un youtuber, ¿cómo no va a ser capaz de seguir a Dios?